El personaje se las trae. Trafica amparado en la comunicación. Casó con mujer rica, dueña del Canal 2, para salir de abajo. Se presenta como el estratega de los medios. Como el ideólogo neoliberal de la comunicación. Algo así como un pensador. Su estilo se presta a confusiones, porque mezcla la pose con el balurdismo de las ideas que maneja. En el fondo lo de Granier es el billete. Pero tiene sus excentricidades. De golpe se retira a Barbados, se mete una rumba silente y acumula energìas. Carga las pilas en la isla paradisíaca para derrocar a Chàvez. Este se ha convertido en su obsesión, quizá porque no ha permitido que el ideólogo le jale bolas. Porque con los presidente de la IV Repùblica siempre se retrató. Durante el primer gobierno de Carlos Andrés se colgò del mecate. Durante el gobierno de Lusinchi le regalaba costosas prendas a Cecilia.
¿Que lo frustra? Primero: a su edad no pasa de ser el "chulo de Bárcenas" --como lo llama el corrosivo periodista Alberto Noria. Siempre será el maridito de la Phelp. El príncipe consorte, el del espectacular braguetazo. Ese es un aspecto que pesa en la personalidad de Granier. Otro: la frustración crece cuando no ha podido pasar de la ratonera de Bárcenas. Hace tiempo, creyéndose poderoso, se llevò el canal a Los Cortijos, a un soberbio edificio, pero salió con las tablas en la cabeza. Otro: a la hora de las decisiones priva sobre él Peter, un empresario hábil, màs inteligente que él. El lo padrotea y por eso no puede ir muy lejos en sus aventuras. Sólo le queda el recurso de hacer llave con el pobre Eladio Lares, pavo envejecido en la sumisión y en el cuñero comercial.
¿Que mas lo frustra? No ha podido ser gobernador ni alcalde ni diputado ni ministro y menos presidente de la República. El sifrino encanecido y engolado siente que la sangre se le sube a la cabeza cuando lo que él considera un ignaro, un marginal, como Chávez, le saca una morena.
Chávez, dirigiendo a plenitud el país, conjurando golpes, huelgas generales, ganando elecciones, codeándose con el Papa, Putin, los Reyes de España, Chirac, Lula, Uribe, Lagos, y tantos otros, le saca la piedra. La envidia le cubre de amarillo el rostro y los ojos se le salen de las órbitas. Que el muchachón de Sabaneta tenga más éxitos que el cultivado oligarca, es demasiado para personas como él.
Ahora la desesperación lo lanza a la aventura. Cisneros, su tradicional enemigo, le dio una lección. Porque el dueño de Venevisión no es pendejo. Trabaja con acierto la realidad. En cambio, Granier hace lo contrario: se lanza por la pendiente de la aventura arriesgando los reales de su mujer, los de Peter y otros. Porque las empresas del grupo 1BC tienen muchos cables pelados. Esa demencial dinámica, movida por el odio, lo mete en la trama terrorista. Dinero, contactos nacionales y extranjeros, son movidos por al patético personaje. La confirmación de la locura que lo invade son los programas últimos en los canales, no en el 2, porque Peter lo impide.
Imagen: un Granier descompuesto, insultador, mentiroso; alguien que perdió el control y que provoca lástima.
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