Como millones de ciudadanos en nuestro país y en el mundo tuve la oportunidad de verle y escucharle en sus declaraciones a TeleSur el pasado 11 de marzo.
Comenzamos a hurgar en nuestra memoria, en los vestigios de ese entonces, en nuestras huellas y señales, porque las emociones, los sentimientos y los recuerdos son testimonios de vida a 32 años de aquella tragedia a la cual usted se refirió:
“Yo participé en los primeros tiempos del Grupo Madera; del primer Grupo Madera que se hundió en el Orinoco y murieron casi todos sus miembros el 15 de agosto del año 1980.
Estábamos nosotros construyendo una casa en el barrio Marín, en la subida hacia la derecha donde vivía “Mandinga” y nos llegó aquella noticia terrible que se había hundido… y que habían muerto casi todos sus integrantes… del Grupo Madera. Que habían sobrevivido Carlos Daniel Palacios… su cantante y otras compañeras; las hermanas Ramos. Ahí nosotros participamos en los barrios de la época, no solamente rock, sino también la salsa, el guaguancó, los talleres de percusión caribeña…”
(Transcrito textualmente de la Entrevista a Nicolás Maduro realizada por la periodista Patricia Villegas en el canal Telesur el 11 de marzo de 2013) Disponible en: http://www.youtube.com/watch?v=1T6CvO-U_Ww
Después de escucharle me quedó la certeza de escribirle por la impostergable necesidad de aclarar sus recuerdos, y de puntualizar aspectos hoy más que nunca urgentes y necesarios.
Sin usted quererlo (segura estoy) transmitió una versión tergiversada de este doloroso hecho, que, si no es aclarada, corre el riesgo de perpetuar la especie falsa e interesada que se hizo noticia desde entonces.
Lo primero es que no todo se hundió.
Quedan incontables vestigios. Películas, fotos, entrevistas impresas, programas de radio y televisión, discos que están al alcance de la mano para la recreación de esa historia.
De eso podemos dar fe quienes sobrevivimos, integrantes, familiares. Y junto a nosotros la memoria viva, el recuerdo palpitante en el corazón de un colectivo cultor y creador de una propuesta socio cultural, como la que caracterizó el trabajo del Grupo Madera entre el año 1977 y el año 1980 antes de viajar al hoy estado Amazonas.
Cualesquiera sean las circunstancias políticas, las presiones electorales, los sentimientos personales, no es políticamente correcto enunciar un vestigio permeado por lo que fue la matriz de opinión creada precisamente por quienes detentaban el poder y el gobierno en ese tiempo.
Los jóvenes de entonces que conformamos ese grupo llamado originalmente “Folklórico y Experimental Madera” éramos trabajadores, estudiantes, músicos, cabezas de familia, aficionados y profesionales del canto, la danza, el baile, la poesía, la composición, mayoritariamente habitantes del barrio Marín de la parroquia San Agustín. Fuimos nosotros quienes recogimos y recreamos nuestra ancestral herencia cultural buscando trascender la agobiante y negadora realidad en la que vivíamos. No era fácil ser pobre y negro en Caracas. Muy difícil en aquellos años.
Con nuestro trabajo quisimos además aglutinar y canalizar el cúmulo de inquietudes artísticas y culturales latentes en el barrio, hacer de la música y el canto un medio concientizador que llegara al alma de los barrios, al campesino, al estudiante, al obrero. Hacernos eco del profundo sentir y deseos de cambio y de justicia de los pueblos latinoamericanos y caribeños. Era nuestra manera de luchar contra la miseria, contra el hambre, la represión, la falta de oportunidades, la alienación y enajenación a la que se pretendía condenarnos. El espíritu revolucionario fue nuestra divisa, con una visión política, más no partidista, adherida sólo al color de la transparencia. Con este propósito el grupo difundió su propuesta a través del territorio nacional, sin omitir procedencia de invitación alguna y sin el disfrute de beneficios económicos.
