Es un tema extremadamente complejo. Difícil de comentar… Pertenece al campo de lo que llamamos “alta política”. Una decisión favorable puede causar un profundo malestar en amplios sectores de las fuerzas revolucionarias, muy particularmente en el movimiento popular, al igual que puede causarlo en la oposición. En las filas de la revolución se dirá que se está pactando con la derecha y que se están haciendo concesiones inaceptables. En las filas de la derecha, que eso afecta la campaña mediática internacional diseñada contra la revolución o que se está privilegiando intencionalmente un interlocutor como Edgar Zambrano de Acción Democrática, en desmedro, por ejemplo, de la gente de Primero Justicia. Es decir, de lado y lado, se dirá que es una estrategia para dividir y crear conflictos en el bando contrario. Y es muy probable que haya algo de eso, pero no solamente eso. Puede haber otras consideraciones de orden político, internacional, económico e incluso, y muy particularmente, el factor que significa la salud del Presidente Chávez. Muy difícil sacar conclusiones…
En términos generales, a muchos revolucionarios con los cuales hemos hablado, nos molesta la decisión, particularmente si se le otorga a aquellos que no se han puesto a derecho y han huido del país, quizás se podría reducir el malestar para aquellos que ya han cumplido una parte de su condena. Llama la atención y no se entiende, ¿por qué se plantea la figura de la “amnistía” y, en todo caso, no la del “indulto”?. La amnistía es un “perdón” concedido para ciertos delitos, la calificación del mismo delito pasa a un segundo plano. Es una suerte de “borrón y cuenta nueva”. El indulto, por el contrario, reconoce el delito, y es una “gracia” concedida a personas que ya han recibido condena firme e irrevocable y se le conmuta la pena por otra menos fuerte. En este caso, no hay perdón.
No podemos dejar de recordar que la derecha, históricamente, se ha caracterizado por no perdonar, sirva de recuerdo la semana sangrienta en la que concluyó la Comuna de París, en mayo de 1871, donde en tan sólo 7 días se asesinaron a más de 25.000 comuneros, mientras que la izquierda se ha caracterizado por una cierta magnanimidad ingenua. En la memoria, el gesto del Presidente Chávez, el 13 de abril de 2002, que él mismo se ha criticado. Sin embargo, tenemos que reconocer que todas estas últimas consideraciones son insuficientes para limitarnos a ellas y, muy probablemente, no disponemos de todos los elementos de juicio para sacar las mejores conclusiones.
Lo que sí parece claramente inaceptable, en las filas de la revolución, y como ya lo señaláramos en la polémica extradición de Pérez Becerra a Colombia, y en estos momentos difíciles cuando se habla de la necesidad de la unidad, es que no existan “operadores políticos” en el Gobierno o en el PSUV que puedan sentarse, en privado, con los factores aliados y discutir la decisión. Explicarla. Creamos controversias políticas internas sin necesidad o, cuando menos, pudiendo minimizarlas. ¿No medimos las consecuencias? ¿O, intencionalmente, se busca la división de las fuerzas revolucionarias?