El epígrafe anterior pareciera el eslogan de una justa electoral para una elección presidencial o una propaganda para comercializar un producto. Muy lejos de esto, el título de este artículo está vinculado con el devenir de un mundo atrofiado. Pareciera que el planeta fue concebido para que los hombres se destruyeran entre sí y no en el mundo pensado por el poeta venezolano Gustavo Pereira quien afirma en su obra "Cuentas": "Al ser concebidos por humanos nacimos marcados para un destino humano, pero cuando lo humano se hace inhumano la realidad deviene intolerable".
El mundo tal como lo delinearon los malos está forjado para que unos pocos disfruten de las riquezas extraídas de la Pacha Mama y el resto de los habitantes, una inmensa mayoría, viva bajo la égida de una cáfila de degenerados.
Todo pareciera que, quienes conforman la colectividad del planeta, los obreros y obreras, los campesinos y los campesinas, los empleados y las empleadas, los miserables, las amas de casa, los proletarios y las proletarias, los(as) desplazados(as), las(os) refugiadas(os), los(as) necesitados(as), los(as) hambrientos(as), los carentes de vivienda, los(as) desempleados(as), los(las) sin nada, los privados de servicios de salud y educación, quienes mueren a mengua, los(las) analfabetas, los excluidos, los esclavizados…nunca han intervenido en los planes diseñados por los gobiernos, a pesar que los políticos anuncia con bombos y patillos que la democracia es "el gobierno del pueblo".
Quienes delinean las políticas económicas y sociales son una minoría, constituyen el 1 % de la población del planeta, los mismos que acaparan las riquezas provenientes de todas las regiones del globo. Son los mismos lo que ponen en riesgo la existencia de los elementos primordiales para la mantener con vida a la gente, a los animales y a los vegetales, materia prima imprescindible para que el verdor del paisaje no desaparezca.
Son pocos los responsables de las desgracias de los humanos y somos muchos los que deseamos un aire descontaminado, unas aguas depuradas, unos alimentos sin pesticidas, una ciudad concebida para vivir y no para morir a mengua consecuencia del smog. Somos más lo que aspiramos a tener viviendas saludables, servicios educativos y de salud gratuitos y de primera. Son más lo que desean que sus hijos disfruten de parques en las ciudades y no de centros comerciales para enriquecer a unos pocos. Somos más los que queremos una televisión decente y no corrompida que aliene a sus herederos y a los adultos.
Somos más lo que deseamos vivir en paz, en armonía y no padecer los tormentos de las guerras que durante siglos han destruido y destruyen la vida de jóvenes que van a las conflagraciones, las mismas que han abatido y abaten civilizaciones completas, asolado pueblos íntegros que nada tenían y tienen que ver con las causas de la confrontación.
Son más lo que carecen de pasaportes para poder viajar y conocer las culturas de sus semejantes. Somos más lo que estamos alejados de la tecnología y la poca información que nos llega por la mass media es desvirtuada y mal intencionada. Somos más los que deseamos integramos al conocimiento a través de la cultura, participar en eventos musicales de calidad donde se preserven los valores de cada país. Somos más lo que vivimos una vida sana alejada de las drogas y exigimos a los gobiernos la erradicación del cultivo, fabricación y distribución de los estupefacientes que les asegure a sus proles una vida alejada del vicio.
Son pocos los dueños de las finanzas; los empresarios que fabrican armas para asesinar a los semejantes; son pocos los científicos que ponen su conocimiento al servicio de los fabricantes de armas; son menos numerosos los industriales cuyas fabricas contaminan el aire, las aguas y la tierra; son escasos los dueños de laboratorios que elaboran medicinas para enriquecerse y no para curar las enfermedades; son exiguos los dueños de los centros comerciales que venden productos de marca a sabiendas que son fabricados en maquilas donde laboran obreras y obreros esclavizados. Son pocos los adinerados, ejecutivos de grandes empresas que explotan a los obreros; así mismo, los capitalistas que operan a escalas mundial, dado que el modelo neoliberal les permite la instalación de avaros monopolios para enriquecerse cada vez más. Son pocos los políticos quienes en alianza con el gran capital les consiente a los ricos hacerse más ricos y a los pobres, más pobres.
En Venezuela son más los que deseamos vivir en paz, los que rechazamos la violencia para dirimir agendas políticas; los que deseamos transitar por las calles sin problemas con la certeza que el derecho a la libre circulación no debe ser vulnerado por nada ni por nadie. Son más los que aspiran que sus hijos acudan a la escuela sin el temor de ser agredidos por un grupo de terroristas sanguinarios. Somos más los que apelamos al derecho de tener una alimentación segura y no estar en manos de comerciante especuladores que intentan matar de hambre a una población. Somos más los que aborrecemos a los políticos(as) hipócritas y mentirosos(as) que desean saciar su codicia y ambiciones a costa de la muerte de inocentes que nada tienen que ver con sus aciagas intenciones. Somos más los que profesamos que nuestros derechos terminan en donde empiezan los de mis semejantes. Somos más los que valoramos la vida y no le rendimos culto a la muerte.
Somos más los venezolanos que creemos que las rebeliones fundamentadas en la violencia carecen de apoyo popular; los que aseguramos que la imposición de un gobierno a la fuerza es inhumana. Somos más los que aseveramos que el imperio de la insensibilidad dejas secuelas desastrosas y daños incalculables en la psiquis de la personas; somos una mayoría los que aseveramos que la intolerancia y el racismo son prácticas crueles que generan sentimientos de terror y de injusticia en la población.
Somos más los venezolanos los que creemos en el respeto y la consideración hacia nuestros semejantes; somos más los que reprobamos las groserías, el maltrato físico y oral hacia nuestro prójimo; somos más los que aspiramos que la jerarquía eclesiástica se convierta en una voz para promocionar el diálogo y no una voz parcializada que incite a la violencia. Somos más los venezolanos que aseguramos que los problemas políticos se dirimen con el voto y no con el terrorismo que separa a los amigos, los vecinos y a la familia. Somos más los pacíficos que los violentos. Y si los buenos somos más que lo malos debemos unirnos y luchar con denuedo para logar que los venezolanos vivamos en paz y en armonía. Lee que algo queda.