Este artículo es el primero de una serie en la que presentaré la enseñanza por complejos o método de complejos, la cual fue desarrollada en los primeros años de la Revolución rusa de 1917. Esta propuesta no tiene nada que ver con el llamado “paradigma complejo” tan en boga en nuestras universidades hoy en día. La enseñanza por complejos surge como respuesta revolucionaria a la escuela zarista. Los revolucionarios que lideraron la batalla que llevó al derrocamiento del régimen zarista y al inicio de la primera nación socialista, tenían bien claro que una de sus primeras tareas era transformar desde sus raíces la educación que heredaban del sistema que habían derrotado. No sería posible formar a las niñas y niñas para el futuro socialismo bajo los esquemas educativos que le servían a la clase dominante derrotada. Además, la llegada al poder de los comunistas creó un clima favorable a la experimentación en educación. La destrucción del capitalismo incipiente de la Rusia de principios del siglo XX y el establecimiento de las bases para la construcción del socialismo requería de mucho ingenio. Eran años sumamente interesantes.
También en los países capitalistas se cuestionaba, a principios del siglo XX, la llamada escuela tradicional. El surgimiento y posicionamiento de los Estados Unidos en la escena económica mundial exigía a ellos mismos y, principalmente, a Europa enfrentar nuevos retos. Esa nueva fase de desarrollo en la que entraba el capitalismo requería de acomodos y reformas en los países capitalistas. La educación no podía quedar fuera de la influencia de esas nuevas exigencias. Una creciente clase media exigía acceso a la educación, la industrialización en aumento vertiginoso necesitaba de más y más mano de obra entrenada en conocimientos y habilidades básicas. Esta realidad, llevó al cuestionamiento de la llamada enseñanza tradicional y a la elaboración de propuestas alternativas. Fue en ese contexto que surgió la Escuela Nueva, como respuesta a las nuevas demandas educativas del capitalismo y de la democracia capitalista. Recordemos que el capitalismo puede funcionar perfectamente sin democracia, por ejemplo tenemos el caso del fascismo en Europa y su papel en el desarrollo del capitalismo en ese continente. Digamos pues que, el desarrollo del capitalismo a principios del siglo XX llenó de entusiasmo a muchos por la democracia, claro está como ideal.
Tenemos así que en las primeras décadas del siglo pasado había condiciones materiales que exigían cambios en la educación, por tanto, se facilitaba la experimentación y la búsqueda de alternativas a la educación tradicional del momento. Como señalé anteriormente, en el marco de esa nueva etapa del desarrollo del capitalismo, surgen una serie de propuestas de enseñanza agrupadas bajo la expresión “Escuela Nueva”. Algunas de esas propuestas no eran realmente tan nuevas, como es el caso del método de proyectos o enseñanza por proyectos. Fue en los Estados Unidos donde la enseñanza por proyectos o método de proyecto tomó auge, fue significativa la publicación del artículo de William H. Kilpatrick titulado “The Project method” en 1918. Otra propuesta pedagógica muy influyente en la época, y aún hoy en día, es la enseñanza basada en problemas propuesta por John Dewey. Quien por cierto se distanció de la propuesta de Kilpatrick, la cual incluso criticó abiertamente.
Al otro lado del atlántico también se realizaban propuestas de reforma de los métodos de enseñanza. Cobra relevancia el principio según el cual las niñas y los niños deberían estar en el centro de la enseñanza. Incluso se llegó a crear una asociación internacional en la que se agrupaban educadores de toda Europa y de otros países a favor de los nuevos métodos de enseñanza.
En la Rusia de 1917, la situación educativa de la población era lamentable, estaba muy por debajo de la de muchos países europeos. La mayoría de la población vivía en el campo, en condiciones deplorables, y la tasa de analfabetismo era altísima. Contra ese panorama contrastaba una elite muy bien educada, formada por destacados escritores y científicos. Una vez que los bolcheviques toman el poder, se proponen revertir eses panorama educativo. Una de sus principales metas fue erradicar el analfabetismo, a la par de garantizar el acceso de todas y todos a la educación. El gobierno revolucionario se propuso ofrecer educación gratuita y alimentación para todas y todas. Esos retos significaban que deberían introducirse cambios importantes en la pedagogía, ya no se trataba de educar una elite. En lo cual había sido exitosa la enseñanza tradicional, sobre todo la basada en tutores privados. Se trataba ahora de abrir miles de escuelas con sus puertas abiertas a cientos de miles de estudiantes. Además, se trataba de una escuela fundada en otros principios, diferentes de los de la escuela zarista y de los de la escuela capitalista. Estos principios estarían orientados por la visión marxista de la sociedad y de la educación. Es así como el trabajo, no reducido al trabajo manual, se convierte en el elemento central de la educación. Recordemos el trabajo de Engels sobre el papel del trabajo de la transformación del mono en ser humano. El trabajo es mucho más que un método o un complemento a la enseñanza. En el trabajo el ser humano se construye a si mismo, está pues considerado como proceso que produce al ser humano.
