Primer hecho bochornoso de esta Asamblea Nacional

La desaprobación de la Ley de Educación Universitaria por unanimidad

En la comunicación, leída, del Presidente Hugo Chávez mediante la cual se solicitó que se levantara la sanción a la Ley de Educación Universitaria, ni en la intervención del Diputado Héctor Navarro o en la intervención del diputado Luís Acuña realizadas en la sesión de hoy 11 de enero, en ninguna de ellas se presentaron en forma argumentada  razones válidas para censurarla, condenarla o justificar su reprobación. Es que en verdad estas razones no existen para ser aceptadas por el verdadero pensamiento revolucionario universitario que es mayoritario en el chavismo y el cual se quedó huérfano de liderazgo legislativo. Habrán fundamentos que motiven a los detractores  propiciadores de la lamentable desaprobación de esta magnífica ley revolucionaria,  eliminada hoy en la Asamblea Nacional, pero los mismos son francamente inconfesables. Si los dos profesores universitarios que hicieron uso de la palabra  dieran a conocer, sus motivaciones ocultas, quedarían al descubierto, se quitarían el antifaz que los mimetiza y los muestran falsamente como intelectuales de pensamiento educativo avanzado. Aquí se acabaron las medias verdades, las ambigüedades. Como suele suceder en estos casos las intervenciones de Navarro y Acuña fueron las típicas poses “revolucionarias” de la pequeña burguesía universitaria conservadora, de voceros que gustan presentarse falsamente como los más equilibrados, los más sensatos y esclarecidos revolucionarios ocultando, en realidad, sus coincidencias ideológicas con la oligarquía universitaria, pero  en esta coyuntura será cuesta arriba eludir las definiciones.

 En la comunicación a la Asamblea Nacional, por el Presidente Chávez, se citan razones de inaplicabilidad teórica, técnica y política de la LEU pero las mismas no se dieron a conocer. Sólo se detalla otro aspecto, que fue el mismo esgrimido por la diputada Pastora Medina, de oposición en la sesión de la anterior Asamblea Nacional, cuando fue aprobada  la LEU en  la cual la oposición reclamaba mayor consulta y participación. Este fue el centro de la intervención deplorable del diputado Navarro en la cual se hizo un absurdo parangón entre la metodología de la anterior Asamblea Nacional para aprobar la LEU con los métodos utilizados por el gobierno de Caldera en 1970, las bandas armadas de AD y todo lo demás que caracterizó la violencia de la burguesía contra el movimiento estudiantil y profesoral durante la IV República. Con defensores de la LEU como Navarro, no hace falta oposición. Por cierto que la metodología fue la misma para la aprobación de la Ley Habilitante y demás leyes no vetadas.

 Se consumó la desviación derechista en el seno del chavismo que resultó victoriosa internamente y  me temo que por ahora ya todo puede estar perdido y tendremos, quien sabe por cuánto tiempo más, que continuar con un movimiento de transformación universitaria huérfano de una superestructura legal que permita avanzar con más fuerza en la lucha por la democratización de la universidad. Pero una revolución, mientras no sea derrotada, aplastada o aniquilada, siempre conserva esperanzas para la revisión, la rectificación y el reimpulso que lleve a retomar el aliento revolucionario logrado por la aprobación de la Ley de Educación Universitaria. Por ahora la derecha del chavismo se  salió con la suya, por lo menos, mientras las ideas conservadoras de Navarro y Acuña continúen tan campantes y las masas en la calle no les compliquen su tramoya. Todavía queda mucha agua por pasar debajo de los puentes y al debate iremos con todos los hierros.

 Tenemos el  peor escenario para salir a defender la Ley de Educación Universitaria ante el país con  una  derecha envalentonada y la verdadera izquierda universitaria  debilitada por la cayapa interna y externa.

 En el pasado el Pacto de Punto Fijo significó la exclusión de los comunistas y en el presente un Pacto de Punto Fijo de nuevo cuño se concretó cuando el gobierno y la oposición se unieron virtualmente para excluir las posiciones revolucionarias. En ambos casos el objetivo es liquidar a las corrientes partidarias del cambio histórico y garantizar la estabilidad del status quo, como en este caso particular, que defiende la oligarquía universitaria.  Llegamos al punto de tener que  ver, a macabeos y no macabeos, alzando su mano para levantarle la sanción a la Ley de Educación Universitaria. Este es el día más triste del chavismo porque liquidaron de una sola vez  las esperanzas más hermosas de la utopía universitaria factible. El espectáculo de los  diputados de la oposición unidos codo a codo,  haciendo causa común, con los diputados del gobierno para consumar el despropósito por unanimidad será imborrable. Quién lo hubiera creído! Se callaron los perros porque la canalla  votó en el mismo saco de la derecha Chavista.

Patria Socialista o Muerte

Venceremos!

(*) Profesor Universitario

sergiobricenog@yahoo.com



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Sergio Briceño García (*)

Profesor Universitario de Filosofía de la Educación Jubilado de la UPEL. Autor del Poemario "Porque me da la gana" y de la obra educativa "Utopía Pedagógica del Tercer Milenio". Ex Director Ejecutivo de la Casa de Nuestra América José Martí.

 sergiobricenog@yahoo.com

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