Una de las cosas positivas que ha traído Covid-19, a los pueblos del planeta es haber mostrado el rostro verdadero de quienes –mediáticamente- se presentan como bondadosos gobernantes, preocupados por la felicidad y libertad de quienes gobiernan. Uno de esos casos es el de Boris Johnson, primer ministro inglés, quien, colocado en la disyuntiva de implementar la cuarentena al pueblo o dejarlo expuesto al contagio libre y masivo de Covid-19, prefirió mantener la economía activa y no decretar ninguna medida de protección efectiva, entre las recomendadas por la OMS. Entre sus primeras recomendaciones, Johnson, anunciaba que no tomarían ninguna medida y no se harían test alguno, limitando su accionar a recomendar a las personas mayores, las viejas y viejos, quedarse en sus hogares, "y prepararse para "perder a miles de nuestros seres queridos". El resto de las personas –sugería Johnson-, debían mantenerse activas, en sus puestos de trabajo, llegando al extremo de sugerir, que era una buena idea, ya que algunas de ellas al contagiarse de Covid-19, adquirirían "inmunidad" y de esa manera, en el mediano plazo, se cortaría la expansión de la epidemia. Tal esquema de darwinismo social, que todas y todos se enfermen para que sobreviva la mano de obra más apta, la más fuerte, es una visión del mundo en la que el mercado se prioriza por sobre la vida. La vida, es valorada como una mercancía más y a la que asignan un valor de cambio mínimo. Por fortuna, Johnson, fue contagiado por Covid-19, y no ha declarado más, desde que fuera ingresado a una Unidad de Cuidados Intensivos, razón por la que desconocemos sus opiniones a posterior. Mientras ello ocurre, lo único certero son opiniones como las del director médico del Centro de Enfermedades Infecciosas del Hospital Princess Margaret, en Hong Kong, Dr. Owen Tsang Tak-yin, quien ha constatado en el seguimiento a los pacientes recuperados, que algunos de ellos o ellas: "no eran capaces de realizar actividades que antes desempeñaban con normalidad, jadean si aceleran el paso". Afirmando, el Dr. Tak-yin, que: "Algunos pacientes pueden tener una reducción de su capacidad pulmonar de entre el 20 y el 30 por ciento"…" Las tomografías pulmonares, realizadas a nueve pacientes que estuvieron infectados con el nuevo coronavirus mostraron imágenes como de 'vidrio congelado' en todos ellos, lo que sugiere que los órganos quedaron dañados."
Quien se ha autoproclamado como líder de la derecha internacional, Donald Trump, no se ha visto nada bien, en su gestión de la crisis provocada por la llegada de la pandemia a territorio de EEUU. De aquel, Trump, de mediados de marzo cuando apenas aparecían los primeros casos, que sugería a la ciudadanía: "que se relajen, que está gestionando muy bien la crisis, y que pronto pasará", al Trump, de finales de ese mes, nos encontramos con un dubitativo presidente quien ante el dilema de decretar la Cuarentena Social y resguardar vidas o mantener la economía activa, optó por no hacer nada, que viene a ser lo mismo que optar por la economía: "Estoy pensando en ello en estos momentos. A lo mejor no tenemos por qué hacerlo, pero puede que a lo largo del día decretemos una cuarentena -a corto plazo, de un par de semanas- en Nueva York, probablemente Nueva Jersey y ciertas partes de Connecticut", decía en una ceremonia naval; para entonces, New York, apenas marcaba 517 fallecidos por Covid-19 y los EEUU, despuntaban como el epicentro de la pandemia global con 112.468 enfermos y apenas 1.841 fallecidos. Finalizando marzo, Trump, llama al Presidente de la República Popular China, Xi Jinping, con quien conversa –amigablemente- sobre la pandemia y sus efectos. Por tuiter, Trump, expresaba su satisfacción por la conversación: "China ha sufrido mucho y ha desarrollado una profunda comprensión del virus", dijo, afirmando: "Estamos trabajando muy estrechamente. ¡Mucho respeto!" (27-03-2020). La respuesta de Xi, fue muy respetuosa, convocándolo a estrechar la colaboración entre ambas naciones, lo que se vería confirmado días después con la llegada de un avión procedente de China, con ayuda humanitaria e insumos médicos. Con la extensión y crecimiento exponencial de los enfermos y muertos, en territorio de EEUU, Donald Trump, fue modificando su conducta ante la crisis y se fue convirtiendo en un presidente más agresivo e intolerante, de lo que suele ser usualmente. De aquellas palabras amistosas con Xi y el pueblo Chino, pasó a un Trump que ahora amenaza con aplicar "sanciones" a China, porque le da la gana y amaneció de mal humor. Por otro lado, amenaza a Irán con hundir sus barcos; Venezuela y Cuba, no pueden pasar desapercibidos, cuando de mal humor se trata, y ahora les acusa de ser los responsables del narcotráfico en la región, cuando es harto conocido que al hablar de narcotráfico en América, se habla del mayor productor del planeta: Colombia, y del mayor consumidor: los EEUU. Imposible, tapar el sol con un simple dedo. Lo concreto es, que Trump se ha negado –obstinadamente- a decretar la cuarentena o alguna medida de distanciamiento social, y ha polarizado a la sociedad estadounidense a tal nivel, que algunos analistas ven como cierta la hipótesis de que en EEUU pudiera sobrevenir una explosión social, que, dadas las características de una sociedad armada, pudiera conducir a esa nación a una guerra civil.
