Corría 1995, la Cámara de la Construcción, la Asociación Bancaria y el Consejo Bancario Nacional planteaban en los medios masivos de comunicación crear herramientas crediticias para que la clase media accediera al crédito bancario, estrangulada desde que el Dr. Leopoldo Díaz Bruzual en el BCV, hizo dejación del deber de fijar la tasa de los préstamos, para confiarla “en la oferta .y demanda del mercado”. Realmente instauraron la fijación unilateral del interés por los bancos, ahorcando a prestatarios. En 1996 les cobraron el 106 por ciento anual.
Zamuro cuidando carne, pensaban los promotores, construyendo un edificio con alto costo del dinero, y compradores, sin vivienda propia, imposibilitados por la alta tasa, y muy pocos compradores de contado o de cajas de ahorros.
Teodoro Petkoff acogía la tesis de un crédito elástico, del ingeniero Francisco Gutiérrez, traída de México, que a taza libre, se amoldaba en el largo plazo al crecimiento de la capacidad de endeudamiento del deudor.
“¡Bingo! Esa es la solución”, gritaron los traficantes del dinero. Indexémoslo al 30 por ciento del ingreso familiar, y ése será el monto de la mensualidad, y la porción impagada capitalicémosla.
La codicia resucitaba al anatocismo, viejo y prohibido desde los griegos. Destruiría primero a los compradores y después el inevitable crack bancario sería espantoso.
Los bancos, entonces dueños del país, reformaron la Ley del Ahorro Habitacional ordenándoselo al anacrónico Congreso Nacional, crearon el Sub Sistema de Política Habitacional, capitalizando intereses sobre interés, y así al lado de los créditos lineales aparecieron los indexados, iguales en tasa a los lineales, pero se difería el pago que excediese del 30 por ciento del ingreso familiar.
Genocidio social
En los primeros tres años otorgaron miles de créditos indexados, y muchos lineales migraron a éstos, pues eran asfixiados por tasas ponderadas del 95 por ciento anual.
Se extremó la angustia. La deuda crecía exponencialmente, los pagos crecían en progresión aritmética y subían por la escalera, mientras el anatocismo subía la deuda por un ascensor súper rápido. El deudor zahorí, ante deuda impagable, devolviose al crédito lineal.
Ese genocidio social, causó que el 12 de junio de 2001, las victimas demandasen a Sudeban “por la abstención de los cumplimientos de sus actos y de los deberes que le impone su cargo, materializándose así la violación de derechos y garantías constitucionales que ha posibilitado que numerosísimos bancos y entidades de ahorro y préstamo otorguen créditos hipotecarios y comerciales con reserva de dominio, o quirografarios, denominados Créditos Mexicanos Indexados al Salario y Créditos Giro Balón”. En esa época era superintendente Alejandro Caribás, quien disimulaba su cobardía diciéndose de la Liga Socialista, hoy imputado por usura y estafa(mediante fraude procesal).
Se admitió el 21 de AGOSTO de 2001, y el 24 de ENERO de 2002 se dictó CON LUGAR la famosa sentencia redentora que, entre otros pronunciamientos, condenó: “...2. Con relación a la responsabilidad que atribuyen los demandantes a la Sudeban, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia considera que ella no ha sido diligente al permitir que, fuera del Sistema de Política y Asistencia Habitacional, se otorgaran créditos con refinanciamiento de interés... 5.. La Sala ORDENA que los intereses fluctuantes de los primeros cinco (5) años... se ajusten conforme a la tasa de interés social que determine el Banco Central de Venezuela, a partir de 1996, conforme al número anterior. y con base a ello se calculen los intereses a pagar en cada cuota financiera…”.
Interés social
El Supremo Tribunal crea el interés social para viviendas y autos, bienes que posibilitan mejorar la calidad de vida de los venezolanos, y en el número 9 de la Sentencia Redentora DEÇLARA NULO e INAPLICABLE por; violatorio de los artículos ll4 y ll5 constitucionales, cualquier tipo de amento o cambio de condiciones que permita al prestamista fijar unilateralmente el monto de las cuotas a pagar como resultado de los incrementos de los ingresos, calculado sólo por el prestamista sin la intervención de los órganos estatales. Tal desproporción atenta contra el derecho a la obtención del crédito para la vivienda…”.
Las víctimas de créditos lineales demandan en JULIO de 2005 ante el Supremo Tribunal, por el recálculo a todas sus cuotas, y se les apliquen desde el l° de ENERO de 1996 hasta el 03 de ENERO de 2005, e Interés Social fijado por el BCV, como los indexados.
A esa demanda concurre Sudeban (el superintendente actual es Trino Alcides Díaz) y afirma su acuerdo con el petitorio demandado y trae a los autos cuatro resoluciones que hacen ese recálcalo (dos del 22/09/05, una del 21/10/05 y la última el 27/10/05) “...y por ello se adhiere a la acción incoada por las víctimas...”.
Sin asidero legal
Ante esa posición, la Sala Constitucional DECLARA EL DECAIMIENTO de la INSTANCIA, pues ya Sudaban está recalculando esos créditos lineales conforme lo demandan las víctimas.
Para sorpresa general, pasado el 2006 y transcurrido el primer semestre del 2007, Trino Díaz entra en sinuosas tardanzas en el cumplimiento de sus deberes y compromisos ante las víctimas y ante el TSJ y finalmente, emplazado por los diputados Rafic Souki Rincón y Laura Valls, se descubre que su sinuosidad es simple careta, es un débil postrado ante los traficantes del dinero, al igual que sus cuatro antecesores, y les contesta que el recálculo de los lineales “…no tiene asidero legal…”.
Por cobarde, las miles de víctimas lo denuncian ante la Asamblea Nacional y ante el Presidente Chávez. Solicitan investigarle la sinuosidad, débil y cobarde conducta ante los bancos y el daño que le causa a los deudores del crédito lineal, impidiendo así que la Banca devuelva a las víctimas más de UN BILLÓN DE BOLIVARES, o sea UN MILLÓN DE MILLONES de BOLÍVARES.
Para eso se necesita tener compromiso con la revolución, y un coraje del que carece Díaz.
Invento del diablo
Esas cobardías y complacencias con los bancos son reiterativas en la Sudeban, pues los cinco últimos superintendentes no han tenido coraje para sancionarlos y por eso no protegen a las victimas que acuden a denunciarlos. Díaz y los anteriores en ese cargo confirman que “el dinero lo inventó el diablo”, y los banqueros observan complacidos a los superintendentes melosamente postrados ante ellos, incapaces de obligarlos, a cumplir los deberes que tienen para con los prestatarios.
Saque usted, respetado lector, respetada lectora, sus propias conclusiones. Mientras tanto, las víctimas nucleadas en su asociación están dando la pelea y no van a permitir que la inveterada cobardía de un superintendente permita a la banca no devolverle a miles de victimas directamente, en el recálculo, un billón de bolívares.,
Para tormento de la banca y los genuflexos que siempre se equivocan a. favor de los poderosos, el Presidente es Chávez y no Caldera o CAP.
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