Al colega Fuenmayor, con todo respeto

Si bien, planteamientos como los contenidos en "¿Racismo o clasismo?" (Últimas Noticias, 10 de agosto 2011) merecerían comentarios más extensos, ante la urgencia de retomar el debate prefiero señalar ahora mismo algunas divergencias, que en un momento más holgado apuntalaré con otros detalles y mejores argumentos, sin aspirar a lo definitivo e irrebatible por mi condición de ser humano. En este instante tendré que conformarme con una rápida enumeración de ideas poco trabadas entre sí.

Es cierto que originalmente el término "criollo" se refería solamente a los blancos-blanquitos nacidos de padres europeos. Como dice el colega Fuenmayor, más adelante se fue extendiendo a la mayor parte de la gente nacida en nuestro Continente, predominantemente mestizos. Lo que vengo criticando hace años es el error en que caen muchos habitantes de este país –muy especialmente los narradores deportivos– de tender a reducir la acepción de la palabra a los "venezolanos por nacimiento", frente a otros pueblos latinoamericanos y caribeños que igualmente usan el vocablo con legítimo orgullo y arraigo histórico, como por ejemplo peruanos y argentinos, aunque no exclusivamente ellos. El "criollismo" tanguero bonaerense de Carlos Gardel ha hecho escuela. Por decir lo menos, también me parece estrafalario en un campeonato de béisbol, referirse a un juego entre Venezuela y República Dominicana como a una contienda entre "criollos" y dominicanos.

Las diferencias llamadas "raciales" se fundan en minúsculas diferencias genéticas pero existen; y lo que es mucho más importante, no hacen mella en absoluto en la inteligencia y capacidad de las personas de diversos linajes. Más bien diría que, al despojarnos de nuestros habituales prejuicios, la escala cromática de los colores cutáneos viene siendo algo estéticamente muy hermoso, hasta insustituible; y sobre todo un buen exponente de la diversidad antropofísica en el seno de nuestra especie. La tipología mestiza se inscribe legítimamente dentro de esa variabilidad que nos enriquece. El tópico de las culturas es de otra naturaleza, distinta e irreductible a los hechos de índole biológica. Cuando yo hablo de cuarenta y tantas culturas indígenas en Venezuela, no me estoy refiriendo a razas ni a pureza racial, sino a manifestaciones, conocimientos, idiomas, valores y otras particularidades muy específicas que por fortuna se niegan a desaparecer y más bien se refuerzan ante la vigencia de la tesis de la Diversidad Cultural. Es muy bueno e importante que sea así porque está demostrado con creces que la globalización de una supuesta megacultura eurocéntrica –bien sea capitalista o aun socialista del siglo XX (sic)– conduce inevitablemente a la crisis planetaria, y tal vez a la destrucción definitiva al menos de las especies biológicas, comenzando por nosotros los humanos. Por ejemplo, mientras exista la cultura yanomami –con los necesarios cambios adaptativos que requiere el mundo contemporáneo– estarán bien protegidas las fuentes del Orinoco; mas si se cometiese la locura de desalojarlos de su medio, explotar salvajemente los recursos minerales de la región y fundar algo así como una Ciudad Cipriano Castro en el mismo lugar, podríamos tener la seguridad de que en pocos decenios los descendientes de explotadores y explotados, capitalistas y socialistas, banqueros, obreros y campesinos, es decir todos los habitantes del país y tal vez del mundo, estarán condenados a perecer de hambre, sed, asfixia y otras calamidades convergentes.

En cuanto al título mismo del artículo, el "pensamiento complejo" de Edgar Morin –y muchos otros que lo precedieron y siguieron– nos permite ver entre categorías tales como racismo, xenofobia, clasismo y varias otras, aberraciones complementarias mas no mutuamente excluyentes. Todo lo contrario, parecen más bien perfectamente compatibles con las actitudes de la gente predispuesta a la discriminación y al odio moralmente injustificados. Daré un ejemplo adicional. Un señor de obvio origen extranjero me comentaba que no le gustaba para nada la palabra "musiú". Y agregaba: algunos criollitos me quieren meter el cuento de que me lo dicen por cariño y cierta exquisitez; mas yo no lo siento así. Si me adoran tanto, aplíquenme otro calificativo, quizá uno más bonito. En forma casi idéntica, términos como negro, mulato, incluso zambo, pueden expresar diferentes actitudes, pero son múltiples y variados los estudios que apuntan a connotaciones y muchas veces hasta denotaciones racistas, sin que esto excluya un clasismo concomitante. Uno de los comentarios más corrientes que se oye en los barrios es cuando algún parroquiano expresa que "fulanita se casó con un blanco para mejorar la raza": y lo afirma muy en serio. Sin alargar la lista de vocablos discriminatorios, también preguntaría si al hablar –a veces llenos de ira y odio– de "gringos" o "yanquis" nos referimos también a Walt Whitman, Noam Chomsky o a la mismísima Eva Gollinger.

Me parece un poco contradictorio insistir por un lado en la casi obligatoriedad de abolir y desusar términos como raza o los referentes a diferencias biogenéticas de cualquier especie, mas al mismo tiempo seguir insistiendo hasta la saciedad en que "los venezolanos somos en un noventa y pico por ciento mezcla de blancos, indios, negros y ahora de asiáticos de distintas procedencias". Y si esto fuere así, ¿los que por x motivo estuvieran fuera de ese porcentaje –y además los que no nacieron en el país– merecerían por ello un trato discriminatorio?. O en un sentido más lato, los venezolanos, latinoamericanos o cualquier conglomerado humano no tienen derecho a establecer y afianzar en su país una diversidad de culturas y hablar distintas lenguas, siempre y cuando con ello se busque la hermandad entre los colectivos, el enriquecimiento mutuo, el respeto y la tolerancia. ¿O seríamos más radicales todavía abogando por la abolición de las diferencias, hasta ahora legítimas y evidentes, entre las mismas personalidades individuales, buscando una suerte de robotización?. Creo modestamente que nada se gana y mucho se pierde al tratar de reducirnos a un sólo patrón de conducta o esquema de pensamiento. Como dijo el poeta Efraín Hurtado, la identidad es una y múltiple. Y esto no tiene nada de paradójico, como tampoco la dialéctica y la polidialéctica. Todo ello se encuentra ínsito en la realidad.

Con mi mayor amistad y aprecio, Esteban Emilio Mosonyi


e-emosonyi@hotmail.com


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Esteban Emilio Mosonyi

Antropólogo y Lingüista. Rector de la Universidad Experimental Indígena del Tauca


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