Venezuela es el 5to. País en el mundo en matrícula universitaria, según La UNESCO quien ubicó a Venezuela en el segundo lugar de Latinoamérica y quinto en el mundo con mayor matrícula estudiantil universitaria". Lo que se traduce en dos millones 620 mil 013 alumnos en aulas de clases, incluyendo 3.346 provenientes de pueblos indígenas y 1.232 con discapacidad, para enero de 2.014. Ello implica un enorme esfuerzo realizado por la Revolución Bolivariana en estos 15 años, luego de superar el terrible problema del cupo universitario, azotado por políticas neoliberales en el campo educativo universitario, las cuales se aplicaron salvajemente entre los años 80 y 90.
Efectivamente, el norteamericano Samuel Huntington, el japonés Joji Watanuki y el sociólogo francés Michel Crozier elaboraron ya en 1.975 un informe denominado: “La crisis de la democracia. Informe sobre la gobernabilidad de las democracias”. Las propuestas que lanzaron se convirtieron en el “máximum” del neoliberalismo. El punto 12 de dichas recomendaciones establecía: en el tema universitario: “Reconducir las universidades a posiciones funcionales para la reproducción del sistema. Reducir los recursos financieros puestos a disposición de las universidades públicas, que generan excedentes de licenciados en relación a los puestos de trabajo disponibles…. Incrementar los recursos a disposición de las universidades privadas” Precisamente, la aplicación de esas políticas generaron conflictos universitarios generalizados, no sólo en Venezuela, sino en América Latina y en el mundo.
Cuando el Comandante Chávez llega al gobierno en 1.999, pero sobre todo a partir del 2.003, una vez derrotado el golpe de estado y el paro petrolero-insurreccional, comienza el gobierno bolivariano a implantar políticas universitarias de democratización del ingreso y la apertura de nuevas universidades para establecer una nueva forma de afrontar el tema universitario, pero manteniendo al mismo tempo el viejo sistema universitario. De allí que el sistema viejo reaccionara apoyando cuanta aventura antichavista y/o antibolivariana viniera del sector opositor o del imperialismo norteamericano y sus acólitos europeos.
Hoy tenemos claramente diferenciados dos formas, dos modelos universitarios:
- El tradicional, con gremios de trabajadores (sobre todo docentes) controlados por la oposición, con autoridades oposicionistas (yo llamo a la AVERU, AVERUO, por la O de Opositoras al gobierno), con visiones tradicionales de la relación profesor-estudiante, caras en función del enrome presupuesto que devoran en relación a la cada vez más baja productividad de conocimientos, de graduaciones, o de relaciones con la sociedad para resolver problemas económico, sociales, ambientales, culturales, etc.. Allí hay un enorme potencial humano, pero con objetivos desviados y donde hay aproximadamente 400 mil estudiantes universitarios, es decir, casi un 20% de la matrícula universitaria nacional. En este sector también podemos ubicar a las universidades de gestión privada (la educación mercantilizada) donde hay matriculados alrededor de 200 mil estudiantes.
- El bolivariano, representado en ARBOL (Asociación de Rectores Bolivarianos), donde confluyen universidades especializadas (Deporte, Hidrocarburos, Indígena, Trabajadores, Artes, Campesina, Salud, entre otras), universidades territoriales, universidades experimentales Clásicas (UNEFM, UNESR, URMB, UNESUR, UNEG, UNELLLEZ, UNERG), Universidades como la UNEFA, la Bolivariana, la Misión Sucre y su expansión hacia las comunidades populares. Acá hay aproximadamente 1 millón 800 mil estudiantes universitarios estudiantes universitarios en todos los rincones de la Patria.
