Bolívar, Carabobo y el Chavismo Americano II

"Acepte el Congreso soberano en nombre de los bravos que tengo la honra de mandar, el homenaje de un Ejército rendido, el más grande y más hermoso que ha hecho armas en Colombia en un campo de batalla". Simón Bolívar

Al cerrar los actos Bicentenarios de Carabobo aprovecho esta entrega un poco tardía, pero la dicha es buena cuando llega, para recordar algunos elementos que pasan desapercibidos en medio de la euforia del momento, pertinente sí, y de actualidad, pues entre alegorías y metáforas, nos revelan la importancia de las fechas no solo destaquen los buenos recuerdos, sino los acontecimiento y hechos que generaron en el ánimo de los presentes ondas de emoción y sentimientos que no deben profanarse, evadiendo el compromiso sobre asuntos tan caros a los americanos desde el sur de América del Norte hasta la Patagonia, donde la Independencia marcó el final de una era y el inicio de otra, en la que se involucró el mundo occidental, y cambiaron para siempre los actores y los factores de discordias y como corolario de la historia de lo que comenzó siendo provincias de España, para convertirse en repúblicas independientes gracias a Miranda, Bolívar y Sucre, y al pueblo que marchó desde Venezuela a Colombia, Ecuador y Perú, pergeñando los sueños de patriotas comprometidos con la causa de la humanidad; pues lo dejaron todo para lograr sus sueños, sus metas, por las que habían vivido. Otra cosa distinta es hacer milagros con escapulario ajeno, y escribir la historia desde los que se quedan con el coroto y lo desunen para quedarse a la fuerza con algo del botín, que es lo que como experiencia sabemos que ocurre cuando se deja al margen al grueso de quienes han hecho posible que los acontecimientos tengan vigencia y repercusión, en un mundo en el cual la razón asiste a las masas organizadas una vez que se convierten en el soberano, cuando han madurado por las circunstancias personales y del colectivo, es decir de las poblaciones y sus sociedades constituidas, en las que aquél es el constituyente.

Lo que queremos expresar a través de estas ideas es cómo lo que fue grande y necesario, a pesar de la forma en la cual hubo que llevarla a cabo, y que es el último recurso luego de haber agotado todas las instancias para alcanzar un objetivo, en este caso el triunfo, y con todo el costo la victoria, y lo que es más importante, lo fundamental, mantener el poder y controlar a los factores intervinientes y que sobreviven a la contienda, y una vez finiquitado el asunto épico, cerrar con broche de oro y gloria tres siglos de oprobio bajo el yugo del absolutismo, tener que seguir ahora, enfrentando los rezagos intestinos de quienes miopes de la realidad como conjunto, como fue lo que aconteció el resto del siglo XIX y que cierra en la tercera década del XX, cuando el último caudillo llega a su fin. Lo que acontece a partir de 1830, extrañamiento y muerte de Bolívar y de la Gran Colombia, y el ascenso de Páez, por lo que se entrará en un período de anarquía, en la que de nuevo habrá una postura de beligerancias internas, ahora entre venezolanos de la oligarquía y el caudillismo. Enfrentamientos que lo que traen es más guerra, más desolación, más miseria, más sufrimiento para el pueblo, y azuzados por los interesados en que se ahondaran tales divisiones entre hermanos, ya no del imperio español, del que se logra la Independencia política, sino ahora, con el quiebre económico que siguió para la reconstrucción de la nación; intervienen los intereses especulativos de los ingleses, los franceses, los holandeses, en los enclaves de los hinterland, donde ocuparán con sus filiales, en las que las viejas y nuevas oligarquías acuerdan repartirse los dividendos de la explotación de los recursos naturales, con la complicidad de los jefes máximos de las montoneras, para reclutar al pueblo hambreado, y ponerlos al servicio de los nuevos explotadores de la Patria, entregada a los inversionistas de ayer. Se repite la historia, o son los mismos intereses de grupos y sectores contrarios al beneficio de todos los hijos e hijas de estas tierras por donde pasaron los héroes y heroínas.

