EL LIBERTADOR EN EL MANIFIESTO DE CARTAGENA, evidencia el ciclo fatal que llevó a la pérdida de la Primera República. Denunciaba Bolívar: “a cada conspiración sucedía un perdón, y a cada perdón sucedía otra conspiración que se volvía a perdonar”.
Esa sucesión de perdones y conspiraciones, tenía sus raíces en la lucha interna que se desarrollaba en el campo criollo, entre los independentistas, y los vacilantes que temían al huracán de la Revolución y sólo querían cambiar una oligarquía por otra, mantener la misma sociedad, pero ahora con un nuevo grupo dominante. Los vacilantes llamaban a la calma, no impulsaban los cambios, las circunstancias los sobrepasaban, no tenían respuestas, se quedaron en el limbo, entre un pasado que nadie quería, y un futuro al que temían, lo presentían liquidador de sus privilegios. Así, en sus vacilaciones, sucumbió la Primera República.
Siempre las revoluciones, los revolucionarios, son escenario de confrontación entre la ideología dominante, y la ideología de la liberación. Una Revolución es la fractura de ese dominio: la ideología de la liberación, que estaba aplastada, se rebela y vence a la ideología de la dominación. Ahora bien, esa batalla, que se escenifica en la sociedad y también en los individuos, no se decide de manera absoluta, no es una batalla de todo o nada, siempre hay matices. De allí que en toda Revolución encontramos tres sectores principales: uno, donde la ideología revolucionaria prevalece, otro, donde la ideología de lo viejo prevalece, y un último sector, donde prevalece la ambigüedad. En éste, las dos ideologías conviven apareciendo de acuerdo a las circunstancias. Este sector ambiguo, son los vacilantes, los oportunistas, los fluctuantes, los timoratos, los que enterraron a la Primera República. La Revolución Bolivariana hoy está envuelta en el forcejeo de estos tres sectores, y estas tensiones se reflejan en nuestro comportamiento frente a las elecciones.
Ya sabemos que los mantuanos oligarcas están aprovechando las elecciones para acumular fuerza y alimentar un plan similar a abril o diciembre. Y sabemos también que en esta estrategia de acumulación, nuestras vacilaciones los benefician, recordemos a abril y diciembre, cuando no les salimos rápido al frente. Entonces teníamos aquella política de desgaste, “fuego lento”, o “perro muerto no se patea”, los dejamos acumular y terminaron frente al Palacio con impulso suficiente para detonar el plan golpista.
Ahora estamos en una situación similar, si pensamos que la confrontación se decide el 3 de diciembre, somos unos incautos. La batalla se decide ahora, en la fase de acumulación, por eso es necesario movilizar en grande a los bolivarianos, para disuadir a los mantuanos oligarcas de avanzar en su plan conspirador.
¡Sólo el Socialismo salva al pueblo!
¡Son diez millones!
¡Movilización o Muerte!
¡Chávez, Fidel, el ALBA, son Socialismo!