En la Universidad del Zulia, como en todas las universidades autónomas de Venezuela, no se celebran elecciones para designar autoridades rectorales desde 2008. Tampoco se han celebrado elecciones decanales en el mismo lapso. Tanto rectores como decanos transitan ya por su tercer período de gobierno universitario, pese a haber sido electos solamente para un período de cuatro o tres años según el caso. Casi una década de anulación absoluta de todo ejercicio democrático dentro de nuestras universidades, situación que no llegó a presentarse incluso cuando el bipartidismo adeco-copeyano intervino y allanó las universidades en 1969.
Esta ausencia absoluta del ejercicio democrático universitario se extiende hacia las instituciones privadas, que nunca han tenido democracia interna (pese a que sus propietarios reclaman todo el tiempo la falta de democracia en el país), y hacia las universidades controladas por el Estado, como la UBV, la UNEFA, las UPT y las Experimentales, las cuales tampoco tienen posibilidades de que sus comunidades universitarias (profesores, estudiantes, empleados y obreros) elijan de manera libre a sus autoridades académicas y administrativas.
En las Universidades Autónomas no se pueden celebrar elecciones por una serie de decisiones del TSJ, que exigen a estas instituciones que adapten sus elecciones internas a los requerimientos del artículo 34, numeral 3, de la vigente Ley Orgánica de Educación, que establece la necesaria participación de toda la comunidad universitaria (profesores, estudiantes, empleados, obreros y egresados) en la elección de sus autoridades. Los respectivos Consejos Universitarios se han negado a cumplir esta exigencia del TSJ, sin que se hayan producido ningún tipo de sanciones por el incumplimiento de esta exigencia del máximo tribunal de la República.
Pero el gobierno bolivariano tiene facultades para imponer un Reglamento Democrático para que los universitarios podamos elegir a nuestras autoridades. Pero nada ha hecho en esa dirección. Podía hacerlo la Asamblea Nacional cuando estuvo por un lustro en manos de ala más "radical" del chavismo (2010-2015), pero de manera inexplicable se privó de hacerlo (como se privó la mayoría bolivariana de aprobar una nueva ley de universidades en 15 años seguidos de mayoría parlamentaria, 2000-2015). Puede hacerlo el propio TSJ, cuyas recientes actuaciones demuestran que para sus miembros la ley es como una plastilina, como lo catalogó el tránsfuga de Aponte Aponte. Lo puede hacer también el Ministerio de Educación Universitaria, debido a que la LOE es una ley orgánica y el ejecutivo tiene facultades para dictar reglamentos de las leyes orgánicas.
Pero sin explicaciones públicas de ningún tipo, el gobierno bolivariano no asume iniciativas para resolver esta grave situación de ilegalidad de las universidades venezolanas. La gestión de todos los últimos ministros del MPPEUCT se ha caracterizado por la absoluta falta de interés en resolver la desaparición de los mecanismos democráticos para el ejercicio del poder en las universidades. Su conducta indica que la ausencia de democracia no les preocupa. Y lo que es más grave, no les preocupa que más de diez grandes universidades venezolanas, que en términos de impacto científico y cultural son las más importantes del país, permanezcan por tiempo indefinido en manos de la derecha más recalcitrante, opositora total al desarrollo de cambios revolucionarios en cualquier faceta de la sociedad.
Esta derecha universitaria, que se queja por todo y llora por todo, no incluye en su rosario de pedimentos la realización de elecciones democráticas dentro de las universidades que dirigen. Muy contentos están ellos con ese cheque en blanco que les ha dado el gobierno. Pueden ser rectores y decanos por tiempo indefinido, hasta que se mueran, y si se presenta su fallecimiento, pues los consejos universitarios designan a un encargado que igualmente se prolonga hacia el infinito en su gestión (en LUZ falleció en agosto de 2016 la vicerrectora administrativa electa en 2008, el CU designó a un encargado, y a 6 meses de ello, su "encargaduría" amenaza con hacerse eterna, al igual que el resto de autoridades).
Para complementar adecuadamente este "modus vivendi" universitario, el gobierno bolivariano le ha otorgado religiosamente a estas universidades controladas por la derecha su respectivo y frondoso presupuesto, año tras año, lustro tras lustro, y parece que vamos para década tras década.
Es tanto el dinero entregado a las universidades que para demostrarlo expondremos un ejemplo que ocurre en LUZ. Para finales del año 2015, LUZ tenía un total de 4290 empleados y obreros activos (y sólo 2329 profesores activos). A pesar de que la institución tiene un personal obrero y administrativo que supera ampliamente los estándares internacionales para las universidades (esos criterios internacionales indican que debe haber un personal de apoyo –obrero o empleado- por cada tres profesores, teniendo por el contrario casi dos empleados-obreros por cada profesor), entre julio de 2014 y noviembre de 2016 ingresaron a LUZ a nómina ordinaria un total de 1526 nuevos empleados y obreros, que representan más de un tercio del total de trabajadores activos de ambos sectores dentro de la universidad. Es decir, en un lapso de 28 meses ingresó el 33 % del personal de apoyo que está activo (administrativos-obreros), algo sumamente grave si tomamos en cuenta que la universidad mantiene una matrícula estudiantil en franco descenso y un personal docente en el cual son más las jubilaciones y las renuncias que los nuevos ingresos de profesores.
