Soy abogado, soy ingeniero, soy...
-¿Y a mí qué? Eso sólo prueba que posees un diploma de estrechez mental.
Federico Nietzsche
Aun cuando todos los expertos coincidan, pueden muy bien estar equivocados.
Bertrand Russell
La imaginación es más importante que el conocimiento
Albert Einstein
Muchas cosas marchan mal en el mundo y las academias, los tecnólogos y en fin las mismas universidades se han ido encargando de empeorarlas. Si uno quiere entender un poco la idea del socialismo que buscamos debe ir aprendiendo de las comunidades que encarnan el sufrimiento, las penurias, en medio de esa sorda e interminable lucha contra los explotadores, contra las injusticias: lucha de siglos con una solidaridad férrea con el caído, con los vejados, humillados y ultrajados por parte de las bestias imperiales. En esas comunidades no hay un ser que no tenga aterido de desamparo a un familiar preso, a un familiar enfermo en un hospital o postrado en un catre padeciendo algún horrible mal. Y los vecinos son como una misma familia entrecruzada por mil maldiciones, pero van adelante compartiendo toda clase de angustias y temores. Allí se ha practicado de siglos un socialismo silente, un socialismo del dolor y de la resistencia más cruel y desoladora. De esa resistencia surgen los más elevados elementos de la solidaridad, el concepto de que nada es nuestro y de que todo lo debemos compartir como hermanos; de que cualquier leve exceso se debe repartir para mitigar las necesidades del que menos tiene. De que el enemigo y el opresor acechan afuera. Por esta razón, fue de los barrios de donde primero surgieron las fuerzas que arrollaron las pretensiones de Carmona El Breve, no de los sesudos centros de formación intelectual de ningún partido, de ninguna escuela o institución militar. Han sido ellos quienes han resistido con ese socialismo de amor y de fraternidad la sangrienta opresión y el pertinaz acoso de los sabotajes de la oligarquía y de los medios de comunicación. Mientras la clase media y alta viven aterradas por lo que vomitan las pantallas de las jineteras, por esa formación imbuida en el egoísmo, en la vil competencia, en ese intelectualismo raquítico y servil atenido a los correcto y a lo formal, ellos conocen al monstruo por dentro y saben perfectamente de esas añagazas para embaucar. Ellos sí entienden perfectamente la expresión del Presidente Chávez cuando dice que ser rico es malo. Cuando alguien tiene mucho otros están pagando esa desigualdad, ese desequilibrio. Por eso el pobre, el humilde siempre comparte lo que tiene, y en verdad que nunca tiene más de lo que necesita, porque todo excedente se convierte en una culpa y en una condenación natural, que va en la sangre, en los nervios y en los sentimientos de quienes le rodean. En este orden sólo el pobre es capaz de sentirse satisfecho con lo que tiene porque es quien más se posee a sí mismo frente a la obstinación del poder. Es él único que puede sentirse muy rico teniendo sólo necesario. Es el capaz de los más nobles actos de generosidad, y a quien no lo atormenta el afán de la propiedad, porque en verdad sabe que lo de él es de todos y cuantos le rodean velarán por él en momentos de dificultad.
En verdad que nadie es más espléndido que el pobre.
Por eso el pobre deja de serlo cuando no sufre por no tener lo que no necesita. Cuando ya no es capaz de renunciar a lo que no le hace falta. Cuando ha dejado de ser desprendido. Cuando se acobarda frente al que dirán; cuando se perturban por el afán de buscar a toda costa el estar desprovistos de necesidades y entonces se hacen esclavos de lo superfluo y de lo que poseen. Cuando comienza a vivir solo para proteger y agrandar sus propiedades, y se hace un animal acosado en permanente alerta frente a su entorno.
