RESUMEN
Una parte importantísima del pasado de Cumaná comienza desde finales de la sexta década del siglo XVI, el 24 de noviembre de 1569, cuando llegó el primer gobernador de la provincia de Nueva Andalucía, creada por real cédula de 27 de mayo de 1568. Le cambia de nombre a la ciudad, que denomina expresamente Cumaná. Desde el 3 de julio de 1591 recibe expresamente título de ciudad, con privilegio de escudo de armas. Desde entonces obtiene su patente histórica para no perder más el nombre, y ahí está, con su hermosa carga a cuestas.
La historia de la gobernación de la Nueva Andalucía comienza con la capitulación firmada en 1568 entre Diego Fernández de Serpa y la Corona, por la que se le otorgaba al primero el título de gobernador y capitán general, a cambio de dar comienzo a esta pacificación. La ciudad de Cumaná fue fundada en 1569, convirtiéndose en el primer centro urbano del territorio sin solución de continuidad.
En ese contrato, Diego Fernández de Serpa se compromete con la monarquía a hacer un pueblo, donde, al menos, debían residir veinte vecinos casados con sus mujeres, construir granjas, criar animales, favorecer la conversión de los indígenas en la fe cristiana y averiguar los secretos de la tierra firme (perlas, minas de oro y plata, y piedras preciosas) estas últimas, las verdaderas causas por las cuales se había emprendido la colonización de Las Indias.
EL TITULO DE CIUDAD PARA CUMANÁ
El título de Villa forma parte del legado dejado por la Roma imperial durante la invasión de la Hispania, allá por el siglo I a. C, cuando se conoció una de las tres expresiones, junto con la de pueblo y ciudad, empleadas por el mundo hispánico para designar las circunscripciones territoriales.
Las Villas fueron núcleos de población donde solían agruparse los comerciantes y los artesanos, porque la industria, los bienes y los servicios eran propios de las ciudades que, a su vez, constituían áreas urbanas con una alta densidad poblacional.
Las villas tuvieron un origen medieval, diferente de las poblaciones rurales, las cuales adquirieron una distinción urbana cuando se aproximaban a integrarse en ciudades. Son unidades de población entre los pueblos y las ciudades, cuyo título es, actualmente, honorario, otorgado por el Rey o el Presidente de España, sin ningún significado ulterior para la sociedad ostentada.
El territorio romano estuvo dividido en tres niveles [1]:
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Popolus, donde se mantenía la organización indígena, pero no había centros urbanos.
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Cuando el pueblo poseía mayor importancia, específicamente, económica y política, se convertía en civitas stipendiaria, concentración humana sometida al pago de un tributo a Roma y conformada por el núcleo central y el territorio rodeado con sus lugares de población.
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Y, en un nivel superior, mucho más romanizadas, estaban las civitas liberae (libres), el municipio, equivalente a una ciudad italiana, y como este podía admitir el derecho latino o el romano y las colonias creadas por y para los ciudadanos romanos. A medida que el proceso romanizador avanzaba, los pueblos se transformaban en ciudades y estas en municipios y colonias.
Aquella división territorial pasó a España con la invasión romana y desde la Hispania se trasladó a América, bajo otras expresiones y otros significados, los cuales sirvieron, en mayor o menor grado, para designar los rasgos más importantes de cada una de las circunscripciones territoriales siempre basadas en el criterio de la riqueza de sus habitantes.
Los términos pueblo, villa y ciudad, salvo el primero, los demás eran títulos otorgados por la Corona a las sociedades dotadas de cierto y determinado progreso social y económico. Tales son los casos, por ejemplo, del título de Villa al pueblo de Espíritu Santo y el de Ciudad para Nueva Cádiz y La Asunción.
Cuando en un pueblo, una aldea o ranchería sus signos urbanos, municipales, militares, económicos, políticos y eclesiásticos daban muestras de un avance social, sus habitantes comenzaban la exigencia de la categoría de Villa a las autoridades reales. Se contaba con un ayuntamiento, los regidores, los oficiales reales, el veedor, el tesorero, el contador, los tribunales… Así ocurría con las ciudades…
Erróneamente, el título de Villa ha sido empleado como un mero término lingüístico sin las implicaciones concedidas por el Consejo de Las Indias y la autoridad real, es decir, no fue apreciado como una nominación real dada por la Corona con el propósito de trazar la división del territorio. Fue un mal uso que condujo a muchos de los estudiosos de la conquista de Margarita a desvirtuar su sentido.
