¿Estudiantes o delincuentes?

A lo largo de las avenidas adyacentes a sus respectivas universidades la violencia sifrina y bien dirigida desde adentro y desde afuera se concentra en sus territorios baldíos para mostrar su ignorancia con las armas de la barbarie tarifada. Y digo que es tarifada porque esa violencia es comprada por los genios de la guarimba y amantes de la violencia, que empujan a muchos jóvenes venezolanos hacia el vandalismo irracional, que sin causa y sin ideales queman carros. Eso realmente es preocupante, porque pudiera ser que estuvieran infestados con la peste verde.

 En ese sentido, en los curules de la bicha su pupilo comenta orgullosamente que después de cada jornada, los delincuentes se dispersan y algunos acuden a las taquillas del bosque verde para cobrar entre doscientos y quinientos bolívares fuertes; otros se van a la intendencia, donde la esposa de Narciso les entrega sus respectivos “sobres amarillos” por sus favores y acciones de justicieros del mal. Un tercer grupo cobra directamente en la taquillas del banco MUD, donde siempre se le reconoce un poco más, tal como ocurrió con la última gesta del comando de manitas blancas, delincuentes tarifados que le prendieron fuego a una camioneta frente a la universidad ilustre, esa que antes enseñaba a ser libre, pero que ahora sólo educa con los valores del odio y el rencor.

 Y es aquí donde surge la gran interrogante: ¿Estudiantes o delincuentes? Según el juez de la verdad, quien a cada rato pasa frente a la evidencia chamuscada, estamos frente a una situación donde hay doble delito: El delincuente que simula ser estudiante, lo que le permite delinquir desde la academia y el estudiante que se aferra a su sacapuntas para simular su verdadera naturaleza delincuencial. Teniendo esa actas procesales, el juez emite su veredicto: son delincuentes y en tanto y en cuanto deben ser juzgados y condenados.

 Esa debe ser la orientación del Estado venezolano, que a través de sus instancias jurídicas imponga todo el peso de la ley a los delincuentes-estudiantes, quienes en verdad actúan como los auténticos protervos, que se venden al mejor postor, así sea para generar el caos, que a veces se inicia desde el otro punto de la circunferencia, pero que al final se unen porque los extremos se tocan en el trayecto de la irracionalidad para terminar abrazados en la danza del caos.

 Y de verdad, por qué tanta impunidad con esa situación de la delincuencia estudiantil, donde son asistidos con piedras, arena, machirí y hasta asfalto frío, proporcionados por la intendencia, según dicen por ahí. ¿Será que esas son prácticas de campo para tomar muestras de la tierra que será grande? Tal vez sea sí o tal vez no, pero lo cierto es que los estudiantes-delincuentes deben ser atrapados, juzgados y condenados para que paguen por sus crímenes. En esa tarea de reconocimiento deben colaborar, tanto los guardianes del orden, la seguridad interna y hasta el cuerpo rectoral. Así, poco a poco se irá limpiando la casa y rescatando el verdadero espíritu de la universidad: ser revolucionaria. 

(*) Politológo

eduardojm51@yahoo.es



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Eduardo Marapacuto (*)


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