A ciento ochenta años, con Carabobo un punto itinerario…, una investigación minuciosa por parte del General de División Jacinto Pérez Arcay, que reviste la visión y el conjunto de los aspectos históricos, geográficos con lo propiamente estratégico doctrinario del componente Ejército que celebra en la fecha su día; es una obra que presenta Diosdado y prologada el presidente de la República Hugo Chávez, dirigiéndose al comandante del Ejército General de División Lucas Rincón; y con palabras de Rafael Ramírez, Ministro del PPPEP, entregan para el público especializado y en general los que se apasionan por la Historia, la exhaustiva crónica de la batalla cardinal de la emancipación de Venezuela y el continente suramericano. Se colocan las piezas que estaban sueltas y descolocadas, para ir preparando el terreno para los que se dedicarían a trabajar para aportar sus visiones nuevas a presentar en el Bicentenario. Los sacrificios, las pérdidas en vidas y bienes, los dolores y penas, la destrucción del patrimonio tangible e intangible; la orfandad en que quedó el pueblo, que de nuevo tuvo que soportar el duelo de haber perdido a Bolívar y con él la unión, luego de la más excelsa obra de la humanidad e este pedazo de suelo en la Tierra que nos vio nacer para la historia de quienes figuran con nombre y apellidos, y de cientos de miles, de millones que sólo son un recuerdo vago referencial de que fueron muchos hombres y mujeres las que hicieron revolución y transformaron el mundo en época pretérita. Chávez le escribía a los hermanos y hermanas de armas, y al pueblo civil, al no uniformado, a los humanistas, los pacifistas, a todos y todas las y los compatriotas; el poder depende de la unión, no de la uniformidad de un solo y único criterio, o pensamiento único, para poder controlarlos mejor, ese es "(…) el contraste de las ideas que nos llevaron a la acción de armas en la sabana de Carabobo es muestra representativa de las fuerzas que dividen el cosmos en que vivimos: la conservadora y la innovadora; las mismas que siempre se han disputado la posesión del mundo desde que existe. Para alcanzar las alturas de Carabobo y desalojar las fuerzas conservadoras, fue preciso desencadenar una tempestad de gloria. (…) el camino hacia la anfictionía convocada por el Padre de la Patria: el combate sigue planteado y renovándose como la primera vez (…) Busquemos en los pensamientos de Bolívar nuevos <> como aliento indispensable para el porvenir de Venezuela (...). Fue necesaria la guerra para romper las pesadas cadenas que durante tres siglos oprimieron a los nativos, mal llamados indios, no se ajustaba a la realidad, no se trataba de india; luego los peninsulares y criollos de la casta la emprenden contra los mestizos y blancos de orilla; y se incorporan negros y negras que traen de esclavos, que hoy protestan porque no se consideran afros, pues estos son posteriores. El inmenso territorio no era mero hecho geográfico, hasta se negó que tuviéramos historia; excusas expeditas para el saqueo y los abusos que se volvieron un modus operandi de mala fe, ante pueblos sin malicia, se les impuso otra creencia, se los ideologizó con religión, opio de los pueblos, que adormece el espíritu, y la natural rebeldía de criaturas terrestres, aborígenes, y luego el trasvase del criollo, y los alienígenas llegados de tierras distantes y desconocidas; instalados y mimetizados con costumbres y cultura híbrida del nuevo ser incorporado a la sociedad, a la civilización, aunque las tildaran de bárbara, quienes gobernaban el mundo aplastando en el nombre de un Dios terrible, y la bendición de la Madre Iglesia Católica Apostólica y Romana, la de la cristiandad y la Inquisición. Fue la implantación eurocéntrica, sistema mundo universal, desconociendo, invisibilizando, despreciando a los cultores y hacedores del Nuevo Mundo.

Bolívar y Carabobo, Bolívar y Sucre, Ayacucho; Bolívar y San Martín, y la Bandera tricolor flameando en América, reconocida en todo el mundo, aquél reflejo, el brillo que destaca y alumbra hacia el universo como carta de presentación de haber alcanzado la mayoría de edad para estar a la par de las naciones en el conjunto de los países libres, en justicia y hermandad, con los colores propios y las texturas en la diversidad de rostros que colman las antiguas provincias de Hispanoamérica; que pasan a ser veinte naciones autónomas e independientes, repúblicas separadas, y se conocerán como latinoamericanas, para distinguirlas de las angloamericanas y sajonas. Bolívar como profeta fue desconocido en su patria, en su matria, y desterrado por los soberbios y arrogantes hombres incultos, que se levantaron como el monte entre un ecosistema general, en el que todo debe estar en equilibrio para lograr la genialidad del líder, la estatura del hombre de las dificultades. Bolívar cargó como Jesús la cruz simbólica de los que se sacrifican como verdaderos mártires, al llegar el máximo momento, cuando se pone a prueba no la valentía del lance en el momento de la refriega; sino cuando hay que defender las propias ideas, las convicciones, la filosofía de vida de fe y creencia en el saber más allá de la duda razonable. Es eso, creo yo, la gran lección que debemos recatar, conociendo que nuestras verdaderas intenciones deben estar por encima de egoísmos y fines materialistas, puesto que siendo seres racionales, sentimos con el corazón, pues somo personas, seres humanos, de inteligencia superior; aunque haya que demostrarlo, además medramos en y de la naturaleza, y en eso no hay mayores diferencias con el resto de las demás especies vivas, por cuanto a necesidades básicas, las cuales deben ser satisfechas a diario.

