Difícil no sentir tristeza, impotencia y algo más al transitar hoy los otrora bulliciosos, alegres y abarrotados pasillos de la Universidad Central de Venezuela. Los encontramos sombríos, solitarios y silenciosos, algo difícil de imaginar en otros tiempos, con aquella UCV activa, inquieta, solidaria y contestataria de aquellos tiempos, ¿Dónde quedó aquella UUUCV que vibraba con el acontecer político, cultural y artístico del país, a dónde acudían los barrios, los obreros, los campesinos de todo el país, en una hermosa y constructiva vinculación donde pensamiento y acción se unían en función de una universidad consustanciada y al servicio de los movimientos sociales y las comunidades organizadas. Con la esperanza de que fuese mi apreciación personal todo aquel estado de abandono y soledad, conversé del tema con profesores, profesoras, amigos y compañeros de la misma época añorada y lamentablemente, todos me confirmaron la triste realidad, ¡a la Universidad Central de Venezuela la terminó venciendo la sombra, a la que históricamente enfrentó en forma victoriosa en diversos y difíciles momentos! ¿Dónde quedó aquella alma Mater que vivimos, disfrutamos y llevábamos en el alma?: Acá una conferencia, allá una discusión, un foro en la Sala E, aquí un concierto, una toma, una marcha, un teatro, el debate siempre presente, aparte de la asamblea que nunca faltaba en el comedor, en el Aula Magna, Sala de Conciertos o en cualquier espacio de las distintas facultades e institutos existentes. Una protesta en la entrada Tamanaco.
¿Dónde se fue todo ese vigoroso y estimulante ambiente universitario?, ¿lo perciben las autoridades universitarias?, ¿Les importa algo la precaria situación general de esta casa de estudios?; Lo que nos deja bien claro a todos los que pasamos más de un cuarto de siglo en aquella UCV, es que sus enemigos de siempre lograron su objetivo de acabar con la universidad popular que fue nuestra UCV, lograron castrarla y neutralizarla, eliminando su contenido de clase, su función constructiva y formadora de seres con valores, pensantes, con principios y preocupados por una Venezuela humanista y solidaria; trabajaron para que forme hombres y mujeres buscadores de fortuna, graduados sólo para hacer dinero-no importa como-, al margen de lo social, lo humano, lo solidario, sin vocación de servicio para un país que los educó. Al recorrerla duele ver a la que un día fue la aguerrida y gloriosa UCV, postrada, agonizante, vencida, que mira pasar el tiempo sumisa y ajena al mundo, al país, e incluso, ajena a sí misma. Suponemos que todo esto lo celebran quienes guiados por una ideología bastarda, lacaya y neocolonialista, supieron cumplir el mandato de convertirla en un instrumento al servicio de intereses ajenos al pueblo y al país digno, solidario e independiente que queremos construir. Duele la UCV que luchaba junto al pueblo por sus derechos, duele la UCV que apoyó a los campesinos de los Cañizos Palo Quemao, en la defensa de los derechos de sus tierras en Yaracuy. Duele la UCV del Rector Magnífico que gallardamente enfrentó al jefe de las tropas del allanamiento, cuando éste le dijo: "Rector, me hubiese gustado conocerlo en otras circunstancias", a lo que él le contestó: "comandante haga su trabajo, que yo me ocuparé de hacer el mío". Duele la UCV que nos permitió en su Aula Magna oír líderes latinoamericanos, de la talla de Fidel Castro y Tomás Borges, entre otros. Duele que apartando diferencias y diatribas, se unió en el dolor colectivo para llorar al Orfeón Universitario, víctima de la tragedia de la Azores. duele aquella que tembló de rabia cuando los autobuses ametrallados en Tazón. Cómo duele esa UCV que tomaba las calles de Caracas en procura de mayor presupuesto y contra las intervenciones. Nos duele la UCV que retaba al imperio yanqui al protestar frente a su embajada, en defensa del pueblo vietnamita y los hermanos sandinistas y salvadoreños, contra intervenciones como la de Grenada, República Dominicana, Panamá etc. Nos duele aquella UCV que en los años 60, en el rectorado, secuestró al embajador yanqui Moscoso, arrebatándole el documento sobre la Alianza para el Progreso, que después leería y denunciaría el Che Guevara en su famoso discurso de Punta del Este. Nos duele la UCV de Domingo Alberto Rangel, de Alí Primera, de Sergio Rodríguez, de Belinda Alvarez, de Yepez , de Jorge Rodríguez, de Rodolfo Quintero, de Héctor Mujica, de Jesús Rosas Marcano, Douglas Blanco, Amado González, Paticas, y tantos otros que dejaron sus huellas en ella. También nos duelen unos gremios anquilosados, ciegos y atrasados como una APUCV que se le fue la vida en una oposición obcecada y al servicio de una derecha desprestigiada y mercenaria; una FCU igualmente comprometida con intereses oligárquicos y clasistas, y unos trabajadores cuyos gremios, un tanto confundidos y confundiendo con sus diferencias internas y posiciones vinculadas mas a lo reivindicativo, que a la formación de conciencia política, e ideas revolucionarias acordes al momento que vivimos actualmente los venezolanos. Duele la UCV que recorrimos junto al Comandante Chávez, cundo el presidente la visitó para devolverle su Jardín Botánico y la Zona Rental que le había arrebatado la cuarta república. Duele la UCV de aquellos festivales de corales, de los domingos de concierto, ferias navideñas, las patinatas universitarias, el Chichón de Carias y tantos otros espacios culturales de entonces.