Fuente: Dirección de Recursos Humanos de LUZ. Informaciones publicadas en la web de la universidad: http://www.rrhh.luz.edu.ve/.
Fuente: Nómina de LUZ en ese mes (datos no oficiales).
Nos preguntamos: si las universidades autónomas están en crisis presupuestarias (como dicen las autoridades de LUZ y del resto del país), ¿de dónde salió el presupuesto que puede financiar que la nómina de trabajadores administrativos y obreros crezca más del doble en un lapso de dos años? Esta circunstancia demuestra de manera clara y contundente que el presupuesto universitario es un pozo sin fondo, que es falso de toda falsedad el supuesto déficit presupuestario, y demuestra también que las autoridades universitarias son bastante irresponsables al convertir la institución en una agencia de empleos que no son requeridos para su funcionamiento académico y que en cambio comprometen seriamente el futuro de la universidad.
Por supuesto que unas autoridades así, que manejan a discreción y sin supervisión un presupuesto que pareciera que se les regala para que hagan lo que quieran (menos cumplir con la función social de la institución), jamás exigirán elecciones. Mientras más duren en sus cargos, más chanchullos financieros podrán realizar manejando un presupuesto de manera totalmente opaca y con resultados contrarios a los fines de se supone tienen las universidades.
Otro ejemplo que tenemos muy cerca es nuestra propia facultad experimental de ciencias de LUZ en donde laboramos. En los últimos cuatro años sólo se han realizado cuatro semestres, a razón de uno por año, en una irresponsable gestión decanal que juega a liquidar la institución provocando una masiva deserción estudiantil y una también masiva fuga de profesores hacia instituciones extranjeras. La falta absoluta de elecciones nos deja sin mecanismos democráticos ni contralores que puedan siquiera intentar cambiar esta negativa situación.
Tenemos entonces la caracterización de los polos del pacto macabro que tiene a las universidades venezolanas sin democracia y como barco a la deriva. Por una parte la burocracia "bolivariana", que se privó de modificar la Ley de Universidades pese a tener mayoría parlamentaria por 15 largos años (tres períodos) y que desde el MPPEUCT financia generosamente a la derecha universitaria entronizada al frente de las instituciones autónomas. Por la otra, la derecha identificada con la MUD, que controla toda la formación de nuevos profesionales y la producción de nuevos conocimientos científico-técnicos. Un pacto macabro que solo sirve para mantener el atraso científico del país y que garantiza que nuestros nuevos profesionales salgan al mercado de trabajo para sabotear y hacer retroceder todos los avances que se pudieron alcanzar en el período de gobierno de Hugo Chávez.
¿Cuáles son las alternativas ante esta falta de democracia en las universidades y falta de política transformadora por parte del gobierno bolivariano? A este respecto ya se han ensayado casi todas las opciones en los últimos años:
- Propuestas enarboladas por grupos profesorales de más de diez universidades que nos pronunciamos públicamente en el 2015 con cuatro documentos dirigidos a Nicolás Maduro y a las autoridades del MPPEUCT.
- Propuestas formuladas en agosto-octubre de 2016 en los respectivos Congresos de la Patria Universitarios que se realizaron por todas las universidades del país.
- Diversas gestiones legales realizadas por grupos bolivarianos que han tratado de que se realicen elecciones democráticas internas, como se ha hecho en la UNA.
En general, todo lo realizado se ha estrellado contra el muro de la indiferencia de la burocracia universitaria PSUV-MUD. Lo que ha podido ocurrir debido a la desmovilización casi total que prevalece en las comunidades universitarias, golpeadas duramente por la crisis económica y por la desmoralización que genera el estado de anomia general que impera en las instituciones de educación superior.
Pensamos que luchando contra las adversidades, se deben promover espacios de reflexión, organización y lucha universitaria, imbricados en la praxis académica transformadora que mantenemos los revolucionarios dentro de las instituciones, para ir juntando fuerzas que permitan iniciar en un plazo no tan lejano una ofensiva política en pro de la transformación profunda de nuestras universidades. Si tenemos un sueño, es el de una nueva Renovación Universitaria, como ocurrió en nuestras instituciones en 1969 (no la viví pues en ese entonces apenas avanzaba en la primaria).
No veo reservas para ese objetivo dentro del actual gobierno. Como por supuesto tampoco las veo en la MUD. En estos extremos de falsa polarización está oculto un pacto macabro que deja las universidades en manos de la derecha e hipoteca el futuro científico del país. Pero así como la renovación de 1969 avanzó por encima de los partidos de derecha e izquierda, con la fuerza de base de los estudiantes, profesores y empleados-obreros revolucionarios, ahora en 2017 la conjunción de los trabajadores y estudiantes debe concretarse para resucitar la vida de las universidades venezolanas, tan necesarias para garantizar nuestra soberanía económica y cultural.
Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 4 de febrero de 2017