Bolívar no pudo volver a Caracas, a San Mateo, al Orinoco, a bañarse con las aguas de Kerepakupai Vená, había jurado en el Monte Sacro, ascendido a las altas cumbres del Chimborazo, testigos silentes el Antisana y el Cotopaxi con sus crestas nevadas en la cerviz Andina; su ser que fue bautizado como ente tutelar, solo pudo recoger los ecos de sus querencias transcurridas donde no volverá a andar después de haberle dado vida a la Nación Nuestroamericana. Los clarines revolucionarios lo aclaman, fue ilustre y representó a los del tercer Estado, mostrándole a los hombres y mujeres lo que había aprendido de los americanos del norte y de los franceses después y también de los ingleses, los alemanes, los europeos en general y de la cultura universal. Esparció por los aires las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, planteados desde las teorías y puestas en acción para que todos y todas se reconocieran en ellas, de manera tal que la lección a cielo abierto, se convirtiera en la escuela para los pueblos pobres de esta Tierra de Gracia, que fuera sometida por los inhumanos seres sedientos de poder por encima de lo real y por debajo de lo ideal. También a los jesuitas se les expulsará por haber sustraído doscientas mil almas, mano de obra esclava y siervos a los oligarcas, terratenientes, mantuanos y godos, que se quejaron ante el rey y se tomaron medidas en América, para preservarles los intereses a los acomodados que explotaban los latifundios en provecho de los europeos. Los jesuitas en algo contribuyeron a crear conciencia entre los pueblos para levantarse contra los opresores, rebelándose contra las demás ordenes dominicanes, y demás movimientos de emancipación, con trasfondo claro del conflicto entre Estado, Iglesia y propietarios que se aprovechaban de los bienes y recursos, que capitalizaban a favor de las empresas beneficiarias en la Europa devastada por sus guerras intraeuropeas y religiosas.

Desconocer la verdad de los hechos es una afrenta a la inteligencia de los humanos que busca desde la fe, lo que se duda, para aclarar qué se cree y que no de Occidente, que obcecadamente ha mantenido y negado sus orígenes, que están antes que Grecia o Mesopotamia, habría que hurgar en Sumer; de ahí que la Babilonia continúe actual, sus claroscuros no se disipan sin intenciones reales de llegar a la verdad, donde lo negro y lo blanco permitan dejarnos ver ya no desde compartimientos estancos, sino frente a la realidad histórica, respondiendo desde nuevos estadios, apoyados en métodos y nuevos paradigmas que beneficien llegar a puerto seguro, en nuestra realidad seguirán como "(…) los primeros estremecimientos que recorren la enorme vértebra de los Andes hasta México y que anuncian la tormenta del siglo XIX." Lo corroboran las actuaciones de, Páez, Monagas, Guzmán, Falcón, Cipriano, Gómez, fue lo que se dio después de la víspera de San Juan, donde todos festejaron entre todos los que se preparaban par ofrendar sus vidas contra el poderoso enemigo enfrentados en mil batallas, y ésta la que sortearía el destino. Al amanecer desde Buenavista Bolívar oteó aquella sabana en el teatro de operaciones, cuando se preparaban al despejar la bruma y las nubes, en el reconocimiento para el lance entre Venezuela y España, los patriotas de todas las nacionalidades con América, y los realistas y su imperio. Ambos dispositivos con iguales armas, número de combatientes, pero distinta moral, y comenzó el tronío, el estruendo de la marcha y el galope, las trompetas y banderas señalando las órdenes de las maniobras; los cañones escupiendo fuego, la fusilería, el griterío y los insultos e improperios, el plomo parejo, los filos de las armas blancas, y los cuatro metros de las lanzas derribando obstáculos desde la brida de los briosos centauros, seguidos por la infantería. Un intercambio de miradas desafiantes y llenas de reclamos frente a los representantes de un rey desprestigiado y una monarquía que ya no era lo que había sido, a la que se había presentado la Torre claudicando lo que era un certero presagio.