La costumbre de los pueblos, también, afianzó el uso incorrecto de los títulos de Villa y el de Ciudad; sus pobladores los empleaban mediante el lenguaje coloquial, quizás, con la idea subyacente de presionar la Corona para que le otorgase el título deseado.
Además, socialmente, era más atractivo mencionar la Villa que al pueblo. Esa estrategia popular ha sido mal interpretada por algunos estudiosos de nuestro pasado al ignorar el significado que estos términos poseían para delimitar las circunscripciones territoriales.
Dado que la Nueva Córdoba (1515), la Nueva Toledo (1521), la Nueva Córdoba (1523) y la Nueva Córdoba (1562), no alcanzaron el desarrollo necesario para convertirse en un pueblo religiosamente fortalecido, económicamente importante, capaz de mantener las instancias de un gobierno local, la Corona decidió otorgar el título de ciudad de Cumaná (1569) con el propósito de edificar un pueblo ajustado a los requerimientos políticos y administrativos exigidas por la monarquía.
Este hecho relevante inédito en la literatura sobre la conquista y la colonización cumanesa nos permitió considerar que el ascenso de Cumaná al título de “ciudad”, sin pasar por la jurisdicción territorial de “villa”, fue una excepción de las directrices de planificación urbanística, otorgada por el rey Felipe II al gobernador Diego Fernández de Serpa. Así, comenzó Cumaná a adquirir la forma del “pueblo” requerido por España para otorgar el título de Ciudad y su conversión en el asiento gubernamental, municipal, social y eclesiástico. Cumaná fue desarrollándose. Con el apoyo de las autoridades de la Corona, la ciudad de Cumaná alcanzó cierto progreso.
1. FRAY MONTESINOS: EL DESTERRADO DE LAS INDIAS
En Margarita, nos encontramos que la gobernadora Marcela Manrique ha hecho una acusación formal contra el provincial fray Francisco de Montesinos [2] por haber, según ella, causado desmanes en la isla y ser el culpable de la muerte del teniente de gobernador Juan Sarmiento de Villandrando, esposo de su hija, Marcela Manrique. “En efecto el 15 de octubre de 1561 el procurador de la isla Juan de Oña solicita ante el Alcalde Ordinario Pedro González Cervantes y en presencia del escribano Juan Jiménez que “en nombre de esta República” sea levantada una información para presentar ante el Rey:
“de cómo vino a esta ysla el probincial fray françisco montesinos a entender en convertir los indios de tierra firme por mandado de su majestad y de como fue resçibido y despachado en esta ysla y como por el mal aviamento que truxo de gente no fue donde le fue mandado a poblar syno a maracapana que es en la costa de tierra firme muy lexos de donde prometio a su majestad de yr e de los malos tratamientos que el e su gente han hecho en los veçinos desta ysla de palabra como de hecho hasta ponerlos en terminos de se despoblar”.
Entre los desafueros, Montesinos ocultó un delincuente y unos indios en su barco, a pesar de la demanda del teniente de gobernador Villandrando. Se indispuso y ofendió la máxima autoridad de la isla e intentó, sin logarlo, destruir la fortaleza y destrozar el pueblo. Sólo fue una bravuconada del fray:
“diziendo e jurando que sy no fuera fraile que avia de quemar el pueblo e que avia de tratar a los veçinos desta ysla como si fueran luteranos y que les avia de hazer la mas ruyn veçindad que pudiese”.
Al fray Montesinos se le inculpó de no haber ido a Santo Domingo para dar noticias sobre los atropellos del tirano Aguirre:
“y el dicho provinçial deviendo de yr luego con ellos a Santo Domingo a dar aviso como hera obligado del dicho tirano no lo hizo antes se vino… y llevar los veçinos a maracapana de cuya causa el tirano savida su venida mato aquella noche a don Juan thenyente de governador desta ysla e a Manuel Rodriguez alcalde ordinario e a Cosme de Leon alguacil e a Pedro de Caceres e a Juan Rodriguez, que tenia preso.”.
