Es el momento para decir que los universitarios, y de manera concreta sus autoridades, hemos perdido tiempo para avanzar en el proceso de transformación de las mismas. La Constitución de l999 de manera clara y precisa nos señaló el camino en su Art. 109, cuando, por ejemplo, consagra la autonomía como principio y jerarquía para darnos nuestra forma de gobierno, funcionamiento y administración eficiente del patrimonio. Para planificar, organizar, elaborar y actualizar los programas de investigación, docencia y extensión. La ley Orgánica de Educación, 2009, en su Art. 32 amplía, precisa y ratifica de manera clara conceptos y principios rectores de la educación universitaria.
La pregunta que hoy nos hacemos es: ¿Qué hemos hecho los universitarios para ponernos a tono con la Constitución del 99 y la LOE del 2009? La respuesta es sencilla: ¡Casi nada! Buena parte de nuestras autoridades, gremios y estudiantes en un afán retardatario y oposicionista se han hecho la vista gorda. Parece que ni cuenta nos dimos que ese Art. 109 de la Constitución y el 32 de la LOE nos abría las puertas de par en par para fomentar el debate y procurar los cambios. ¡No lo hicimos! Hoy se intenta una calistenia intelectual. Ejercicios para estirar los músculos y oxigenar el cerebro…a ver que pasa. Tratamos de revivir la discusión y la producción de ideas, a sabiendas que los Consejos Universitarios como entes infranqueables al espíritu democrático, los gremios y el alicaído, adormecido y casi inexistente movimiento estudiantil, jamás han procurado la revisión profunda de la universidad. De manera tal que cuando insistimos en la autonomía, pareciera que sólo advertimos y celamos los recursos que el mismo estado entrega para funcionamiento. La autonomía que tanto defendemos hoy no sirve para la creatividad ni para procurar cambios en un territorio amurallado.
Ya lo hemos dicho. A esto hay que ponerle fecha, por una sencilla razón: Este proceso es revolucionario. Y como nuestros universitarios se olvidaron de la lectura, la discusión y el debate, se atrincheraron y no quieren que los toquen. Entonces costará mucho, ¡muchísimo!, comprender los alcances revolucionarios de la Constitución y la LOE, que nos ha dicho: ¡Hagan los cambios!...Y nosotros: Bien, gracias. Por eso decimos que estamos en deuda con la Universidad venezolana. El reto es reivindicarnos con ella, dignificarla y ponerla al servicio de la transformación de nuestro país.