Desde New York, un amigo muy talentoso, buen analista, en un correo lleno de asuntos personales y afectuosos, incluye lo relacionado con Joaquín Pérez e inquiere mi opinión sobre ello.
Resulta que no tenía previsto opinar sobre ese asunto, pese la controversia que ha desatado en la izquierda venezolana, la que todavía no acaba de salir de la relativa al asunto Libia y Kadafi. Los avatares relacionados con las FARC, la entrega de retenidos, las excesivas concesiones dadas al gobierno de Uribe, el atender con gentileza y caballerosidad, un asunto de naturaleza política, por las solicitudes de Piedad Córdoba, en el afán de servir a aquel proceso, me inclinaron a olvidar por un tiempo todo eso.
Me pregunta mi parecer sobre la detención de Joaquín Pérez, al mismo tiempo que manifiesta su desconcierto cuando dice: “No me parece algo propio de Chávez. Es la primera vez que hace algo como eso que viola la solidaridad internacional.”
Mi respuesta fue la siguiente:
Hermano:
De Joaquín Pérez no sabía absolutamente nada hasta que le detuvieron. Pero supe luego que es el director de ANNCOL, página cuyas características conoces y a la que por cierto, he entrado muchas veces desde tiempo atrás. En cuanto a la actitud de Chávez frente ese asunto pienso lo contrario de mucha gente y no me causó asombro alguno. Siendo ese señor un personaje en la mira y solicitado por el gobierno de su país, en un nivel de importancia alto, tomando en cuenta los antecedentes inmediatos de nuestras relaciones con Colombia, las que llevamos actualmente con su actual gobierno, presiones que han habido y hay contra el nuestro, que pasan por acusarle de terrorista o protector de quienes acusan de tal, lo que ya sucedió por la intermediación nuestra en el asunto de las liberaciones, el juego, digo yo, poco claro de las FARC, con respecto a nuestro gobierno, planes de UNASUR y el momento, reunión de los cancilleres latinoamericanos y del Caribe con relación al CELAC, cuestión de vital importancia estratégica, el director de ANNCOL, no debió venir ahora a Venezuela. El argumento de algunos, según el cual lo había hecho otras veces, carece de pertinencia. Lo menos que se puede pensar es que, el señor Pérez y sus amigos, no supieron valorar las circunstancias. Sobrevaloraron sentimientos y no el hecho que en veces, la política queda sujeta a pragmatismos y compromisos ineludibles.
No es la primera vez que se envían detenidos, acusados de guerrilleros al otro lado de la frontera. Ahora con Santos, eso se ha intensificado y el propio Chávez ha advertido de manera reiterada que detendrá y entregará a Colombia a combatientes que entren a nuestro territorio.
Pensemos un momento, ¿qué pasaría si Chávez hace lo contrario, opta por proteger a Joaquín Pérez?
¿Este gesto haría bien en lo que respecta a los efectos inmediatos de nuestras relaciones con Colombia, en todo lo que ello significa y los planes políticos globales que tienen que ver con América Latina y el Caribe y la estrategia frente al imperialismo?
¿Habría que privilegiar “la imprudencia”, en aras de una “solidaridad internacional” sin frenos ni cautela o, por qué no pensarlo, privilegiando los intereses de las FARC, que en fin de cuentas, atienden básicamente, como es natural, a su propia estrategia? Lo que quiere también decir, que la nuestra no la tienen en primer plano y es natural que así sea.
Ahora bien, pensemos. No tengo respuesta. Es bueno discutirlo. ¿Hasta dónde, nuestra estrategia que anda en lo de la unidad de las naciones Latinas y del Caribe, debe dejarse afectar por lo qué hace o deje de hacer las FARC?
Las FARC no actúan, ni tienen por qué hacerlo, atendiendo a lo nuestro de manera específica. Las jornadas de las liberaciones lo demostraron. Están en lo suyo. Quizás, cree uno, por un poco de buena fe y hasta ingenuamente, les convenga que las relaciones con Venezuela se mantengan como cuando Uribe. Hasta Santos ha admitido, que por los momentos “no hay presencia guerrillera colombiana en Venezuela”. Por lo qué es pertinente preguntarse: ¿Las actuales relaciones convienen a Venezuela? ¿Son beneficiosas para el pueblo colombiano?
Entonces, la respuesta a la actitud que el gobierno venezolano debe adoptar ante la presencia, supone uno, por decisión personal del señor Joaquín Pérez, sabiendo de la alerta declarada con respecto a su persona, la significación que le da el gobierno de Colombia, estaría sujeta a las que les demos a las preguntas anteriores y siguientes.
¿Qué haría el gobierno colombiano si el nuestro se negara a entregar al director de ANNCOL? ¿Sería ese un gesto adecuado para seguir recomponiendo las relaciones? ¿Podría decirse que el caso del señor Mackled, pieza por cierto de enorme interés para el Departamento de Estado, tanta como para usarla como nueva computadora, preñada de “buenas informaciones” contra Chávez, por lo que solicitó se lo entregasen, no es gesto digno de tomar en cuenta?
Hay quienes dicen, y con eso matan todo, que a los gringos Mackled ya no interesa porque le sacaron lo que sabía. ¿Acaso lo que les interesa de manera privilegiada es lo que aquél sabe o lo que le pongan a decir contra Chávez?
Por aquel simplismo, concluyen que la deportación a Venezuela no es mala para los gringos.
Pero esa respuesta no es nada sensata. Los gringos podrían negociar con Mackled, ya lo hicieron con Antonini Wilson, y a cambio de ablandarle la pena, ponerle a contar historias inverosímiles contra nuestro gobierno y especialmente para enlodar al presidente venezolano.
Pero Santos, no le envió al norte, sino se comprometió hacerlo a Venezuela; es más, ya lo anunció formalmente. Se acogió al hecho que nuestro país hizo la solicitud antes que Estados Unidos. Por supuesto que, por encima de esa formalidad, privilegió las relaciones con Venezuela en virtud de los problemas económicos que a ellos causó el deterioro por las irracionalidades y bajezas de Alvaro Uribe y el drama que hoy se cierne sobre el hermano país.
Sería infantil desconocer que el estado de cosas, promovidas por el orate, guerrerista y adulante que hasta hace poco gobernó en Colombia, causaron también dificultades en Venezuela y la política que imprime el presidente Chávez.
De modo hermano que, al juzgar lo anunciado con respecto al señor Joaquín Pérez, sería muy sensato pasearse con paciencia alrededor de todas estas cosas. El cerebro está arriba, las vísceras más abajo.
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