Teniendo el trabajo como centro, es propuesto el “método de los complejos” o de la “enseñanza por complejos”. Este método es ocultado por la mayoría de los pedagogos de la derecha, difícilmente encontrará usted mención a este método en los libros de pedagogía que predominan en nuestras escuelas de educación. Y aquellos pedagogos de la derecha que lo mencionan, han pretendido, presentándolo como una simple adaptación del método de proyecto de Kilpatrick o la combinación de varias propuestas metodológicas de la Escuela Nueva. Punto de vista que el propio John Dewey desmiente en un libro donde relata sus impresiones de un viaje que realizó a Rusia, en los primeros años del gobierno revolucionario.
La propuesta pedagógica revolucionaria, puesta en marcha oficialmente a partir de 1922, propuso la sustitución de la tradicional enseñanza basada en materias por “complejos” de ideas o fenómenos. Un complejo era un asunto o problema que es considerado de importancia por su valor educativo. Como ya dije en el párrafo anterior, el trabajo estaba en el centro de la educación, se partía del estudio de las fuerzas productivas y de las relaciones sociales que surgían de las formas particulares en que se organizaba el trabajo.
Para organizar la enseñanza se asumía como esquema fundamental la triada: Naturaleza, Trabajo y Sociedad. Se comenzaba por analizar las formas del trabajo en la comunidad donde se encuentra la escuela. Las y los profesores, las y los estudiantes tenían que estudiar las diversas formas del trabajo productivo en su comunidad. Manteniendo la atención el trabajo humano como tema esencial. Tomando como partida el trabajo en la comunidad, se estudiaba el trabajo en la región y luego en toda la nación. De allí que era muy importante que las y los profesores estuvieran familiarizados con los planes de desarrollo, introducidos por el gobierno revolucionario para la construcción del socialismo. Se pasaba luego a la última componente de la triada: la Sociedad. Entendida esta como la infraestructura, según la interpretación marxista. Por último, se continúa trabajando con el primer componente de la triada: la Naturaleza. De esta manera se organizaba el currículo. Por ahora no entraré en más detalles sobre la enseñanza por complejos. En otros artículos presentaré incluso ejemplos de complejos.
La enseñanza por complejos no fue recibida positivamente por todas y todos los educadores. En parte porque demandaba de mucho trabajo de parte de estos. Las autoridades educativas se vieron en la necesidad de introducir algunas modificaciones en el método para logar su viabilidad en las escuelas. El conocido psicólogo soviético Lev Vigotski manifestó su desacuerdo con la enseñanza por complejos, muy brevemente en su libro Pensamiento y Lenguaje. Este método fue finalmente abandonado oficialmente a mediados de la década de 1930.
Como he señalado en otras oportunidades, en nuestras escuelas de educación no se estudia la pedagogía o las propuestas pedagógicas desarrolladas en contextos revolucionarios. En estas escuelas todavía predomina la ideología de la clase dominante. Esas propuestas pedagógicas o son completamente silenciadas o son presentadas de manera anecdótica y la mayoría de las veces distorsionada. No nos tiene que extrañar entonces que entre nuestras educadoras y educadores sea muy conocida y apreciada la enseñanza basada en proyectos, mientras se ignore la enseñanza por complejos. Las educadoras y educadores que tenemos algún compromiso con la revolución tenemos ante nosotros el reto de revertir esa situación. De interesar a nuestras y nuestros estudiantes de educación por el estudio de la pedagogía revolucionaria. Invitar a nuestras y nuestros estudiantes a comparar y contrastar las prácticas y políticas educativas de la derecha con las prácticas y políticas revolucionarias. Llamar la atención sobre la enseñanza por complejos es un intento en esa dirección.
Mi respuesta a la pregunta planteada en el título es positiva. Afirmo pues que la enseñanza por complejos es una alternativa revolucionaria a la enseñanza por proyectos o basada en proyectos. Dedicaré el próximo artículo a la manera el que la enseñanza por complejos ha sido tratada en los libros de pedagogía en español y su receptividad en algunos de los países de Nuestra América. Luego presentaré en detalle la enseñanza por complejos. Y por último, haré unas consideraciones de este método de enseñanza comparado con la enseñanza por proyectos.
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