Durante la historia que hemos vivido, en nuestra generación, presenciamos la existencia de tres países criminales, la Alemania de Hitler, el apartheid de Suráfrica y los gobiernos de Israel, donde la masacre, la persecución, el racismo y el terrorismo han sido una política de Estado. Israel se ha convertido en el ejemplo más destacado, porque ha desempeñado el papel de víctima y de victimario.
El pueblo israelí fue sometido a la más cruel persecución por parte de la Alemania hitleriana, casi exterminándolo, torturándolo, desgarrándolo, muerto por el hambre en los campos de concentración.
Apenas si quedaron sobrevivientes que, por decisión de la Naciones Unidas o de los ingleses, ocuparon territorio palestino, contra cuyo pueblo Israel hoy está aplicando los mismos métodos de los que fue víctima bajo la locura asesina de Adolfo Hitler.
Aunque su responsabilidad es compartida, porque sin el apoyo actual de Estados Unidos no habría podido cometer todos los delitos que ha cometido contra el indefenso pueblo palestino y sin la anuencia tácita del Consejo de Seguridad, el que -ante el último atentado de Israel- sólo pidió una ridícula investigación imparcial.
La última fechoría del Gobierno israelí la cometió la pasada semana, cuando un comando de la Marina realizó un ataque sangriento contra una flotilla humanitaria que se dirigía a la Franja de Gaza, integrada por defensores de los derechos humanos que transportaban alimentos y medicamentos para los desamparados palestinos, sometidos a un despiadado bloqueo por parte de Israel.
El Gobierno de Israel no sólo es criminal, sino también exagerado y asquerosamente cínico. Su vocero manifestó que su país no tiene por qué pedir perdón para defenderse -ellos fueron los atacantes y únicos armados durante el violento abordaje.
Reiteró que "la violenta actuación de los comandos israelíes fue la respuesta a las agresiones recibidas al abordar el barco". Tamaño cinismo no cabe sino en un cerebro enloquecido, como son los de los fascistas que dirigen a Israel, en especial Netanyahu y el general Ashkenazi, quien felicitó a sus soldados por tan heroica actuación.
Abogado