Los ingresos medios de los artesanos, en su mayoría piratas, de los taxistas, también piratas en su mayoría, los de los artesanos desde su mediana calidad y, particularmente, de los profesionales de la medicina burguesa y de los pequeños comerciantes, superan con creces la de los docentes de Venezuela.
Antes de la homologación universitaria, en la provincia había docentes universitarios con verdaderos sueldos de miseria extrema.
Las diferentes remuneraciones entre un maestro de escuela estadal y municipal-hoy homologadas por el presente gobierno-las de educación media y universitaria, no sólo han producido discriminaciones impedientes de reclamos masivos para exigir mejores remuneraciones, sino que revelan el pobre criterio que se ha tenido sobre la Educación en nuestro país. Se les dividido como si fueran obreros artesanales, cosas así.
Resulta por demás curioso que el tipo de trabajo con mayor productividad potencial, el que más agregaría valor al Producto Interno Bruto, como es la mano de obra del docente, sea el peor remunerado.
Es que detrás de esta política de Estado ha estado la mano reguladora del Imperio, ayer español y desde hace siglos, burguesa.
Porque esos sueldos de hambre no puede ser una práctica propia de ignorantes, sino una expresión de la estrategia imperial diseñada e implementada para mantener descontento al docente, para que su productividad resulte mediocre, para minimizar los estímulos que pudieran convertir al ejercicio de la docencia en la más apetecible profesión, de tal manera que nuestra población no se anime al ejercicio más importante de cualquier sociedad, la de ser docente.
De esa manera, han mantenido al pueblo ignorante por término medio, y en general acomplejado con docentes de los cuales terminan a burlándose hasta los mismos analfabetos formales.
09/07/2014