El cantante revolucionario de las FARC, Julián Conrado logró
"filtrar" una carta manuscrita publicada por Aporrea el viernes 22
de julio. También nos enteramos que un Jzgdo venezolano ha hecho
lugar el Haber Corpus incoado por un abogado venezolano, en
representación de la Coordinadora "Que no calle el Cantor", que
agrupa a militantes del arte y la poesía venezolana, entre ellas
figuras destacadas en la vida pública de nuestro país y proceso
político.
Que se haya podido develar el sitio de su horrendo confinamiento,
que de su puño propio podamos leer una carta enviada a los nobles de
este mundo, que centenares de intelectuales, artistas, políticos,
sindicalistas y militantes de este planeta, nos hayamos manifestado
en contra de su captura, del repudiable modo operado, de la alianza
entre la policía bolivariana y la semifascista DAS, y que Julián
grite en silencio en su carta que "ni me rendiré, ni traicionaré",
exhortando al líder de la revolución bolivariana a respetar las
leyes internacionales de asilo y sus derechos individuales como
refugiado en la Venezuela revolucionaria, nos obliga a pensar al
revés.
¿Por qué esto está ocurriendo en la Venezuela revolucionaria?
¿Cómo se puede justificar que un militante antiimperialista deba
informar que le esperan la "tortura y la muerte" si el gobierno
venezolano lo entregara al de Santos?
Alguien puede creer que no. Pero sí se puede. Algunos cortesanos
tarifados como Bilbao creen que sí.
Pero Marx y Engels no son culpables (¿Es una casualidad que haya
"olvidado" justamente el de los Procesos de Colonia" en 1852?) No,
no hay casualidad ni olvido. Es parte del precio.
No es necesario coincidir con las tácticas y el programa de Julián o
de las FARC para defender principios que los trascienden, dentro y
fuera de nuestro país.
Para comprender con alguna racionalidad el absurdo de un preso
revolucionario en un país que invoca la misma causa, hay que pensar
al revés.
meguerrero00@gmail.com