¿Quiere decir entonces que Montesinos no llegó a la Española? Oviedo y Baños [3], no obstante, narran que:
“…esta respuesta remitió el Provincial con los mismo indios que le llevaron la carta de Aguirre, y sin aguardar a más levó las anclas y dándose a la vela tomó la vuelta de Santo Domingo a dar aviso de las operaciones del tirano…”.
Aguado [4] y Ojer [5] ratifican lo expresado por el cronista colombiano de que, efectivamente, el Provincial continuó su viaje hacia Santo Domingo para informar a la Audiencia; pero, para Marcela Manrique no lo hizo. Los margariteños empeñaron sus esfuerzos para dar con el paradero de fray Francisco de Montesinos, se le dió un poder a Pedro de Angulo para perseguirlo y Marcela Manrique, habiendo contraído nuevo matrimonio, en 1571, pidió a la monarquía apresarlo donde se encontrase:
“… a vuestra alteza pido y suplico que acatando los grandes daños que el dicho fray françisco montesinos hizo en la dicha ysla y mas provinçias y a que el fue la prinçipal causa de la muerte de don Juan Sarmiento mi primero marido como consta por las dichas informaciones y que le esta prohibido yr a las yndias, sea servido de dar su real çedula…” [6].
Tiempo después de haber estado en la región de la Nueva Andalucía y poblar la Nueva Córdova, Montesinos [7] dejó de ser provincial, porque en su Orden había habido nuevas elecciones y, a partir de entonces, todo cambió. La Real Audiencia de Santo Domingo escribió a la Corona por el trato que se le dió al desterrarlo de Las Indias:
“A fray Francisco Montesinos, a quien V. M. cometió la conversión y pacificación de los aruacas, le ha quitado la Orden sus despachos y repelido de esta Provincia. Notifícósele que continuase su empresa que le fue cometida y a su provincial que no le impidiese.”.
Martínez Mendoza defiende la memoria de fray Francisco Montesinos al señalar el olvido a la cual ha estado sometida. Dice que “por un elemental deber de justicia”, Cumaná debe rendir tributo al fray dominico por haber sido uno de sus creadores; “ella ha existido sin solución de continuidad desde el acto que él celebró el 1° de febrero de 1562.”. El rey Felipe II contestó advirtiéndoles tener concordia con el apercibimiento de que si no lo hacían se vería obligado a proceder con lo que creyera necesario.
2. FRANCISCO FAJARDO: ¿NACIÓ EN CUMANÁ?
Antes de emprender el cuarto viaje, encontramos a Francisco Fajardo junto con el provincial fray Francisco de Montesinos fundando la Nueva Córdova (Cumaná). El 20 de febrero de 1562, el líder indígena y conquistador de Caracas firma el Acta de Fundación [8] “de este nuevo pueblo de Cordova poblado junto al puerto y rriberas del rrio de Cumana…”. En esta nueva ciudad, Francisco Fajardo fue titulado tesorero en la elección y el nombramiento de la justicia de Nueva Córdova efectuado el 1° de febrero de 1562, acto en el cual el escribano público Hernán López [9], designado a tal efecto, señaló que:
“… en nombre de su Magestad Real…nombro y helijio por contador a Juan Ventura del Valle y por thesorero a Francisco Fajardo naturales de este dicho pueblo e provinçia e por fator a Diego Hernandes estantes en el los quales dichos ofiçiales de su Magestad Real son onbres honrados e buenos xptianos e mayores de hedad de veynte y quatro años e abiles e sufiçientes para usar y exerçer los dichos cargos e ofiçios…”.
Como puede apreciarse, el escribano muestra dos inexactitudes: la primera, relativa al lugar de nacimiento de Francisco Fajardo, porque, para la época, era harto conocido que había nacido en la isla de Margarita (probablemente, en la jurisdicción territorial de la Villa del Espíritu Santo, incluido el caserío indígena Parawarime [10] o Palguarime, próximo a El Poblado, donde se dice que nació; cosa bastante creíble, porque su madre (y esto fue un secreto a voces) llegó a tener amoríos con el teniente de gobernador Francisco Fajardo, quien, para 1528-29, debía poseer su residencia en el pueblo del Espíritu Santo).
