El aterrador panorama del paramilitarismo (II)

El periodista Germán Castro Caicedo en su libro “Sin Tregua” manifiesta: “Colombia, país en el que no hay tregua en la muerte, ni en el destierro, ni en el despojo de Estado”.

El libro recoge todo el proceso histórico de esa violencia que se vive más allá de la frontera, es un realismo trágico y además acota que hoy Colombia es un “territorio de paramilitares enriquecidos con las regalías del petróleo y el chantaje”.

He sostenido y sostengo que en Colombia por ahora no habrá paz, esa hermana república esta quebrada por un cinturón lleno de pólvora, perverso, corrompido y repleto de odio. Ella vive tiempos revueltos sociopolíticos y ese anhelo de unidad, entendimiento y comprensión esta manchado por el crimen y la sangre que derraman inútilmente sobre los hombres del pueblo.

De ahí que sea necesario, aunque muchos hermanos colombianos se disgusten y me escriban criticando mis estudios y mis análisis en cuanto a lo que he escrito sobre el paramilitarismo, insisto en la necesidad de darlo a conocer desde su nacimiento, de decir que su actuación es sostenida por el gobierno, por los militares, por los grandes empresarios, y apoyados logísticamente por el imperio norteamericano y la oligarquía nacional, es mas que un compromiso, un deber, porque yo también soy colombiano y debo decir por el bien de todos, las canalladas y las tragedias que allí ocurren, un periodista de mi talla no tiene fronteras y su camino es la paz y la libertad bolivariana.

Así involucra compulsivamente el paramilitarismo a la población

Ellos habitualmente mantienen la estrategia de la intimidación hacia el pueblo, les pasan listas donde los amenazan directamente y se les instiga para que se integren a sus bandas o de lo contrario están muertos. Aquí precisamente es cuando la mayoría se desplazan a las fronteras vecinas buscando refugio y seguridad para sus vidas. A los que se integran los llaman “patrullas de campesinos” y les prometen protección por el ejército, salario, consecución de libretas militares y otros beneficios.

Los unifican y mantienen relación con la fuerza pública para patrullajes conjuntos, pero los comandantes o dirigentes son transportados cómodamente en helicópteros del Ejército Nacional y las bases militares son acondicionadas como lugar de permanencia de estas estructuras criminales.

El armamento que mantienen es entregado por las instituciones del estado, y los recursos que reciben son de los mismos campesinos, los cuales han sido obligados a pagar una serie de “impuestos” ilegalmente recaudados a sangre y fuego, para el mantenimiento de estas bandas.

Por otra parte, para la conformación y la permanencia de estos grupos ha sido muy importante la participación de sectores narcotraficantes, esmeralderos, terratenientes, políticos y la oligarquía más cremosa de esa nación, quienes como ya es sabido, son los encargados de financiarlos.

En el año de 1983 el entonces Procurador General de la Nación, enfatizó la participación personal de las Fuerzas Militares en la conformación de estas bandas y señaló que sus escenarios de actuación se encontraban en Urabá, Córdoba, Sucre, Meta, Norte de Santander y Sur del Cesar, su tipología de acción eran selectivas, hasta la realización de masacres indiscriminadas, como lo fueron en ese tiempo las masacres de Segovia, Honduras, La Negra, El Tomate y Pueblo Bello.

Fidel Castaño “Alias Rambo”, está considerado como uno de los grandes jefes iniciales de estas bandas. Carlos Castaño, su hermano y luego su sucesor, manifestaba que durante “el primer año había sido una organización de espíritu exclusivamente vengativo y que cuando ya habían ejecutado a la mayor parte de los asesinos de su padre, se hicieron justicieros…Éramos unos pistoleros vengadores con una causa por la justicia que nosotros creíamos”.

Con solo dieciséis años Castaño ejecuta a su primer guerrillero de civil, el hermano de uno de los que mataron a su padre. “Recuerdo, como si fuera hoy, -refirió con alegría sanguinaria Castaño-, lo que le grité: No creas que me vas a matar a traición y amarrado, como a mi padre, hijueputa…Ahí le metí tres tiros mas en la cabeza”.

“Muchas veces se nos acercó un policía o un cabo para decirme: Carlitos, ese hombre en la esquina del cementerio, es un guerrillero, no hay prueba contra él, ustedes verán qué hacen…Se coordinaba la acción…y al salir el subversivo, lo ejecutábamos”.

Todo esto lo había aprendido de su hermano mayor Fidel, a quien admiraba de una manera especial, este señor tenia nexos con el narcotráfico, sufría de arrebatos criminales y mantenía la obsesión de convertirse en multimillonario, participaba en la venta de arte a los mafiosos y era un hábil para cometer fraudes.

Fidel Castaño, sugería a cada momento que la AUC y las Fuerzas Armadas, deberían separarse, decía Carlos, mi hermano lo repetía constantemente: “Hermano, esto no va por donde lo estamos haciendo, al lado del ejército no vamos a llegar a ninguna parte, más adelante nos van a matar, aquí vamos a pelear a nuestra manera”, pero eso no pudo ser, nosotros éramos los tontos útiles del régimen, nadie puede negar la connivencia de la Fuerzas Armadas en la gestación y posterior desarrollo de las AUC.


vrodriguez297@hotmail.com


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Víctor J Rodríguez Calderón


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