El sabor era de triunfo, la Independencia de Venezuela era el primer paso a para ir a la Gran Colombia, sólo Bolívar estaba convencido, en él se despejaba ese universo continental; la región debía quedar libre de amenazas de cualquier tipo por parte de los representantes de los intereses arteros de los europeos, por una parte, y de los anglosajones por la otra. Todo hacía presagiar en El Libertador que en la unión está la fuerza, y como los americanos del norte debíamos conformarnos en una gran confederación capaz de motorizar a los pueblos desde las culturas, pero una sola gran nación, heredera de la Madre Patria, de lo mejor de los pueblos de Europa, relaciones que se mantenían solidarias desde el Pacífico al Caribe, del Atlántico al Mediterráneo, en un mar vertido en océanos de utopías posibles, realizables. El alto costo en vidas sacrificadas, las cantidades de perlas, toneladas de oro, de plata, de especias y cargamentos que se enviaban a las ciudades pujantes de Occidente, de la que estábamos excluidos, recordándonos que lo que se acataba no era cumplido, por lo que estábamos a la deriva, huérfanos de padre y madre, pues nos desconocían por pretender exigir el mismo trato decoroso y digno como el que más. No fue posible por las buenas, hubo que tomarlo por las armas de la República tantas veces mancillada frente al imperio, y a la doctrina Monroe que también se aliaba con España. A lo interno, lo que fue absolutismo se trocó en oligarquía y caudillismo, y el pueblo con quienes contaron para alcanzar romper las cadenas volvió a su pobreza y su ignorancia, a su miseria, de nuevo traicionada por quienes les habían ofrecido esperanzas, y en quienes confiaron por ser hijos de Bolívar, hombres de confianza del Libertador, a quienes ascendió a generales, coroneles, capitanes y tenientes.

El ostracismo hizo más daño que la pérdida y mutilación en el combate, en el fragor de las batallas por una causa justa, en provecho de darle lo que el pueblo merecía, pero el viejo patriciado, la oligarcas de casta, de clase social que resuelta a emanciparse, vacilaba entre la sus privilegios y la igualdad bajo un marco jurídico; en tanto que otro sector igual aspiraba pero desde lo espontáneo y si se quiere despótico, pues dirigidos por caudillos, que fueron jefes y presidentes a la vez, a quienes no se les respetaba , se le temía, pues el miedo y no las virtudes eran su hoja de presentación; sin anhelos de programas. Son los que deciden la suerte de la unidad de América, y se debaten entre los partidos civiles fieles a la Independencia, a los que se adhieren los que regresaban, enfrentados a las fuerzas que regresan al país con su título castrense y que ponen fin a las aspiraciones de los oligarcas; pero sobreviven los principios y doctrinas constitucionales y jurídicas; aunque se disputaran la letra y el mando con los Jefes Militares. La mayoría de estratos sociales con sus modos y sin más educación que el cuartel, la obediencia a su jefe caudillo de turno; Páez el primero, "un oscuro soldado de los más turbios antecedentes cuartelarios." Representante indiscutible para la conducir aquel Estado de cosas en total caos, donde todo será cambiado intempestivamente a capricho de quien ejerza y atraiga a su concurrencia, el manejo del poder, dejando que el sistema y sus instituciones política sigan el curso de los acontecimientos, como vaya viniendo vamos viendo.

Esto es historia medida con bala raza, pues lo que arrancó como un "binomio caudillo-oligarquía" de resuelta inclinación autocrática y personalista, no dejaba margen sino a las escasas funciones burocráticas y tecnicismos legales y jurídicos, del que recelaban en demasía por parte de quienes aspiran a gobiernos libres de ataduras e imposiciones por parte de autócratas; sin embargo, serán ambas fuerzas antagónicas las que se dirimirán la historia que se estará escribiendo. Nuestra historiografía recoge con fruición tales detalles, desmenuzándolos y despejando las brozas del tupido compendio, en un denso y enmarañado bosque que no permite ver el árbol. Querella que se mantiene desde entonces, y no ha hecho otra cosa que deslizarse, cuando no arrastrarse, frente a los liderazgos civiles o militares, que dependerán de cómo se bata el cobre, con profesionalismo y disciplina, con jerarquía y honestidad, con principios y valores, sin esgrimir títulos nobiliarios, herencias aristocráticas, descendencias directas del creador que delega en la testa del sicario, perdón el primario de Dios en la tierra. O los viudos y viudas de los matricidios, parricidios, filicidios por luchas internas entre liberales y conservadores, entre socialdemócratas y socialcristianos, socialistas comunistas y neoliberales; pero que pasan por alto que el objetivo común "no es ni será nunca patrimonio de ninguna familia ni persona." (Artículo 2° Constitución del 30). Aprendieron de sus errores, cayeron una y otra vez y se levantaron más fortalecidos, y son los magos de la manipulación y el disimulo pues en ellos están concentrados los principales artífices del poder sobre el planeta, el Estado, la Iglesia y la Propiedad sobre las vidas y las cosas, son el músculo y ahora también el cerebro, puesto que es la única institución en cuya estructura y dimensión se pasean todas las demás, para poder controlar el poder difuso y en balance permanente, el equilibrio lo ponen las masas puesto que hacia donde ésta se incline, moverá a favor o en contra el eje que regula la velocidad y el ritmo de acción, para poder determinar qué y cuáles tendencias requieren de mayor atención entre las demás variables que se conocen.

