Seguramente que al
profundizar en un análisis objetivo de los conflictos bélicos
que acontecen en el mundo sea pertinente definir los perfiles de las
partes involucradas en ellos para identificar su naturaleza y de ese
modo fijar diferencias entre las guerras ordinarias y los crímenes
de Estado. Desde una perspectiva de elemental sensatez y más
allá de tecnicismos, mal puede calificarse ante el mundo como
guerra convencional que un Estado armado despliegue sus fuerzas
militares para agredir a la población de un territorio que no
conforma un Estado oficialmente constituido y que precisamente por su
precaria condición es evidente que no dispone de fuerzas
militares que le provean la mínima capacidad para su defensa.
Una inclemente masacre y jamás un acto legítimo es la brutal campaña que actualmente desarrolla el Estado de Israel contra los palestinos que habitan en la Franja de Gaza bajo el absurdo pretexto de supuesta lucha contra el terrorismo. A todas luces resulta inadmisible que el gobierno judío pretenda cobrarle a centenares de civiles indefensos (ancianos, niños y mujeres) los ataques que presuntamente ha sufrido de parte de grupos armados que no tienen ninguna conexión con la Autoridad Nacional Palestina, vale decir, la única organización reconocida ante el Derecho Internacional como administradora de las zonas de Gaza y Cisjordania.
Desde el establecimiento formal del Estado de Israel en 1948, ha sido el sionismo (ultranacionalismo fascista judío) la ideología predominante en su cúpula gubernamental y la génesis de la sistemática política de exterminio contra sus vecinos, en alianza suprema con su principal socio internacional: El Imperialismo Yanqui. Con el estratégico propósito de afianzar la dominación imperialista y perpetuar el capitalismo financiero transnacional, gringos y sionistas (inseparables aliados) recorren el mundo invadiendo territorios, robando riquezas extranjeras, quebrando corporaciones bancarias y fabricando falsos terroristas para justificar sus matanzas y demás crímenes atroces.
Mientras las elites explotadoras y genocidas (EEUU e Israel) no cesan en su sádico canibalismo por devorar a una humanidad demasiado numerosa para poder digerirla; siguen asesinando masivamente a cientos de palestinos en total impunidad. Se trata de un pueblo pequeño en cantidad pero gigante en dignidad, que lucha valerosamente por no ser exterminado, por defender sus principios e identidad y por el justo reconocimiento del derecho que le asiste como habitantes originarios de las tierras reclamadas. Que la lucha de estos hermanos y hermanas no sea en solitario, pongamos fin al genocidio, salvemos a Palestina.
http://jesusmanuelsilva.blogspot.com/
(*)
Abogado Constitucionalista y Penalista. Profesor Universitario.