Hemisferio derecho, hemisferio izquierdo

Además de los biológicos, que se ocupan cada uno de determinadas cosas en la tarea de gobernar al cuerpo humano, cada cerebro tiene también un par de -llamémoslos así- “hemisferios ideológicos”.

La crianza, la educación y en el entorno cultural en general producen un “crecimiento” mayor de uno de los dos hemisferios en cada persona, de modo que ésta, sabiéndolo o no, reconociéndolo o no, proclamándolo o no, piensa y/o actúa como una persona “de izquierda” o de “derecha”.

El transcurrir del tiempo, y las condiciones materiales y subjetivas que rodean al individuo, pueden hacer que el hemisferio más “desarrollado” vaya disminuyendo, equilibrándose con el otro.

O que se invierta la correlación cerebral –ideológica, insisto- haciendo pasar a la derecha a alguien que otrora estuvo en la izquierda.

En este caso, el cambio suele ser “para mejor”: un connotado comandante guerrillero puede terminar dando clases en Harvard.

También sucede a la inversa, aunque los costos pueden ser bastante altos, como el que tuvo que pagar, por ejemplo, monseñor Arnulfo Romero.

Zurdos y diestros a la vez

Pero la idea de estas líneas no es poner el foco en esos cambios radicales de postura, sino en el hecho, pocas veces admitido, de que cada persona, así sea de izquierda o de derecha, conserva en su cavidad craneana ese otro hemisferio cerebral ideológico con el cual no se identifica.

El mejor ejemplo es el religioso: podrá usted ser ateo o musulmán, pero si el entorno cultural dominante es el del cristianismo, muy probablemente su conducta y sus valores tengan algo o mucho de esa religión que usted no profesa.

Si nos vamos al terreno político-partidista, podemos decir que puede usted haber sido un convencido militante de la organización más extremista de izquierda, pero si vivió en la Venezuela del puntofijismo puede que, al lado de sus acendrados principios ideológicos, se haya colado algo de la cultura política de Acción Democrática.

Al contrario también funciona: en estos tiempos de revolución, no pocos partidarios del capitalismo y promotores del pensamiento neoliberal se preocupan ahora por la “responsabilidad social” de las empresas y hasta se proclaman de acuerdo con “un socialismo, pero democrático”.

Inteligencia y contra…

Todo esto viene a cuento a propósito del episodio ocurrido con la hoy felizmente derogada Ley de Inteligencia y Contrainteligencia, cuya confección quedará ahora en manos de la Asamblea Nacional.

Me temo, como aquí lo escribí la semana pasada, que más allá de las buenas intenciones “de izquierda” que hayan animado a sus redactores, el producto de su trabajo terminó siendo “de derecha”: una victoria ideológica del imperio amparada en su invisible hegemonía, afortunadamente corregida por el jefe del Estado.

Del episodio no sólo hay que revisar el texto, para des-derechizarlo, sino también el método: recientes strikes demuestran que así, sin debate y discusión en un escenario de dirección colectiva, no se gobierna.

Fíjense que, al final, si uno se deja llevar por su hemisferio derecho termina beneficiando a la derecha: monigotes con forma de rana verde y boina roja ahora son colocados en la ciudad. Al pueblo chavista ya no le llamarán “mono” y “macaco”, sino “sapo”, como ya venía haciéndolo un caricaturista otrora genial, preparando el terreno para la hora de la verdadera persecución. En fin, un proceso de animalización del adversario que, venga de donde venga, cojea del hemisferio derecho.


columnacontralacorriente@yahoo.es


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Ernesto Villegas Poljak

Periodista. Ministro del Poder Popular para la Comunicación e Información.

 @VillegasPoljakE

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