Es curioso el “teatro político” venezolano, la forma cómo se reciclan y envían las imágenes mediáticas conocidas con antelación sobre la contienda política en el marco de sus símbolos.
Sencillamente, es brutal la forma de banalizar la protesta en la Venezuela de hoy, instrumentos de lucha y presión popular han terminado en un gran espectáculo donde la principal ausente es la seriedad.
En este momento donde algunos tratan de hablar de una criminalización de la protesta, el ejemplo histórico parece ser el argumento más aleccionador, pero no de un tiempo indeterminado, hablo de la historia reciente cuando Aminatu Haidar, en el año 2009 protagonizó un auténtico desafío a las relaciones entre España y Marruecos, en pocas palabras, su expulsión de Marruecos se debió a la negativa de considerarse marroquí; para ilustrar con claridad, parte del actual Reino de Marruecos, reclama la independencia en la región del Sahara Saharaui, sobre la argumentación histórica del coloniaje impulsado desde Rabat. Esta protesta se centró en la firme determinación de la activista de la Saharaui y su radical posición durante 32 días que movió a la burocracia internacional de la ONU y a los autodenominados mediadores globales, Clinton y compañía. De haberse desarrollado en el Sahara, sin duda no habría existido el incidente para la panóptica de los medios globales, aunque en la región exista el desplazamiento forzado por parte del Ejército Marroquí de miles de Saharaui al desierto de los países vecinos.
La crisis de Haidar se desarrollaba nada menos que en un aeropuerto de España, su negativa a varias propuestas de Marruecos y la Comunidad Internacional fue respondida con una afirmación que revela su voluntad de no claudicar y dejarse “literalmente” morir de hambre antes de pedir perdón al Reino de Marruecos o firmar una forma inmigratoria con una nacionalidad que no considera suya. La situación de tensión se resolvió con el regreso de Haidar y la mediación española que no permitía ver morir a la activista en su territorio, añadida la gran responsabilidad, de haber convertido al Sahara, en sus antiguos territorios coloniales. Es indudable que, este método de lucha evidencia la seriedad sobre cuáles son las convicciones que mueven a quien decide dejarse morir para alcanzar sus objetivos políticos. En Occidente, la influencia del cristianismo le da un valor a la vida que se ha extendido hasta el caso del aborto. Bajo la premisa cristiana, la muerte sólo le está permitida darla a Dios y el suicidio en casos como el catolicismo es un pecado y una violación de la obra divina.
¿Se puede dejar morir de hambre a un huelguista? El caso de Fariñas, en Cuba, tocó nuevamente la opinión internacional, sobre todo en un país clave para la ferocidad mediática.
Toda huelga de hambre es un desafío para el Estado y se puede considerar una de las formas más extremas de presión que se pueda ejercer en forma individual, el caso venezolano de Brito nos planteó ese debate a partir del marco constitucional en sus artículos 43 y 83, vinculados al derecho a la vida.
Los Estados en su mayoría establecen en sus normas constitucionales la inviolabilidad del derecho a la vida, éste se convierte en un derecho fundamental, que incluye la preocupación por la salud, por ello, uno de los mecanismo utilizados por la población carcelaria para presionar por sus demandas tienden a ser la huelgas de hambre, siempre acompañadas de elementos simbólicos como coserse la boca para impedir ser alimentados, lo cual garantiza la vida, y, en el caso penitenciario es un deber fundamental del Estado por cuanto se trata de una población bajo su administración directa. El efecto Brito sobre la opinión pública fue considerable, producto de la jauría mediática y la diatriba sobre su verdadero estado mental y demandas en términos económicos, sin duda, un caso deplorable del amarillismo periodístico y una vergonzosa forma de instar al suicidio por parte de los medios de comunicación, lo cual abrió un debate sobre el cual no ahondaré.
