No habíamos querido, de manera muy consciente aunque de forma irresponsable, expresar ninguna opinión sobre el camarada guerrillero y cantautor Julián Conrado, quien se encuentra en prisión durante un poco más de dos años sin que su caso haya tenido alguna decisión definitiva. Y no lo habíamos hecho, porque habían sucedido, antes del apresamiento del camarada Julián Conrado, otras detenciones de camaradas que inmediatamente fueron deportados a las manos de los verdugos que dirigen el Estado colombiano, y nada dijimos al respecto. Tal vez, lo que más influyó para nuestro silencio y hasta complicidad fue que el camarada Chávez no sólo estaba con vida sino que era el Presidente de la República y líder indiscutible del Proceso Bolivariano. Pensábamos en no generar problemas. Tal vez, eso sea política de medias tintas de nuestra parte. Hoy, nos duele haber guardado ese silencio y reconocemos que algunos camaradas y algunas organizaciones políticas y gremiales sí levantaron sus voces de protesta por la deportación de camaradas colombianos –hechos presos en Venezuela- al Gobierno colombiano. En verdad, mejor lo reconocemos de una buena vez, tuvimos miedo de crear opinión adversa al Gobierno del camarada Chávez y dimos la espalda a los camaradas colombianos que requerían de las voces de todos los camaradas del mundo para que no fuesen entregados a sus verdugos. Posiblemente, a lo que más temimos, fue a que nos etiquetaran de ser de la CIA o agentes del imperialismo en un momento en que el fanatismo extremo es capaz de atacar todo lo que no le sea de su agrado. En ese momento, la verdad queda soterrada bajo los golpes de los vengadores que se sienten que sólo ellos tienen la razón y ofuscados por lo que creen perjudica su sueño y no hay manera que sea escuchada.
El camarada Chávez ya no está vivo, lo cual ha aprovechado el Gobierno colombiano para darle rienda suelta a su política de epígono del imperialismo estadounidense y activar políticas de provocación contra el Gobierno venezolano. Santos, una vez más, ha vuelto a desenmascararse. Volvió a lo que era cuando fue Ministro de la Defensa del tenebroso, macabro y creador de paramilitarismo, de falsos positivos, de espionajes descarados, de genocidios y de muertes selectivas, del nada más y nada menos que el Gobierno terrorista del Presidente de las sombras y de las tumbas colectivas y secretas, Uribe Vélez. En lo que nunca callamos fue en denunciar al Gobierno colombiano como enemigo del socialismo y que nunca ha sido realmente sincero con el Gobierno venezolano. La historia de sus relaciones diplomáticas con la Venezuela de los últimos años lo comprueba y lo testifica.
El derecho de asilo ha sido prostituido en las últimas décadas. El derecho de asilo debería entenderse o debería ser (por lo menos en lo teórico-político) que un Gobierno de una nación acepte o conceda refugio a personas, aun siendo sus enemigas, de otras naciones que se lo soliciten bajo el acuerdo de respetar las leyes de la nación que lo concede. Eso, repetimos, se ha prostituido porque el Gobierno de Estados Unidos hace décadas derogó el derecho de asilo de sus Códigos. Por eso, lo hace secretamente y no de forma pública cuando realmente le conviene; es decir, cuando el solicitante es un ferviente admirador de la política imperialista en el mundo y si huele a azufre se lo concede pero si tiene olor de comunista se lo niega. Y de otro lado, siempre quiere que le deporten a los que solicita pero no deporta a ninguno de los que otros gobiernos le han solicitado. Así viola con descaro todo el derecho internacional como también el derecho de asilo. Llegan al extremo cuando no les deportan al que solicitan. Amenazan, botan babas por la boca, se enfurecen, los rostros se le vuelven tan rojos como la cola del Diablo, decretan medidas inmediatas sin pensarlo. Todo basado en que el mundo casi entero reconoce al imperialismo estadounidense como el más poderoso gendarme de la agresión, del terrorismo y de la guerra y la muerte.
Cierto es que para un comunista es incomprensible que un Gobierno socialista se niegue a conceder asilo a un revolucionario que lo requiere o que deporte camaradas a un Estado de comprobado comportamiento violador de todos o casi todos los derechos humanos. El caso del camarada Julián Conrado ya ha sido en demasía denunciado; miles de miles de voces han solicitado se le conceda derecho de asilo. Un ejemplo basta: en aporrea se pueden encontrar centenares de opiniones que eso testimonian. Pero, hasta ahora, nada de nada. El camarada Julián Conrado seguirá “celebrando” sus cumpleaños en el calabozo. Quizás, él mismo tocará la guitarra y entonará una canción de rebeldía. Tal vez, algunos camaradas le envíen una torta pero no valdrá la pena colocarle el número de velas de su cumpleaños para que en la soledad las apague después de que haya cantado “Cumpleaños feliz” que, a lo mejor, sus propios oídos no la escuchen por estar pensando en sus camaradas de organización, en su familia, en su pueblo y ¿por qué no?, en su libertad.
Con el anuncio del camarada Presidente Nicolás Maduro de concederle asilo humanitario a Snowden, no hizo más que alborotar el avispero, poner el caso del camarada Julián Conrado en lo más alto del tapete de la política o derecho de asilo. Se puede comprender que el Gobierno venezolano piense en las consecuencias del derecho de asilo al camarada Julián Conrado. Si se lo otorga tiene que garantizarle la vida porque el Estado colombiano ha sido implacable en la persecución de sus adversarios. Muchas veces ha violado con descaro territorios de otros países para atacar a los miembros de la insurgencia colombiana. Célebre se hizo el caso cuando bombardeó y penetró para arrasar con todos los camaradas que acompañaban al comandante Raúl Reyes en Ecuador. Litigio internacional que ya casi está en el completo olvido de las autoridades colombianas como de las ecuatorianas. Pero también es archí conocido el caso de Granda, a quien sabuesos de la seguridad colombiana, junto a funcionarios de organismos de seguridad venezolanos, hicieron preso en Caracas y desde allí, por tierra, lo trasladaron hasta San Antonio donde se lo entregaron al Estado colombiano y en ninguna alcabala, que son muchas, nadie se percató. ¿Quién garantiza que no envíen a unos mercenarios y aniquilen en cualquier calle o casa de un lugar venezolano al camarada Julián Conrado? Pero, en verdad, ese no puede ser un argumento válido para no concederle el derecho de asilo al camarada Julián Conrado. Los riesgos, lo sabe en demasía el camarada Julián Conrado, tiene que enfrentarlos y necesario vencerlos. Mucha solidaridad venezolana recibirá cuando sus pies crucen la frontera que separa el calabozo de la calle.
Como El Pueblo Avanza (EPA), no tenemos recursos económicos para garantizarle una vida con ciertas comodidades al camarada Julián Conrado pero sí la voluntad, el amor y la solidaridad para que conviva, lo que sea necesario, en cualquier terruño de alguno de nuestros camaradas militantes. Es todo. Nos sumamos a la campaña por la libertad o derecho de asilo para el camarada Julián Conrado.