Estos dos modelos conviven en medio de enormes contradicciones propias de un proceso revolucionario. Cuestionándose entre sí. Unas apuntalando el proceso revolucionario y otras tratando de derrocarlo, usando contra el mismo los recursos que el propio gobierno les remite. Mientras, las universidades controladas por la oposición se han convertido en el centro de las “guarimbas”, de la desestabilización en casi todo el tiempo de la revolución bolivariana. Lo hicieron cuando Chávez apoyando el golpe de 2.002, el paro petrolero, las guarimbas de 2.004, las manifestaciones estudiantiles durante el caso RCTV, han cuestionado y enfrentado cuanta política social o económica plantea el gobierno bolivariano, cuantas leyes se hayan promulgado en estos 15 años, cuestionaron la propia Constitución bolivariana, a la cual ahora se aferran hipócritamente.
Y desde que Nicolás Maduro está en el gobierno, las universidades oposicionistas han lanzado 2 paros universitarios en menos de un año. En 2.013 la FAPUV convocó a un paro indefinido cuando ya el gobierno había aprobado la 1ra. Convención Colectiva Unificada (docentes, obreros y empleados universitarios), en la cual se incrementaron los sueldos y salarios en más del 100% y se incorporaron otros beneficios sociales. Sin embargo, la FAPUVO y la AVERUO mantuvieron el paro que afectó a 400 mil estudiantes universitarios y les generó la pérdida de un semestre íntegro.
Este año 2.014 una vez más estas universidades son el espacio para las manifestaciones violentas disfrazadas de “manifestaciones estudiantiles por la libertad”. Las universidades controladas por la oposición cerraron durante 3 meses generando en la práctica otra pérdida de semestre. Es decir, que estas universidades en los últimos 12 meses del año, apenas han tenido 3 meses de clase. ¿Es eso algo lógico? ¿Hasta cuándo la sociedad, el gobierno, o el estado permitirán semejante impunidad? ¿Hasta cuándo autoridades oposicionistas que usando sus cargos con sus períodos vencidos (de esto nos ocuparemos luego) siguen atentando contra el derecho al estudio, a la libertad, al trabajo de cientos de miles de universitarios?. ¿Hasta cuándo se permitirá que gremios ilegítimos como la FAPUV paralicen clases violando las leyes laborales, la Constitución y el derecho al estudio?
Mientras eso ocurre, en el sector de las universidades bolivarianas se mantiene las clases, las graduaciones, la actividad universitaria en apoyo al proceso revolucionario, pero sobre todo al sector estudiantil para que no sufra los embates de la reacción opositora. Eso si, estas universidades deben contribuir con el proceso de reflexión profunda de para qué son como universidades en tiempos de revolución. Ser realmente universidades de nuevo tipo, tanto en su gestión, como en sus aportes a la solución de problemas reales y concretos de la sociedad venezolana.
Todo ello hace imperativo avanzar de verdad en la transformación universitaria y que ello deje de ser una consigna para convertirla en realidad.
Las universidades deben recuperar el rol para el cual fueron diseñadas y puestas en acción. Y este es el reto que tienen las autoridades universitarias, así como el estado todo. A propósito de ello, son válidos los aportes que hizo Rigoberto Lanz desde ORUS-UNESCO y sus textos sobre la Reforma Universitaria (8 tomos) y las reflexiones que en el año 2.008 realizó el prof Vladimir Acosta y que anexo: http://encontrarte.aporrea.org/77/entrevista/. Allí Acosta expresa, entre tantas reflexiones rotundas: “Hay que cambiar la estructura de la universidad por la Ley. Una vez que se cambie por la ley –y las leyes se aprueban por mayoría, por discusión, como se aprueban todas las leyes aquí, democráticamente– esa ley va a incidir sobre la obligación de las universidades de adaptarse a las nuevas estructuras, y las nuevas estructuras con el nuevo acceso van a salvar a las universidades de sí mismas, de la mafia que las controla, y van a garantizar que esas nuevas universidades que después de todo son una inversión del Estado, tienen una historia, tienen una tradición, tienen un valor en sí misma, puedan ser rescatadas dentro de su autonomía y por sus propios estudiantes, y por sus propios profesores, con una visión distinta para un país que las necesita”.