Sobre el caso Fariñas, debemos recordar que, lejos de demandas viables, el trasfondo sigue materializado en la oposición anti – cubana financiada desde el exterior, pero el debate no gira en torno a cuál es válida o inválida, sino al uso de la protesta como un instrumento de lucha para la reivindicación de objetivos esenciales, sean éstos políticos, económicos o de otra índole. La presión siempre es sobre el Estado, que se ve forzado a garantizar la vida y mueve sensiblemente la fibra de la opinión política, para seguir ilustrando, Tariq Tayyiib Mohammed Bouazizi, falleció el 4 de Enero de 2011 producto de las quemaduras auto infligidas al rociarse, literalmente, una fuerte cantidad de gasolina e incendiarse públicamente para protestar por los atropellos cometidos en su contra por el régimen tunecino, en una atmósfera de desesperanza económica, con una política cimentada en el despotismo familiar. El caso sirvió de detonante a la rebelión e inauguró un nuevo orden que repercutió sobre todo en el Norte de África, entendiéndose que no ocurrió necesariamente como un efecto dominó, y que algunos conflictos se habían gestado al interior de estos países como la existencia de la Hermandad Musulmana en Egipto, Siria y el Reino de Jordania, y la crisis de los clanes que componen el orden libio.
Lejos de lo que la propaganda occidental ha vendido sobre un mundo salvaje, aún en el Islam, la concepción de la Yihad no debe ser confundida con la aceptación del suicidio, en realidad el Islam al igual que el resto de las religiones monoteístas guarda un recelo sobre el valor de la vida, por ello las interpretaciones de la guerra santa siempre están condicionadas a circunstancias extremas en términos de la radicalización del conflicto.
De vuelta al tema de la protesta, la posibilidad de auto infligirse heridas, ausencia de alimentación o en casos extremos la inmolación, tocan la sensibilidad en cualquier parte del globo, coloca en situación de debate el comportamiento del Estado y su obligación de garantizar la vida, convirtiéndose en una poderosa arma o estrategia de lucha. El ayuno voluntario de tipo religioso no se practica con la finalidad de dejarse morir ante demandas divinas, es generalmente supervisado y responde al sistema de creencias.
Lo que hoy vivimos en Venezuela es el uso de un recurso poderoso para la reivindicación como lo es la huelga y su banalización por parte de los medios que dan un tratamiento en torno a las exigencias de éstas, “como si” fuese en desmedro de los derechos fundamentales cuando sabemos que no es real sino manipulación. Es imposible creer que se deba hacer una huelga de hambre para alcanzar reivindicaciones salariales del sector universitario y en casos puntuales, sean sectores gremiales como el estudiantil los que encabecen estas manifestaciones con una agenda vacía de argumentos.
Las reivindicaciones salariales del sector universitario son justas, aumento salarial, mejora de la calidad de vida de los trabajadores, mejoras de las condiciones presupuestarias en las providencias estudiantiles, entre otras esgrimidas, pero no dejan ser menos importantes las exigencia de transparencia en el manejo presupuestario y la inevitable transformación universitaria que no puede condenarse al ciclo del reformismo, pero corresponde a los actores involucrados desarrollar los instrumentos de lucha que se consideren pertinentes para alcanzar los objetivos no sólo económicos sino de condiciones subjetivas para la concreción de un nuevo sentido histórico de la formación universitaria, y sigue siendo la movilización pero en forma fundamental el debate y el dialogo caminos fundamentales para el reconocimiento de interlocutores válidos cuando estos responden de forma positiva a esta convocatoria.
La poca seriedad con que se ha tomado la huelga de hambre, hace que palidezcan en el futuro, acciones radicales de este tipo y que el proceso que se genera no sea el de la criminalización como apuntan algunos, sino el de la banalización, al final no sabemos si lejos de una huelga de hambre asistimos a una verbena y al tráfico nocturno de comida rápida cuando las cámaras de televisión apagan sus luces en las horas de menor audiencia de un Reality Show en que se ha convertido la protesta y que avergüenza frente a las demandas de mártires y activistas que con agendas claras de lucha, han intentado a lo largo de la historia pasada y reciente desde su esfuerzo individual construir una causa justa para sus pueblos.
jfortique@yahoo.es