La situación que presenta la universidad es una demostración de lo que es dirigir y gobernar con propósitos e intereses ajenos al interés nacional, de espaldas a la patria que queremos construir; la vida o muerte, el avance o el retroceso de las instituciones es producto de la concepción con que se manejen y todos conocemos el concepto de país de quienes han dirigido en los últimos tiempos a la UCV. Solo por tomar algunos ejemplos de los muchos a la vista, es la eliminación de la imprenta universitaria, donde se editaba todo el producto de la investigación, la producción intelectual y académica de la universidad, de lo cual deducimos que al eliminarla, es porque allí no se produce nada en estas áreas del conocimiento. De la misma forma acabaron con los centros de publicaciones en las Facultades, Talleres, el Departamento de Higiene y Seguridad laboral, y dado el estado actual de servicios como Transporte, Vigilancia, Servicio Médico de los trabajadores, Instituciones Educativas, Servicios Generales, etc; todo nos indica que también están en vías de desaparecer. Siempre será la actitud de su gente lo que determine y haga posible que tipo de universidad habremos de construir, y la actitud de autoridades, estudiantes y gremios de esta universidad salta a la vista, nada mas entrar a la ciudad universitaria, patrimonio cultural de la humanidad. Hay que estar muy comprometido con una política enajenante y entreguista para destruir la casa que los formó y los hizo profesionalmente – bueno, lo de los formó es un decir-. El tiempo y las energías en extensión e investigación, para aportarles científica y técnicamente al país que necesitamos, lo invirtieron en enfrentar al proceso revolucionario intentando dar lecciones de eficacia y democracia que jamás practicaron en una UCV que les quedó muy grande, no nos alegra que nos hayan demostrado lo incapaces que son , no nos satisface que nos hayan hecho saber como gobiernan, ya que ello ha sido posible mediante el asesinato de la universidad que históricamente demostró ser vanguardia y luminoso faro de todas las luchas sociales de este país. Por eso desde la Central Socialista y Bolivariana de Trabajadores , vaya nuestro llamado a las universidades comprometidas con la revolución bolivariana, a sus autoridades , sus estudiantes , profesores y trabajadores todos a trabajar unidos en nuestras casas de estudios, para hacer de ellas, las trincheras donde se formen los hombres y mujeres con los que nuestra patria sabrá enfrentar los intentos por mantenernos subdesarrollados y limitar los avances científico-técnicos a que como país soberano tenemos derecho. En esta batalla no solo el gobierno debe trabajar por el avance del país, el gobierno son sus instituciones y las instituciones son sus trabajadores, sus científicos, sus técnicos, sus obreros, etc. No hay revolución posible sin ciencia, tecnología, ni cultura, y en estas materias nuestras universidades y tecnológicos son las llamadas a señalar el camino a seguir; de su rol dependerá poder construir soberanía, independencia y un pueblo con capacidad para acometer las grandes tareas que requieren los nuevos retos que el mundo y el cambio de modelo que buscamos nos exige. De todo lo malo que hoy vemos en nuestra amada UCV, lo que podemos extraer como consuelo, es que aparte de las nada frescas ni alentadoras noticias que nos llegan de Argentina y Brasil, ya hemos podido apreciar de cerca, como gobierna el neoliberalismo, lo hemos vivido en la universidad. ¡Dios nos libre en el país!. De nosotros depende.
Por ahora una súplica a las neoliberales autoridades: Por favor no nos quiten el reloj ni el chichero.
Ramón Blasco. (Guameño). Marzo 2017