La negativa de Trump, de decretar la cuarentena, lo ha llevado a enfrentarse a los gobernadores de los Estados, que de manera autónoma han asumido esa recomendación de la OMS, en resguardo de la vida de sus ciudadanos y ciudadanas. En el razonamiento de privilegiar la economía, Trump, señala: "En mi opinión, va a morir mucha más gente si permitimos que esto continúe", debido a que el aumento del desempleo y la ruina financiera de negocios provocará "miles de suicidios", si en el país se paraliza la economía. Estimamos, que las aspiraciones reeleccionistas de Donald Trump, han quedado sepultadas, gracias a su mal manejo de la crisis creada por Covid-19, y su privilegio por mantener la economía en constante actividad. De hecho, los más afectados por la pandemia, han sido los pueblos latinos, afroamericanos, migrantes en general, cuyos votos se disputan los eventuales candidatos a presidente de EEUU. El candidato Demócrata, Joe Biden, le ha dado un duro golpe a Trump: "Es una elección falsa decir que o se abre la economía o todo se va al infierno…No se puede hacer que la economía crezca hasta que no te ocupes del virus…" Las críticas que ha recibido Trump, lo han llevado a redefinir –una vez más- su actitud ante la pandemia: "Bueno [el confinamiento] es muy malo para la economía, pero la economía es el número 2 en mis lista. Primero, quiero salvar muchas vidas.", aseguraba en una rueda de prensa a inicios de abril. Indefiniciones todas, que ha pagado, bien caro, el pueblo estadounidense con 50 mil muertos al día de hoy. Francisco, el papa, ha sido muy duro con quienes actúan como Trump, priorizando la economía por encima de las vidas. Refiriéndose a la Cuarentena, manifestó: "Estas medidas molestan a quienes se ven obligados a cumplirlas, pero siempre es para el bien común y, a la larga, la mayoría de la gente las acepta y se mueve con una actitud positiva" […]"Sería triste que se optara por lo contrario, lo cual –advirtió- levaría a muchísima gente, algo así como a un genocidio virósico".
Slavoj Zizek, director del Instituto Birkbeck de Humanidades de la Universidad de Londres, sostiene que Covid-19, ha develado la realidad –insostenible- de otro virus que infecta a la sociedad: el capitalismo. "La bien fundamentada necesidad médica de establecer aislamientos ha hecho eco en las presiones ideológicas para establecer límites claros y mantener en cuarentena a los enemigos que representan una amenaza a nuestra identidad. Pero, tal vez otro -y más beneficioso- virus ideológico se expandirá y tal vez nos infecte: el virus de pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá de la nación-Estado, una sociedad que se actualice con solidaridad global y cooperación", ha escrito en un artículo reciente. Concluyendo en una nueva disyuntiva para la humanidad: "El coronavirus nos obliga a elegir entre el comunismo global o la ley de la jungla". El debate, sigue abierto a nivel mundial, gracias a la llegada de Covid-19. Señalaba, el Consejero Político de la República Popular China, en la Argentina, Wang Xiaolin, en entrevista para un medio local, ante la pregunta: ¿Qué hizo China?, respondía: "Dirección y coordinación del gobierno. Desde el brote, tanto el gobierno como el presidente y el partido tomaron como primordial a la vida y la seguridad de la gente…Hay un Estado muy presente que hizo un esfuerzo y sacrificio grande para lograr el tratamiento gratuito de pacientes…En Wuhan construyó dos hospitales grandes y once de campaña. No hay vacuna aún, pero el aislamiento es la forma más eficiente. Movilizó 40 mil trabajadores sanitarios a la provincia de Humei…"
En China, como en ningún otro país, se hizo presente el llamado Estado fuerte o de Bienestar, ese, que en Venezuela se le llama Estado Social de Derecho y de Justicia. Ese, que ha hecho de la salud, la educación, la vivienda, la cultura, el deporte, la seguridad social, el trabajo, los servicios públicos esenciales (luz, agua, gas, telecomunicaciones), derechos fundamentales del pueblo venezolano. Ese, que ha sido golpeado –fuertemente- por el saboteo de la oposición, siguiendo instrucciones desde Washington. Y, la economía venezolana, se ha ajustado a esa realidad: "como actividad destinada a garantizar la base material de la vida personal, social y espiritual […] Ese es el campo de la economía" (Leonardo Bof). Es por ello, que la disyuntiva en que se encuentra anclada la derecha, liderada por Donald Trump, no tiene cabida en Venezuela. Lo señalaba, en días pasados, el Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, en un encuentro con productores nacionales: "Entre pandemia y producción, no hay contradicción […] Tenemos los recursos, los insumos y la disposición absoluta para mantener activa toda la capacidad económica y productiva del país." Todo ello, en