Día a día crece y se hace efectiva la toma de conciencia sobre la protección y defensa de los acervos culturales. La declaratoria de los bienes como patrimonio cultural se ha transformado en un tema estratégico para las políticas públicas culturales, tanto del ejecutivo como de la rama legislativa. De igual manera, el tópico es necesario abordarlo desde lo nacional, estatal y municipal. Se requiere una gestión patrimonial pública eficiente y exitosa. La legislación patrimonial debe ser resueltamente revolucionaria. La Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural, del año 1993, ya ha arribado a los 28 años. Su actualización y nueva elaboración está a la orden del día. Resulta necesaria una norma patrimonial que sirva de marco jurídico a las leyes patrimoniales de los estados y de las ordenanzas de las entidades locales. Existe una deuda en esta materia y no se observa la voluntad política por emprender esa labor legislativa. Pareciera existir un marasmo, una ausencia de ánimo legislativo. Ojalá no resulte nunca un despropósito. Es ineludible emprender esa labor legislativa. Definitivamente, el compromiso resulta revolucionario, transformador, constructor del Socialismo del Siglo XXI. Estamos dispuestos a ayudar y aportar nuestro grano de arena.
La UNESCO llega a definir al patrimonio en los siguientes términos: El patrimonio cultural es la herencia cultural propia del pasado de una comunidad, mantenida hasta la actualidad y transmitida a las generaciones presentes. Una gran paradoja viene a ser inherente al patrimonio cultural: es un pasado vivo, demasiado viviente; es historia, también presente. Comprender la dimensión histórica-social del Patrimonio Cultural permite reconocernos como pueblo y nación, reconocernos y posesionarse de los derechos culturales y desarrollar el sentido de pertenencia y la memoria de existencia. Una inmensa memoria histórica nos pertenece, hagámosla viva, presente, dinámica, revolucionaria.
Diseñar e instrumentar políticas públicas patrimoniales posee un marco jurídico internacional con el cual es posible orientar la conservación del Patrimonio Cultural. Casi todas las legislaciones del mundo poseen un marco de igual naturaleza. Hasta el presente son muchas las declaratorias, recomendaciones y demás instrumentos jurídicos y legales en materia de patrimonio cultural. Pasearnos por tales documentos es un trabajo impostergable.
Quizás, a las primeras que resultan necesario hacer referencia tiene relación con las Convenciones. En ese sentido, podemos citar sendos ejemplos: la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural, UNESCO, correspondiente al 16 de noviembre de 1972. Han transcurrido 49 años desde su proclamación. La Convención fue adoptada por la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, (UNESCO), cuyo objetivo es promover la identificación, protección y preservación del patrimonio cultural y natural, considerado especialmente valioso para la humanidad. La otra viene a ser la Convención sobre las medidas que deben adoptarse para prohibir e impedir la importación, la exportación y la transferencia de propiedad ilícita de bienes culturales, correspondiente al 14 de noviembre de 1970.
La Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, (UNESCO), en su 17a, reunión celebrada en París del 17 de octubre al 21 de noviembre de 1972, adoptó ese conjunto de medidas orientadas a la protección y defensa del patrimonio cultural. El tema no se agota, volveremos sobre el mismo. Es vital y necesario impulsar su conocimiento. Una política pública revolucionaria audaz y bien definida sobre el Patrimonio Cultural resulta fundamental. Ese histórico binomio se redimensiona: identidad-diversidad culturales para todas las generaciones., para la nación, para la patria. No puede haber patria sin patrimonio cultural. Ser venezolano es desarrollar, entre otras opciones, un recio sentido de pertenencia, una intrincada identidad cultural y un resuelto respeto por la diversidad cultural. Esos somos, una extraordinaria nación multiétnica y pluricultural.