Si no nos ponemos las pilas, esto se lo va llevar el diablo; en verdad no se puede seguir en esta pasividad, a la espera que un solo hombre haga absolutamente todo en beneficio de millones de habitantes. Una revolución para que sea tal, debe ir abriendo espacios generadores de cambios efectivos, que vayan dando mejor calidad de vida a sus habitantes, entonces éllo pasa por tocar o modificar estructuras, modos o conductas de la sociedad que por años se ha acostumbrado a ser o vivir de determinada forma o manera.
Lo anterior tiene que ver con el plan concebido y puesto en marcha por la derecha venezolana, que apunta a desestabilizar a como dé lugar el proceso que legítimamente impulsa el Presidente Hugo Chávez, y para ello se valen de lo que han calificado como “el sufrimiento de los pueblos”, de allí la mano que aprieta el cuello de la cesta básica del pueblo Venezolano, al desaparecer o acaparar líneas completas de rubros alimenticios de primera necesidad y así poco a poco ir logrando que ante la carestía y escasez de productos lácteos, carnes rojas y blancas, huevos, aceites y café las comunidades, según los cálculos de los maquiávelos oposicionistas irán perdiendo la fe y confianza en las políticas esperanzadoras del chavismo, hasta llevarlo a su derrumbe total.
Y es que siempre ha sido así; se valen de lo que más le duele a los pueblos con tal de lograr sus objetivos, así lo hicieron con Cuba al decretar el bloqueo que aún mantienen, o lo que le hicieron al pueblo de Chile en los tiempos del gobierno izquierdistas del Presidente Salvador Allende, por eso no es de extrañar que ese esquema nos lo estén aplicando a los Venezolanos en el marco del golpe suave que desde La Casa Blanca allá en el Norte han ordenado.
Por eso, estamos obligados a hacer algo para evitar que la revolución se desangre y perezca estúpidamente ante la pasividad o quietismo de muchos de nosotros, que nos quedamos impávidos, como estatuas observando el trabajo y esfuerzo titánico que segundo a segundo hacer el Presidente Hugo Chávez, quien se echa él sólo todo un mundo encima, al extremo que a veces, llega a parecerse a San Cristóbal, quien en su imagen aparece atravesando un río y en su brazos un niño que a su vez lleva el planeta tierra en la palma de su mano; Así es muy difícil avanzar hacía un mundo mejor que por siglos ha sido anhelando por los pueblos y muy particularmente por el nuestro.
Ante esta coyuntura de escasez artificial de alimentos generada por el acaparamiento planificado por los enemigos de la revolución, sería importante que las autoridades competentes exploraran la factibilidad de un mayor control en las zonas fronterizas de nuestro país para evitar la extracción de miles de toneladas de productos alimenticios que a diario salen por los caminos verdes y carreteras que conectan a Venezuela con la República de Colombia, creando desabastecimiento en el interior de nuestro país y por lo tanto preocupación y zozobra en todas las comunidades que ven, por ejemplo como en el Estado Táchira, se siente la escasez de Pollo, huevos, leche y aceites; más sin embargo en los mercados de Cúcuta o El Puerto Santander en Colombia están en los anaqueles cantidades extraordinarias de esos productos de origen Venezolano.
En cuanto a la leche, la sugerencia para su estudio tiene que ver con retomar la experiencia de Programas El Pami, donde el Estado Venezolano suministraría el producto lácteo a la infancia comprendida entre 0 a 6 años, con lo que se evitaría colocar en el mercado privado millones de kilos de leche que está siendo desviada a actividades industriales de manera inescrupulosa. Sobre este programa Pami, es bueno recordar que fue administrado acertadamente por Arias Cárdenas a nivel nacional y en el Táchira por el actual gobernador Ronald Blanco.
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(*) Alcalde del Municipio Jáuregui
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