medio de una pandemia que poco ha afectado a la población, debido a las acertadas decisiones -en políticas sanitarias- que se han asumido. Venezuela, fue el primer país en América, que tomó la decisión de establecer la Cuarentena Social Voluntaria e implementar políticas de protección de la población, entre ellas, el uso obligatorio del tapabocas. En mucho, ayudó la vigencia de un Sistema de Protección Social, único en el mundo, que permite al Gobierno Bolivariano llevarle al pueblo -directo a su vivienda- los alimentos, mediante los Comités Locales de Alimentación y Producción (CLAP), una consecuencia de la obsesiva política de agresión y bloqueo imperial del gobierno de los EEUU, contra el pueblo, Gobierno, Instituciones, Policías y Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Asimismo, un poderoso sistema cibernético mediante la Plataforma Patria, que permite al Gobierno Bolivariano subsidiar mediante bonos de protección al pueblo venezolano. 19,5 millones de venezolanos y venezolanas, están carnetizados y son testigos presenciales de lo aquí señalado. Incluso, la pandemia ha permitido utilizar a la Plataforma Patria para llegar a ese importante número de venezolanos y venezolanas, y mediante una encuesta, monitorear a distancia, su estado de salud. Aquellos y aquellas, que indicaron en la encuesta algunos de los síntomas de Covid-19, son objeto de visita a su vivienda por la Misión Cubana, para verificar su estado de salud y, en aquellos casos que así lo requirieran, realizarles los respectivos test para verificar si se encuentran afectados o no por Covid-19. Venezuela, con una población aproximada de 30 millones de habitantes, cuenta con un poco más de 100 mil profesionales de la salud, 58 Hospitales Centinelas, 572 Centros de Diagnósticos Integrales, 13 mil equipos básicos de salud móviles, activados sobre el terreno, realizando visitas casa por casa, y 60 clínicas privadas articuladas como un solo sistema de salud, público-privado. No es un hecho fortuito, que Venezuela cuente con la mejor gestión contra el Covid-19, en toda América junto a Cuba. Tan solo, 311 enfermos y/o enfermas, y tan solo 10 fallecidos y/o fallecidas. La tasa de mortalidad más baja del planeta (0,03 por ciento por millón de habitantes), así lo certifica. Dolorosamente para Mr. Trump, no podrá seguir mostrando a Venezuela y su gestión social, Socialista, como lo peor o lo más malo que existe en el planeta. Al menos, que estime al pueblo estadounidense como incapaz de razonar y establecer comparaciones, entre lo que ha sido la peor gestión, la de Donald Trump y la de Nicolás Maduro Moros, ante la pandemia del coronavirus y sus efectos sobre la vida. Genocidio "virósico", le llamó el papa Francisco, a la gestión ejecutada por Donald Trump contra Covid-19, y el pueblo estadounidense cobrará sus muertos en las urnas electorales, tarde o temprano…
Post Scriptum: Para una reflexión final, y nos disculpan lo extenso del escrito: se debate en Europa sobre cómo fue que sus modélicos sistemas sanitarios, fracasaron contra la pandemia por Covid-19. La respuesta acertada a este tipo de pandemias, requiere de decisiones rápidas y acertadas; además de contar, con una logística adecuada: capacidad hospitalaria, equipamiento del personal de salud, número de test y contar con un pueblo disciplinado, en cumplimiento de la cuarentena, para lo que se requiere el apoyo del Estado. España, según datos del Ministerio de Sanidad, cuenta con algo más de 3 camas por cada mil habitantes, muy alejadas de las 10 por cada mil habitantes que recomienda la OMS. Durante la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero, PSOE, la partida presupuestaria para Sanidad contaba con 27 millones de euros. Con la llegada de la derecha, Mariano Rajoy, en su primer año, le recorta al presupuesto sanitario 5 millones de euros al año, 2 millones en el siguiente y, a partir de 2014, mantiene congelado su presupuesto. Las insuficiencias presupuestarias, se reflejaron en insuficiencias de materiales e insumos médicos, mascarillas, entre otros. Con presupuestos bajos, también se crearon las insuficiencias de personal médico capacitado. El fin de la derecha española de entonces, era claro y preciso, llevar al colapso el sistema de salud para inducir su privatización. La crisis del coronavirus, encuentra un sistema de salud colapsado y golpeado por los recortes presupuestarios de las gestiones de gobierno del PP. A lo que se uniría, la incapacidad gerencial del gobierno de Pedro Sánchez, quien priorizó la economía por sobre la vida de los españoles y españolas. Las consecuencias, las está pagando con su vida el pueblo español, quien hoy ocupa el segundo lugar en el mundo por número de enfermos y muertos en el planeta. Al día de hoy, 22 mil muertes lo certifican.