II
Voluntad de hierro
Hay hombres de hombres. Yo conozco a uno de esos hombres cuya vida es una estela de dignidad a toda prueba. Lo conocí en circunstancias muy especiales de mi vida. El 2 de junio de 1962, vi a un militar que caminaba con prestancia, con orgullo y con una ametralladora terciada, que indicaba que estaba rodilla en tierra, y pregunté: ¿Quién este señor? Me respondieron: "Es el capitán Víctor Hugo Morales", el tercer jefe de este movimiento militar que ha ´reventado´hoy". Me sorprendí. Había oído hablar de él, pero lo imaginaba un hombre de 180, de cuerpo fornido y voz de barítono. Pero este señor era todo lo contrario. Lo que nunca imaginé era que tuviera un corazón de palpitación casi "eterna". Una férrea voluntad de hierro, un fervor nacionalista y revolucionario como el que más. Un máximo amor por su pueblo y su futuro. Esas virtudes las conocí con el tiempo, una vez que el movimiento militar fue controlado por las tropas gubernamentales, y nos encontramos frente a frente tanto en el cuartel Carabobo, como en el Cuartel San Carlos, y luego en la Isla del Burro, o Campo de Concentración "Rafael Caldera".
II
90 años bien vividos
Este venezolano ejemplar nació en Caracas, y ya está acariciando los 90 años de edad. Es un hombre amable, con una voz cadenciosa, pero firme. Es muy familiar. Ama a su esposa, a sus hijos y nietos. No es rencoroso ni amigo de sembrar cizañas. Es reflexivo, le gusta leer, sobre todo le apasiona la historia. Y también le gusta escribir sobre temas políticos. Es autor del libro "Dos generaciones", y de un centenar de artículos de prensa. Lo recuerdo como un hombre de escucha cuando se le solicitaba alguna opinión sobre algún problema. Allí estaba el hombre comprensivo para ayudar a quien lo necesitaba. Fue visto por sus compañeros como un hombre inquebrantablemente terco, cuando se trataba de defender sus ideas, sus posiciones, o sus modos de entender el acontecer político de la década de los 60. Se nos presentaba como un hombre analítico, reflexivo y visionario acerca de la realidad que estábamos viviendo, desde el punto de vista político y desde el punto de vista del escenario que involucraba a los partidos de izquierda. Fue un defensor a ultranza de los lineamientos que bajaban del Partido Comunista de Venezuela. Leía, en la cárcel, muchos libros marxistas leninista, y basado en su experiencia daba charlas sobre ese tema al resto de sus compañeros. Igualmente, se le veía impartiendo clases sobre estrategia militar. Para él no había descanso para el estudio ni para el análisis.
III
La cárcel no lo doblegó
Fue en la isla del Burro, durante los cinco años de encierro, en ese inhóspito lugar, cercado con alambre de púas y electricidad, y garitas de vigilancia, que pude conocer más al capitán de Corbeta Víctor Hugo Morales. Se mostró como un hombre de una sola pieza. Nunca flaquearon sus fuerzas, nunca titubeó o se llegó a doblegar ante el carcelero. Tal vez por eso el gobierno de Raúl Leoni no lo liberó junto al resto de nosotros, en agosto de 1967, sino que lo dejó solo en la cárcel o campo de concentración, durante un año más. Salió en 1968. Más revolucionario que nunca, más luchador, más convencido de que la lucha había que continuarla hasta la muerte. Víctor Hugo Morales, ha sido un digno ejemplo de lo que es ser un revolucionario a carta cabal. Se ha mantenido por más de 60 años en una sola línea. La línea de la rebeldía en contra de un Estado y un sistema de gobierno injusto y opresor. En efecto, mientras otras personas han consagrado su vida a acumular riqueza fácil, él consagró su vida a la lucha por la soberanía y la libertad plena de su patria. "Mi último suspiro será para y por mi patria" habría dicho una vez.
IV
Revolucionario hasta la muerte
Víctor Hugo Morales fue diputado de la Asamblea Nacional. Y siguió siendo el mismo. Fue presidente del Parlatino, y siguió siendo el mismo. Está cerca de cumplir 90 años y sigue siendo el mismo. Por esa actitud, por esa entrega íntegra al proceso revolucionario, el Comandante Hugo Chávez siempre lo nombraba, como un digno ejemplo, cuando en el golpe del 2002, estando en Miraflores, fusil en mano, en aquellas horas duras, plenas de incertidumbre, el capitán Morales le dijo al presidente Chávez: "¡Mande mi Comandante, estoy listo para defenderlo y para defender la patria". Hugo Chávez, nunca olvidaría aquel gesto noble del Capitán Morales, por lo que en varias oportunidades recordó aquel episodio. Los sobrevivientes del Carupanazo y el Porteñazo le debemos mucho al gigante de la revolución bolivariana, Hugo Rafael Chávez Frías. Los detalles sobran. Pero también le debemos mucho al capitán Víctor Hugo Morales. Él ha sido consecuente con reclamar los derechos que nos corresponden por haber sido actores principales en la abertura del camino al 4 de febrero. Él a través de todos los medios posible ha clamado por ¡NO AL OLVIDO! Para quienes lo dimos todo por un futuro mejor para nuestra patria. Y hoy día, cuando apenas pasamos de la docena de sobrevivientes, gracias a ese empeño se nos ha reconocido nuestro aporte al proceso revolucionario que encabezó, posteriormente, Hugo Chávez. ¡Honor a quien honor merece!... ¡Volveré!