Docencia amena

El Doctor José Domingo Díaz y su papel dentro de la historia republicana

El Libertador Simón Bolívar durante los años que le llevó desafiar a una de las potencias más dominantes de su tiempo tuvo que protegerse muy bien no solo de las balas y las lanzas enemigas sino de las notas y publicaciones más hirientes para la causa independentista venidas especialmente de familias acomodadas, en buen número, fervientes seguidoras de la corona española.

Como bien es sabido la historia es contada, de cuyos hechos y personajes se extrae, cronológicamente los elementos que identifican, dentro de lo clásico, a los vencedores.

En este caso nos valemos de la historiografía para traer a uno de los personajes auténticamente reconocido como antihéroe del período republicano, eso sí, con diversidad de roles dentro de la sociedad en que vivió y que es necesario recordarlo a fin de ahondar aun más en la identidad espiritual de Bolívar ante todo tipo de adversidad vivida como líder del movimiento patriota.

Se trata de José Domingo Díaz, considerado el mayor de los antihéroes de nuestra independencia, todo un polemista.

Por tratarse de un hombre de piel blanca será acogido en el seno de una familia pudiente a sabiendas fue concebido producto de la unión extramarital no aprobada como parte de una sociedad excluyente. Es de suponer fuera uno de tantos niños expósitos de su época. Bajo la crianza de sus mentores será bautizado y vivirá dignamente. Son los Díaz Argote, el núcleo familiar de quienes tomará su apellido.

Gracias a su dedicación por los estudios, su apego al trabajo, madurez intelectual cursará la carrera de Humanidades en la Real y Pontificia Universidad de Caracas que luego cambiará por Medicina.

De acuerdo a una investigación elaborada por Argenis Gómez Páez en su libro Historia de un antihéroe: Obra científica y labor periodística de José Domingo Díaz (1772-1842?) señala que asumió la profesión de científico en el área de la medicina y por medios de escritos se revela un hombre que estudia, se informa, aprende disciplinadamente y que, sobre todo, reflexiona permanentemente sobre sus quehaceres. Como práctica anota y produce libros. 

También incursionó en el periodismo. Se distinguió por ser apasionado, frontal, lacerante y a la vez erudito.

Al regresar de España, en especie de autoexilio, después de 1810, no se sentirá cómodo ni con la revolución de abril y menos con el estallido de la guerra. Durante ese período se encargará de elaborar su dossier con tal su pluma no tenga contemplaciones hacia enemigos republicanos. La Gaceta de Caracas será la tribuna de esas incisivas notas. 

Bolívar, cual hidalga figura pública, soporta toda la fiereza del doctor José Domingo Díaz tratándose de un fiel defensor del rey y la Iglesia al cual había que hacerle frente de la misma manera. Ataques iban y ataques venían. El doctor Díaz quiso como fuere necesario mantener esperanzada a toda la sociedad mantuana de Caracas y de otras provincias en Venezuela con tal siguieran siempre afectas al ejército español. Una de las razones principales por las cuales el Libertador da paso a la creación del Correo del Orinoco en 1818 como parte de las confrontaciones de ideas atizadas en el fragor de la guerra.

No es de extrañar en la Venezuela Bolivariana identificar comportamientos semejantes a las del Doctor Díaz que sirvan de ejemplo, siendo el caso, de castas o individualidades públicas serviles al conservadurismo de sectores pudientes ante las políticas económicas de las grandes potencias occidentales de la actualidad.

Hay que ser justo con lo siguiente: el doctor Díaz se mantuvo incólume hasta el final de sus días a pesar que su partido y todo lo que defendiera fueran derrotados.

Ya para finalizar, en su obra Recuerdos sobre la rebelión de Caracas destaca líneas que sugerimos sean leídas y tratadas acerca de su visión del lado de los vencidos siendo testigo en primera persona de los sucesos de la guerra de independencia dejando, transparentemente en evidencia, su marcada nostalgia y fluyente pasión:

“Aquella provincia (Venezuela), la más feliz de todo el universo, había caminado en prosperidad desde su descubrimiento, cuando el comercio libre, con los puertos habilitados de estos reinos, concedido por Su Majestad en 1788, aceleró su hermosa carrera. Cada año se hacía notable por sus asombrosos aumentos: los pueblos existentes veían crecer su población; en los campos establecerse otras nuevas; cubrir la activa mano del labrador la superficie de aquellas montañas hasta entonces cubiertas con las plantas que en ellas había puesto la Creación”.

 


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Brígido Daniel Torrealba


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