Pero, no sería nada extraño que la frase: “naturales de este dicho pueblo e provinçia”, posiblemente, aludía, como dice Castillo, a su procedencia étnica, porque, como se sabe, los indígenas guaiqueríes no sólo se encontraban en su tierra originaria Cumaná-Marigüitar-Margarita-Caracas y la zona occidental de la península de Araya (Civrieux, 1980:46). Y, particularmente, Cumaná constituía un lugar preferente, razón por la cual ser guaiquerí consistía en ser natural de este pueblo y provincia, porque, para aquellos indígenas, toda el área mencionada formaba parte de la Nación guaiquerí.
Para 1562, Fajardo había realizado cuatro viajes a la provincia de Los Caracas y, por consiguiente, era muy conocido en la región de Cumaná, sobre todo, desde su primera jornada, en 1555. En toda la región del oriente del país y la provincia de Venezuela se sabía que Francisco Fajardo era un conquistador pacífico al servicio de la Corona y sus expediciones las planificaba desde Margarita, donde poseía un ejército de guaiqueríes con piraguas, caballos y bastimentos. Ya era muy reconocido por haber conquistado el valle de San Francisco, núcleo originario de la actual ciudad de Caracas.
Quizá, la presunción de Castillo Hidalgo [11] de que la edad declarada por Fajardo no pudiera ser la verdadera podría basarse en los prejuicios de este autor respecto de lo que siempre se ha dicho sobre la fecha de su nacimiento. En cambio, manifiesto que, en realidad, sí dijo su verdadera edad, porque está en concordancia con la que tenía cuando comenzó a realizar sus conquistas en la provincia de Los Caracas, 18 años. Aun así, insisto que la escritura del escribano López permanecerá un tanto confusa, ya que la expresión nos dice que son “… mayores de hedad de veynte y quatro años…” cosa incierta (salvo que cumpliera 25 años en ese año, hecho bastante probable, porque esta sería la edad fijada por el Derecho indiano para alcanzar la mayoridad). Esta será la otra inexactitud.
En ese fragmento del Acta del Nombramiento y la Elección de las autoridades de la Nueva Córdova, el escribano afirma que Fajardo tiene 24 años de edad, lo que significaría haber nacido en 1537 o 1538, ocho o nueve años después que el lugarteniente de Isabel Manrique, Francisco Fajardo, se había marchado o, mejor dicho, huido de la ciudad de Nueva Cádiz con destino a Santo Domingo para luego continuar hasta Sevilla. Por tanto, la calificación mestizo es impropia por haber sido atribuida, a propósito de la “paternidad” del teniente de gobernador de Margarita.
En la cita a continuación puede observarse la condición racial, al parecer, erróneamente atribuida: “… Francisco Fajardo, el Viejo, a quien la cacica Isabel dio un hijo célebre, de su mismo nombre y apellido, el mestizo conquistador de la costa y valle de Caracas” [12]. Además, si hubiese sido hijo de este peninsular, motivo por el cual se dice nacido en 1527 o 1528, habría firmado el acta de la fundación de la Nueva Córdova a la edad de 33 o 34 años, diferencia exageradamente notable susceptible de ser advertida y saber que mentía.
Montenegro [13] dice que “el nacimiento de Fajardo ha debido ocurrir entre 1527 y 1528, siendo para entonces su padre, Francisco Fajardo, el viejo, durante la época de teniente de gobernador de la isla de Margarita”. En Ayala y Wilbert [14] se dice que Fajardo nació en 1527.
Francisco Fajardo no mintió si contrastamos su verdad con la que señalaron algunos testigos en la Información de testigos hecha por Jerónimo López Illanes, donde se dice que Fajardo se casó con Isabel de Niebla a los 18 de edad, cuando se disponía iniciar su primera jornada conquistadora. Y esta se realizaría en 1555, lo cual concuerda con la edad declarada en el nombramiento de las autoridades de la Nueva Córdova: “A la quarta pregunta dijo queste testigo save que el dicho don Françisco Fajardo començo a servir a su magestad de hedad de dies y ocho años poco mas o menos en conquistar y allanar tierras y prouinçias espeçialmente en la çibdad de Cumana y otras en la costa de Caracas...”.
Para aquel tiempo, su madre, Isabel, habría concebido a Francisco después de procrear dos hijos con Alonso Carreño, quien, en el juicio de Residencia realizado por el licenciado Francisco de Prado contra los tenientes de gobernador de Isabel Manrique, en 1533, dijo que la cacica Isabel era su mujer [15]. Sus hijos serían Alonso y Juan Carreño, compañeros de Fajardo en las dos primeras expediciones a la tierra de Los Caracas. Todo esto negaría que pudiera haber nacido en los años 1524, 1527 ó 1528 como afirman algunos investigadores venezolanos y extranjeros. En otras palabras, el Acta del Cabildo de Cumaná, fechada y firmada por él, el 20 de febrero de 1562, podría deducir su partida de nacimiento.