Como parte fundamental de este relato, cabe mencionar que en el año 1980 el Grupo Madera es invitado por el desaparecido Consejo Nacional de la Cultura (CONAC) a realizar una serie de actuaciones en las poblaciones indígenas del estado Amazonas, en su gran mayoría zonas donde las Nuevas Tribus cumplían una misión evangelizadora, denunciada por el Movimiento por la Identidad Nacional al cual igualmente estuvo vinculado el Grupo Madera.
Los integrantes activos del grupo para ese entonces, decididamente comprometidos, sumábamos veinticuatro personas de las cuales sólo trece pudieron viajar.
El 15 de agosto de 1980, fecha en la que habría de iniciarse el recorrido a través del río Orinoco, la embarcación que trasladaba a varias agrupaciones culturales, fue abandonada a su suerte por quien la capitaneaba al darse cuenta que la misma hacia aguas. Y, mientras él nadaba seguro hasta la orilla la embarcación era arrastrada por las incontenibles fuerzas de los raudales, y con ella sus ocupantes.
Como consecuencia, once de los integrantes del Grupo Madera fallecieron; fueron ellos Jesús (Chú) Quintero, Ricardo Quintero, Luis Orta, Ricardo Orta, Lesvy Hernández, Alfredo Sanoja, Juan Ramón Castro, Héctor Romero. De las hermanas Ramos a las que usted se refirió como sobrevivientes fallecieron las tres (Alejandrina, Nilda y Tibisay), con la excepción de quién le escribe la presente nota, la mayor de las hermanas Ramos, quien entonces no pudo viajar como tampoco pudieron viajar Miriam Orta, José Rivero y Faride Mijares.
Sólo sobrevivieron en ese fatal viaje tres de los integrantes del Madera: Carlos Daniel Palacios, Felipe Rengifo “Mandingo” y Marcela González. Ello en gran medida gracias a la ayuda de los indígenas.
Al respecto es importante añadir, que luego de la tragedia, la falta de asistencia a quienes la sufrieron, por parte del gobierno de turno, fue invisibilizada por una campaña mediática que solo sirvió para promocionar a sus ineptos funcionarios quienes dejaron en total impunidad a los responsables de la misma.
Vale decir que ni en la Cuarta Republica y tampoco en el tiempo transcurrido de la Quinta, a pesar de nuestras solicitudes y señalamientos nunca se ha hecho nada por determinar las verdaderas causas de la tragedia con el fin de hacer justicia, que es lo mínimo que reclama tanta muerte absurda.
Por eso, la peor afrenta que ha acompañado el dolor de la perdida durante todos estos años ha sido la impunidad. La de ayer y la de hoy. Palabras y declaraciones van y vienen pero nada se ha hecho.
Entre nosotros se ha fortalecido ese sentir que acompaña la conciencia de saberse ser expresión de un profundo legado cultural; sentir que no da cabida a desprendimiento emocional alguno.
Porque nunca hemos permitido distorsionadas referencias a estos hechos, es por lo que también le escribo.
Bienvenidas sus palabras, y las palabras de cualquier compatriota que se identifique con esta ancestral lucha por un mundo de justicia social y paz, dejando en claro que sin compromiso el ser seguidor de una agrupación no nos hace ser parte de ella.
Es bueno saber que usted manifiesta sentido de pertenencia con aquél Madera que caló en el sentir de toda Venezuela.
Señor presidente Maduro, deseamos que Dios y la providencia le den larga vida, y la inteligencia y sabiduría necesarias para que en el uso de las atribuciones que le confiera la Ley, tome la decisión de hacer justicia y castigar a los responsables de esa absurda tragedia.
El Madera cantó y huella dejó. Contemos con que Nicolás Maduro sea el medio para que la historia, la justicia y la verdad nos salden la deuda pendiente, y la impunidad no siga asociada a nuestros recuerdos y luchas.
En espera de su pronunciamiento quedo, de usted.
Nelly Ramos.
Cofundadora del grupo Madera
Caracas, marzo de 2013
nellyramos40@gmail.com