Todo fríamente calculado de conciencia y acción, decreto en mano. Tal como lo afirmara el dirigente adeco Ramos Allup, al periodista Clodovaldo Hernández en reveladora entrevista del diario Ciudadccs.
Hoy nueve años después del fracasado golpe de abril en Venezuela, millones de venezolanos en rechazo a tanta impunidad, y en honor a esa valiente e inolvidable gesta del 13 de abril del 2002, se preguntan:
¿Cuando los golpistas que directamente participaron en ese Golpe del Estado van a pagar su castigo?
Con toda impunidad…
Verlos disfrutando las prerrogativas que les confiere ser gobernadores, alcaldes, diputados. Atrincherados en sus curules sabotean, irrespetan a directivos y diputados bolivarianos en la Asamblea Nacional, como se vio durante la Memoria y Cuenta del Poder Ejecutivo; y en la grotesca intención de convertir delincuentes en parlamentarios con cargos directivos.
Son los mismos que permanentemente, y siempre con la colaboración expresa tanto de los dueños de medios privados, como de una calificada parte de profesionales de la comunicación, incitan al caos, promueven vergonzantes huelgas de sus estudiantes. fabrican “presos políticos” Defienden públicamente a connotados delincuentes narcotraficantes o estafadadores aún en contra de Venezuela. Enjuician una y otra vez al Presidente Chávez en nombre de una supuesta defensa de la Constitución Bolivariana, siendo precisamente esta Constitución, la que ha dejado sin efectos sus absurdas acusaciones en tales juicios.
Y encima, a dentelladas entre ellos, buscan ser candidatos a Presidentes de la Republica Bolivariana de Venezuela? ¡Carrizo, cualquier cosa pues!!
Interpretando que el más elemental significado de impunidad , es dejar sin castigo a culpables directos intelectuales, o ejecutores de crímenes ,y otros delitos, entonces tenemos a un Leopoldo López, y Capriles Radonsky ambos incursos en delitos contra la Cosa Pública; de conocimiento a través de los medios de comunicación públicos y privados. Eso es otra historia.
La historia que nos ocupa es reseñar que ambos ex alcaldes incurrieron el 11, y 12 de abril de 2002, en delitos jurídicamente comprobados, al ser públicos, notorios y comunicacionales, y que por las características que presentan estos delitos, en el intrincado terreno de las leyes, reza que dichos ciudadanos deben ser enjuiciados de oficio. Pero, no. Hoy …hasta Presidentes de Venezuela, irresponsable y cínicamente juegan a hacerlo!
Con el permiso de los Robertos: como todos pudieron, pudimos ver entonces, a través de los medios de comunicación, a un Leopoldo López, en su cargo de Alcalde del Municipio Chacao, durante su frontal actividad en las guarimbas, caos, tranca de las vías en Altamira, y también acompañando a la multitud que intentó linchar a altos funcionarios del Gobierno, entre ellos, al Gobernador Tarek Willians Saab y a Ramón Rodríguez Chacin Ministro de Relaciones Interiores y de Justicia, para entonces.
A Capriles Radonski, en su cargo de Alcalde de Baruta, que no evito ni levantó por falta de autoridad o voluntad, el salvaje asalto perpetrado a la Embajada de la República de Cuba, y también se le vio acompañar a quienes golpeaban a los referidos funcionarios del Gobierno del Presidente Chávez.
Mientras Enrique Mendoza, después de su retirada en moto dejando atrás la marcha hacia Miraflores, con su cachucha “pa tras”, orgulloso vociferaba y celebraba en tono de malandro en los medios de comunicación, su proeza comunicacional, que “ese canal, el canal 8 va fuera del aire” y calificándolo de “basura”.
Ese luminoso 13 de abril cuando hombres y mujeres de verdad revolucionarios, por diferentes maneras, caminos, armas, rescatamos al Comandante Chávez, quien una vez apareció en el horizonte como indómito corcel y nos montó en su grupa Venezuela adentro al rescate de la confianza, la fe, por el ideal revolucionario que siempre habíamos apretado con fuerza, a prueba de la propia vida en ese combate liberador.
Ideal combate que clamaba, clama aún 13 de abril por medio, por la justicia verdadera, y por el fortalecimiento de nuestra Revolución, que se hace imperativo aplicar la ley que es dura, pero es la ley, y en su necesario cumplimiento no debe haber impunidad; caiga quien caiga.