Lamentablemente, la historia los medios de comunicación la contaron a su manera, y en tres días el llamado rey de los vagos y maleantes había regresado al poder. Las caretas volvieron a su sitio. No contentos con aquella trágica aventura, en diciembre del mismo año las universidades y FAPUV se sumaron al llamado paro petrolero en el cual mucha gente padeció y murió por querer trabajar, por falta de atención médica, por comida, por gas, por gasolina. De la manera más descarada, mientras el gobierno hacia lo posible y lo imposible respetando la Constitución para defender al Estado-Nación y a la población en general, los iluminados con el saber sólo pensábamos que el paro debía seguir hasta que se vaya. Pasados 63 días, el Estado-Nación había perdido por falta de producción petrolera unos 15, 20 o 30 mil millones de dólares, muchas vidas, y sobre todo, la confianza en sus universidades; en los dueños del saber. El gobierno siguió en el poder y sólo nos quedo pasar a paro activo que todavía no termina y del que los universitarios aún no hemos dicho nada. Sólo nos colocamos nuestras caretas de buenos muchachos y empezamos a reclamar que el gobierno nos pagara.
Hoy, nueve años más tarde, mientras el mundo se debate en una gran crisis económica y de estructura del sistema capitalista, desde nuestras universidades se insiste en atacar al gobierno, como en el pasado sólo hay un fin, derrocarlo. El momento es ahora o nunca. Sabemos que el gobierno sobrevivirá a esta crisis económica. Dentro de su concepción capitalista, las actuales escuelas de economía no tienen ni tendrán una teoría satisfactoria que logre explicar tal fenómeno y en consecuencia deben trasformarse. Lo mismo sucede con las escuelas de comunicación social, ciencias sociales y de historia…
La Universidad desde hace mucho tiempo perdió el rumbo y se colocó de espaldas al pueblo humilde, pobre, ese de donde venimos y a donde parece no queremos volver. Hoy como en el pasado es hora de definiciones. De escoger el camino a seguir en la construcción de una Patria Libre y Soberana. El problema de la universidad es político, ético, moral y cultural. No creo en una universidad para mí y los míos. Creo en una universidad incluyente de todos y para todos.
¿Cuántos de nosotros, FAPUV, autoridades rectorales y demás gremios, estamos dispuestos a una nueva aventura, dejando a un lado la comodidad de casas con aire acondicionado y nuestros carros último modelo para irnos a una montaña, y a través de la tv, tumbar al gobierno?¿Cuántos de nuestros humildes jóvenes ingresaran a las universidades en un gobierno de Fedecámaras o de FAPUV?¿Cuántos estamos dispuestos en dejar de tostarnos al sol, en la arena de una hermosa playa, para contribuir en el desarrollo de la historia que cientos o miles de hombres y mujeres se esmeran en construir y que en las universidades no quieren contar?
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