Existe un modelo de comunicación en el mundo dominado por grupos económicos, cuyo poder abarca el periodismo en general, los diarios, la radio, la televisión, el cine, la lectura, el mundo editorial, la mundo discográfico, la Internet, incluso el mundo deportivo y del espectáculo en general. Son transnacionales del pensamiento que construyen y destruyen culturas para justificar el modelo económico que las mantiene con vida. Más allá de las reformas constitucionales, existe una guerra entre dos modelos comunicacionales que no pueden coexistir, porque significaría una guerra permanente donde solo existiría la incomunicación.
En Venezuela esta surgiendo una guerrilla comunicacional que poco a poco va creando un nuevo modelo, basado en desmontar la campaña de guerra de poderosos medios de comunicación. Si el lector es un poco atento, descubrirá que la política comunicacional de Globovisión es mentir y destruir las instituciones, y por supuesto focalizar esa campaña en el presidente. Lo grave no es criticar al gobierno de turno, como ellos argumentan. Lo grave es dedicar toda una programación al desprestigio y evidenciar que un gran porcentaje de sus mensajes son mentiras. Un ejemplo bastante significativo por sus graves consecuencias, fueron las mentiras de los sucesos de abril del año 2002. Hasta la fecha no han sido desmentidas ninguna y la oposición convive con descaro con semejante inmoralidad.
Programas como la Hojilla, Dando y Dando, y demás contenidos alternativos como los de Avila TV, son una resistencia en una guerra comunicacional que comienza a conectarse con otras resistencias del planeta. Telesur también lo demostró en su arriesgada cobertura del golpe de estado en Honduras. En esta guerra, el arma más importante es la verdad. ¿Cómo lograr que la verdad salga a la luz pública y sea aceptada por la contundencia de los hechos y que destruya la matriz de opinión basada en la mentira?. Un propósito muy subjetivo, pero que en la proliferación de los mensajes comunicacionales impresos, radiales y audiovisuales, se evidencia hacia donde va la tendencia de los modelos comunicacionales. Cuando el presidente Chávez anuncia enviar sus artículos de opinión a lectores confundidos colombianos, Uribe responde que no permitirán la extensión del chavismo. Algunos lo llaman guerra asimétrica de cuarta generación, incluso amigos psiquiatras argumentan que la próxima guerra será en la mente. Avila TV debe cuidarse en su irreverencia comunicacional, porque los códigos que manejan son nuevos, distintos, revolucionarios, fácil de estigmatizar y condenar, pero sobre todo, porque la provocación a objeto de convertir el debate en pelea que pueda ser fotografiada, equivale a bajar de la montaña a una emboscada a campo abierto.
La actuación de CONATEL despojando a varias emisoras del espectro radioeléctrico, son medidas legales que reducen algunos fusiles. Pero en el fondo la estructura comunicacional capitalista sigue intacta. ¿Qué la sostiene?, ¿acaso la publicidad o la permisividad constitucional el anacronismo de instrumentos jurídicos?, ¿será que también es alimentada por otros procesos comunicacionales aparentemente inofensivos, como la distribución de películas en las salas de cine?; ¿por qué permitimos programas colombianos donde deforman la realidad de Venezuela; por qué permitimos algunos mensajes de Antena 3, CNN en español, que mienten sobre el país?. Esas respuestas se abren paso, en una guerra donde los modelos comunicacionales cambian, otros mueren.
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