El gran problema a solventar fue lo concerniente a la lastimosa realidad del país y el rol de las jefaturas superiores, puesto que el problema principal era la administración nacional, y a decir de Oropeza "No podrá pues el procerato civil de 1830 fundar un Estado en donde sólo cuente como factor determinante en las decisiones fundamentales y en la integración del gobierno, el mismo título que heredaron de los constituyentes del año 11, esto es, una soberanía popular que solo ellos interpretan y representan porque el común de los ciudadanos, el pueblo analfabeto y desposeído debe contentarse con sus derechos civiles y naturales, sin ninguna participación por el que sufrió, ni en la constitución del gobierno ni en las decisiones que orientan y definen el destino común." Cuarenta años después, pareciera una sombra que se asoma cuando el ego está descuidado, y se dan los cambios que, en vez de beneficiar a los más pobres, por el contrario, lo hace con los más ricos. Son tiempos de la mayor virulencia política personalista y despótica, jefes supremos, hábiles demagogos, líderes insatisfechos que, al regresar ahora de la guerra civil, no se detienen ante ningún amparo legal o quien ose conducirlo por el sendero de la ley y la norma. Son individuos que, desde su maltrecho fuero interno, se enfrentan a los civiles a quienes tienen por minusválidos y poco dotados de ese carácter recio que sólo conocen los que saben empuñar un machete con el que se acaban las discusiones estériles. Era el delirio que flotaba como promesas de todos cuantos buscaban ganarse algún mendrugo que pudiera sustraer de los saqueos. Con tales perspectivas no suena raro que se impongan los césares necesarios, son partos de la historia de engendros que son gestados por las épocas donde se mezcla lo más vil del hombre que solo ha conocido la muerte, la destrucción y la pérdida de lo que alguna vez pudo haber sido parte de su humanidad, que se quedó clavada en alguna degollina en cualquiera de las justas en las que participó.

El Bicentenario se esperó como si con él llegarían los milagros con los que nos salvaran de falsos profetas, o de sentimiento fugaces y pasajeros, casi establecidos por decreto. A dos siglos de aquella epopeya, debemos recuperar esa forma de decidir nuestros destinos donde no existan estas diferencias entre las capas gobernantes y el resto de quienes ya con el sol a la espalda, vemos como lo que se logró hace veintiún años, está a punto de perecer, pues se está forzando el timón hacia la derecha, en medio de los momentos cruciales para la humanidad, y con un país que con el concurso de todos y todas, si realmente quisiéramos salir del momento crítico en el que hemos entrado, deberíamos volver a Bolívar y Chávez, pero no de pura palabrería, cuando en el fondo todo va a contracorriente, y se está pidiendo a gritos ser reconocidos por el imperialismo, cuando quedamos endeudados con los chinos, los rusos, los iraníes, y no hemos sido capaces de producir y autoabastecernos, ni poner en marcha los motores del progreso. En los medios de comunicación se nos inunda con informaciones edulcoradas, pura propaganda política sobre que estamos bien, pero vamos muy mal, no se produce petróleo, apenas quinientos mil barriles, el dólar nos lacera a diario con aumentos y la especulación es peor que la pandemia, pues muta constantemente, mientras los salarios solo alcanzan para medio subsistir. Los ahorros vueltos sal y agua. Pasó la fiesta y volvimos a la realidad real, a la precampaña para las elecciones de noviembre, con las manipulaciones de rigor desde el PSUV, para lo que ya es una práctica consuetudinaria, el dedo y la cooptación, entubando a los electores para que un voto esté amarrado a tres impuestos, como única forma de elegir. Verdaderamente lo que podemos sacar en claro es que el poder está en los galones y los civiles deben aprender a obedecer, que es como quieren que pensemos, para como dijimos antes parecernos cada vez más a la potencia China, es decir de pluma, pasar de una a peso pesado, con el milagro de la Independencia de hace doscientos años, de los cuales al parecer no hemos aprendido mucho todavía.

"Volando por entre las próximas edades, mi imaginación se fija en los siglos futuros" Simón Bolívar.

 

 Simón Bolívar.

 



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Franco Orlando


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