Los que violan la ley de la confraternidad entre los pobres, esa en la cual todo es de todos, pronto se les verá caer en la más pavorosa de las maldiciones. Adulterados deambulan con los andrajos de un confort que los humilla a los ojos de ricos y poderosos. Serán eternamente unos judas y desubicados. Hay que despojarse de ese instinto miserable inoculado por el capitalismo, de que para vivir bien hay que comprar y tener muchas cosas (que a la final sólo provocan estorbo y perturbación de la vida sana). Porque la aberración de esta ajetreada existencia moderna, cuyo único aliciente pareciera encontrarse en la contemplación de tiendas y bazares, atenta contra el ocio (fuente del sentido creador) a costa de un exceso de trabajo que destroza la alegría del vivir. Hay que cultivar en la gente de que el apego a la vida no está en el apego a las cosas. De que nos interesen más las cosas que las personas. De que la inseguridad del ser humano se siga alimentando del concepto miserable de vivir acumulando propiedades y objetos para sentir que vive. Mucha de la gente que roba lo hace mirándose en el ejemplo de aquellos que mucho compran sin necesidad. De ahí que también se salga a robar sin necesidad. Cuando se compra por el mero placer de gastar otros, por la ley de compensación, salen a robar por el mero hecho de robar. En el capitalismo esta ley es de proporcionalidad directa.
¿Quién entonces puede ir a explicarle a los pobres lo que ellos practican desde que nacen y en su diario vivir?
La sabiduría hay que buscarla ya fuera de las aulas, de los laboratorios y hasta de las mismas bibliotecas, y en esto habría que emular a las culturas orientales, a la cultura de nuestros aborígenes, volver a la mitología de nuestros más remotos antepasados, cambiar la estructura sicológica de la humanidad. Más conocimiento en oposición a saber, porque se puede saber todo y no entender nada. Decía Federico Nietszche: “¿No es acaso lo mejor demostrado lo más extraño?”
Más de un 80 por ciento de los gobernantes con sus asesores, ministros del planeta han pasado por alguna universidad, y en nombre de los conocimientos allí adquiridos nos han puesto a las naciones en Estados permanentemente confrontados, menos humanos, más conflictivos y cada vez más desarticulados, desintegrados. Todos los desastres, todos los holocaustos están sustentados sobre las tesis de unos pocos privilegiados académicos. Hay que ver cuántos tormentosos caos para la humanidad emergen de esos egresados de universidades como MIT, Harvard, Stanford, Princenton, Cornell, Yale, Oxford, etc.
Ahora se hace necesario buscar el saber en los seres no contaminados por la cultura del negocio, de la especulación, el mercado y el mero consumismo; por la vil competencia para ser “mejor”, más especializado o vender más.
En las visitas a las comunidades más apartadas de las urbes, todavía se encuentran familias que al recibirnos nos dicen: “Están en su casa”, y sin reservas de ninguna clase pronto consiguen hacer amistad y se establece una comunicación franca y amena. Las amistades son más perdurables en estos medios y la gente nunca cae en el aburrimiento que hace estragos en el actual mundo mecanizado. Hoy los seres para pretender llenar los vacíos del alma, pulsando los celulares, enviando mensajes tan huecos como la anonidez de vidas sin destino, sin compromisos profundos con sus semejantes. Todo producto de una tecnología que los hace cada vez más mecanizados, más robotizados, más insensibles, más ausentes de sus entornos, más insulsos y cada vez más parecidos a una producción en serie de maniquíes sin alma (claro). Cada vez hay de menos cosas de qué hablar, a no ser del valor material de los objetos, de lo que se compra, de lo que se vende, de lo que se comercializa, de lo que se ve por la tele. Esas son las conversaciones que suelen dominar los encuentros entre los humanos.
El socialismo tal como lo ha planteado el presidente Chávez debe ser espiritual, y cada vez más lo remacha trayendo sus discursos y diálogos con el pueblo sentencias bíblicas y pensamientos de Bolívar, de Simón Rodríguez.
Dentro de estas ideas, se ha estado analizando en Mérida la Universidad Socialista del Pueblo UNIVER-SO que no es una institución meramente docente, que no va a tener una programación fija como tampoco una morada o un aula fija para sus debates. Será abierta, itinerante, muy interactiva.
Procuraremos desde UNIVER-SO convertir al simple sabedor en entendedor. Procuraremos más bien inspirar, crear, que educar.
La finalidad de UNIVER-SO será siempre ir a la raíz de los problemas con decisiones, al fundamento originario con análisis radicales.
jrodri@ula.ve