Siguiéndole los pasos a Jiddu Krishnamurti le hacemos llegar algunas sugerencia sin desarrollarlas de este escritor indio -por concepto e, hindú es el concepto cultural- al ministro de educación, Aristóbulo Istúriz, a ver qué hace con ellas con entereza y, deje de ser menos fanático a la política y, se dedique con más afán a la educación que como educador debería velar y profundizar ideas y conceptos, y llevarlas a la práctica que transiten su fecundidad en la formación educativa de este país que está de brazos cruzados, sin que los maestros y profesores (personal docente) tengan que estar semanalmente o, quincenalmente o, mensualmente, divertidos de paros y huelgas tras de una bonificación que no alcanza para abrir una puerta que dé paso a vivir decentemente, que mejore en algo mejor (sustancialmente) a los alumnos como a los docentes sin que den lástima permanente, por el poco sustento que perciben de la administración pública y, seguro estamos que Aristóbulo tiene conocimiento de cartas, mediante su lectura en el IPC, si fue alumno del profesor Guillén Pérez, que llegó como maestro a estudiar en ese instituto, es decir, era un veterano maestro y posiblemente, le fue exigido por Guillén Pérez, y sino fue alumno de Guillén por su currículo, algún año debió leerlas y, si no tiene que leerlas ahora, para que, instruya las mejoras que se necesitan a gritos dentro de la educación venezolana que está arrastrándose por el suelo, con un magisterio en decadencia y por supuesto alumnos que nos dan para lo que se requieren. Aunque la educación entra primero por la casa que de eso será el Ministerio de la Familia (-¿existe?).
Pero, como no todo está perdido en esta Venezuela de mil dolores y tantas angustias y, aunque años llevará levantarla, aunque sea con grúa, con esfuerzo y mística, pero de que hay que levantarla con lo que sea -con o sin Aristóbulo- eso se ve a diario, pero en revolución todo es posible, aunque Aristóbulo ande más en zigzag perdido, absorto en el Ministerio de Educación hay que llamarlo con fuerza o hay que llenarse de: ¡Aristóbulo, levántate hombre!, deja la flojera, aligera tus pasos no importa un ballenato, ¿tus tambores acaso, antes bailabas tambor, Barlovento a dentro? Que a Lázaro lo levantó Jesús que estaba muerto y tú estás vivo, seguro que tienes aspiraciones a ..., tienes que levantarlo algún encanto que, no sea la cruz de mayo, que los Estados Unidos, nada tienen que ver con Aristóbulo, porque es un limpio -no es como Rafael Ramírez- que no está dormido. O, es acaso qué ya no da para más, se embarcó en una de apatía sin límite que tiene a Venezuela en plena oscuridad, y no por falta de electricidad sino por falta de la luz de las ideas y, por menos entrega a la responsabilidad que tiene con los jóvenes de este país, ¿o acaso se le olvidó? ¿Y cómo hacemos Patria así, Aristóbulo? O, es qué acaso tú estás de parranda, por lo que sea, tienes que seguir a Krishnamurti que todavía hay tiempo:
Escribió Krishnamurti en Cartas a las Escuelas el primero de septiembre de 1978, Como quisiera mantenerme en contacto con todas las escuelas, la de la India, la de Brockwood Park en Inglaterra, la escuela de Oak Grove de Ojai y la de Wolf Lake en Canadá -no sé porqué, no incluyó las de Venezuela, que ahora yo lo hago por él, me dejó ese espacio- .
Debo decir que, Jiddu Krishnamurti, se educó en París IV París-Sorbona, y que fue un conocido escritor y orador en materia filosófica y espiritual que entre sus temas incluía, la revolución psicológica, el propósito de la meditación, las relaciones humanas, la naturaleza de la mente y cómo realizar un cambio positivo en la sociedad global que no me equivoco en decir que muy pocos dentro del magisterio venezolano lo han leído y, si no lo han leído cómo van a seguirlo y aplicar sus ideas, sus recomendaciones.
Quiere Krishnamurti a través de sus cartas transmitir a todas las personas involucradas por las mismas situaciones que, las escuelas no sólo deben ser excelentes desde el punto de vista académico, sino mucho más que eso, por lo que han de involucrarse en el cultivo total del ser humano y, que esos centros educativos deben ayudar al estudiante como al educador a florecer a plenitud con naturalidad y, que ese florecimiento real es importante, porque, de lo contrario, la educación se convertirá en un proceso meramente mecánico, orientado a una carrera como profesión y, con la sociedad de ese tiempo, la carrera y la profesión son inevitables, pero si se pone todo el énfasis en eso, entonces poco a poco la libertad para florecer habrá de marchitarse -tal cual como ha pasado en este país- que por lo general se pone énfasis en los exámenes y en la obtención de buenas calificaciones -que acá ni lo uno ni lo otro- y que eso no debería ser el propósito fundacional de esas escuelas, lo que no quiere decir que el estudiante haya de ser inferior académicamente y, que el florecimiento del maestro tanto como del estudiante, por el contrario, la carrera y la profesión ocuparían su justo lugar.
La sociedad que es la cultura en que se vive, fomenta y exige que el estudiante se oriente hacia el logro de un empleo y de la seguridad física que esa ha sido la constante presión de todas las sociedades en que la carrera está en primer lugar y, todo lo demás es secundario. O sea primero el dinero, y segundo los complejos aspectos de nuestra vida diaria y, que él está tratando de alterar ese proceso -¿y en Venezuela qué? Porque el hombre no puede ser feliz con dinero solamente, porque cuando el dinero se vuelve factor dominante en la vida -lo que pasa actualmente con el neoliberlalismo mundial-, existe un desequilibrio en nuestra actividad. O sea vivir por el dinero y lo demás al olvido como secundario.
Lo que quiere Krishnamurti es que si los educadores comprendieran la importancia de su idea y, le dan el lugar correspondiente, entonces, pueden ayudar al estudiante y con eso concluye su primera carta que lo demás se irá en detalles y, Aristóbulo que que siga leyendo y fomentando lo que haya que fomentarse que quien quita que salga de su escondite cavernícola, y que le cancele bien y puntual a los educadores y, que los pone a trabajar -no más huelgas bobas- para que justifiquen su paga quincenal.