Para Iris Varela

Llegó con tres heridas; la de la vida, la de la muerte, la del amor

Nada más humano que una cárcel, humano y burgués. La humanidad, lo humano, es; en la medida de la sociedad que lo engendra, del tamaño de su tiempo histórico. Responde lo humano a la cultura que lo modela. Para la sociedad burguesa delito y pecado significan lo mismo y se purgan ambos en el infierno, por eso los centros de reclusión penal son a la vez infierno y antesala de la muerte. Concebidos como recintos de segregación social, funcionan como clínicas de odio y resentimiento, los penales son escuelas superiores de insensibilización. Sólo el trabajo socialmente productivo y la formación académica profesional pueden intentar rehabilitar la sensibilidad amatoria, la necesidad de otros, la pertinencia antropológica. Sólo el trabajo socialmente productivo puede invocar el eros para que éste sofoque el tánatos. Sólo la profesionalización académica puede insertar a alguien en la cultura que de modo despiadado lo rechaza, sólo el conocimiento, el saber, puede reconciliar a alguien con el entorno social que lo execra.

Delinque quien tiene abierta la herida de la muerte, cicatrizada la herida de la vida, y sin abrir la herida del amor. Nada tienen que ver en ello la moral y la ética liberales que son las mismas de los cultos y las religiones: los penales se rigen por la ética y la moral indoblegable del más fuerte. El más fuerte es el poder constituido, o sea; el Pran, los tribunales, las policías, los comerciantes que son delincuentes visados, los abogados, las fiscalías, los banqueros que son ladrones libérrimos, los legisladores moralistas, la escuela primaria y la secundaria, las iglesias, el patriarcado, la adolescencia solitaria, la ignorancia, el ocio forzado.

Comandante Fosforita: te pusieron a prueba de fuego y te puedes quemar en el infierno en el que te metieron, pero puedes salir más victoriosa que la de Samotracia si agarras ese diablo por los cachos y conviertes los recintos penales en universidades de la vida colectiva, de la producción social. Si conviertes el ocio en libros, poesía, huertos, talleres fabriles. Si logras que los hombres y las mujeres segregados judicialmente por la moral capitalista, sean diseñadoras (os), gastrónomas (os), carpinteras (os), arquitectas (os), médicas (os), agrónomas (os), bioanalistas, músicas (os), lutieres, y cualquier otra profesión que a medida que la estudie la practique con sus iguales reclusos, ¡Ah!, y eso de “muchachos privados de libertad” es una ñoñez que intenta perfumar el desprecio y el miedo que produce tratar de tú a tú con homicidas, matricidas, filicidas, narcotraficantes, violadores, ladrones, estafadores, porque eso es lo que son y por eso es que están presos, reclusos, reos, encerrados, convictos, pero eso no los hace distintos ni peores, tan sólo condicionalmente diferentes. En las cárceles, presidios, penales, prisiones, no habitan ángeles; conviven delincuentes, y aunque no estén todos los que son, sí son todos los que están. La tarea verdaderamente revolucionaria consiste en lograr que cuando cumplan su pena, condena, sanción, castigo, se inserten como ciudadanos convencidos, en una nueva sociedad capaz de incorporarlos plenamente, sólo así aquella afirmación de Chávez de, cuánta suerte tuve por estar en la cárcel, será un acierto político y no una expresión cínica de Poder Constituido potenciado al absurdo.

No te deseo suerte Fosforita, no depende del azar tu futuro inmediato, depende del grado de transformación revolucionaria que intentes y logres, depende de los cojones femeninos que tengas para resistir la furia a desatar por los intereses de clase dominantes, depende de a quién convoques para que te acompañen, depende de la lealtad ciudadana de los convocados, depende de que puedas derrotar las lealtades personales, los amiguismos burocráticos, el biyuyo constante y sonante que genera y reproduce la guerra brutal entre una minúscula clase dominante y otra mayoritaria dominada. Si nuestra sociedad venezolana contemporánea fuese un ente biológico, por cada diez células de su organismo socialista, cinco serían burguesas. Espejos de toda sociedad, son la delincuencia y el sistema judicial; dime cómo delinques y te diré en qué injusticia vives.

Kloriamelypz@hotmail.com



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Kloriamel Yépez Oliveros


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