N. María [16], dice que nació en 1524, es decir, que al firmar el Acta de la Fundación de la Nueva Córdova, tendría 38 años y no 24 como se afirma en ese documento. Aclarando posibles confusiones, debemos decir, en aras de una mayor comprensión respecto de la edad de Francisco Fajardo, quien para el mes de febrero de 1562 aún contaba 24 años; quizá, cumpliría la mayoridad en el curso de este año.
3. FERNÁNDEZ DE SERPA: DE CARPINTERO A GOBERNADOR
No tengo dudas de que ese Diego Fernández, quien aparece mencionado (no “acusado” como dice Ojer [17]) sendas veces por los testigos Baltasar de Villafranca y Alonso Carreño, como carpintero [18] y abarraganado con una india, en la Residencia de 1533, efectuada en la Nueva Ciudad Cádiz de Margarita [19], fue el famoso Diego Fernández de Serpa, gobernador de la Nueva Andalucía, en 1569, y no “un personaje distinto de nuestro conquistador” como también aduce Ojer. ¿Por qué digo esto? Por las siguientes y otras razones. Veamos:
Para ese entonces, Diego Fernández vivía en Margarita, ya no residía en Cubagua, donde llegó siendo “un moço de poca hedad e ofiçial de carpinteria” [20], en 1524; de lo contrario, no hubiese sido competencia de esa Residencia, sino de la efectuada, en Nueva Cádiz, el año anterior por el mismo juez Francisco de Prado.
Vale decir que, para el año 1533, Serpa tenía algunos años siendo morador de Margarita y continuaba siéndolo, porque, ese Diego Fernández, carpintero (con un hermano llamado Ginés, quien también ejercía ese oficio), participó en 1545, en otro juicio de Residencia, en la Villa del Espíritu Santo, sería sometido a la tacha de testigos [21] por el procurador de los Villalobos, Rodrigo Pérez de Navarrete [22], quien lo acusaba de:
“ser un mercader que va y viene con mercaderias y pleytos de las yslas comarcanas a esta governaçion… porque les reprehende de pleytistas y de honbres no quietos…”, acusación de la cual se hicieron partícipes todos los testigos de ese interrogatorio al decir que “…a ydo y benydo a Santo Domingo e a traydo çiertas mercadurias que vender…”.
No obstante, en la Residencia de la ciudad de Nueva Cádiz, efectuada antes de la de Margarita, en marzo de 1545, por el juez Frías, jamás se le mencionó [23], donde, precisamente, Navarrete fue el escribano. Morón [24] dirá que “Río Negro [Froilan de] habla de un documento de 10 de octubre de 1540, en el cual se menciona a Fernández de Serpa en Margarita”.
Esta afirmación coincide con las expuestas por López Ruiz (1774), porque ambos, Navarrete y Serpa, se conocían por las informaciones que aquel poseía de los aruacas y estos, a su vez, de El Dorado. Cuando Navarrete se desempeñaba como escribano de su Majestad en Margarita, sirvió de testigo en una Información de Testigos (1549) efectuada en la Audiencia Real de Santo Domingo sobre la riqueza de la provincia de Guayana, de la cual “debió tener bien informado a Serpa” [25]:
“No es difícil suponer -dice también Ojer- que Serpa se informó acerca de Guayana por el escribano de Margarita, Rodrigo Pérez de Navarrete” [26], precisamente, el funcionario que, en la isla, acusó recibo de la decisión de la Real Audiencia de Santo Domingo donde se le exigía a Serpa la suspensión de la empresa conquistadora de Guayana, requiriéndole acatamiento después de casi ocho (8) meses de habérsele entregado esa provisión” [27].
Recuérdese que, hemos hablado de los indios aruacas, quienes fueron informantes de Navarrete [28], a través de quienes pudo llegar a conocer la factibilidad de la explotación económica de la región guayanesa:
“La sugestión de Serpa -dice López Ruiz- volvía a su punto de partida y empalmaba con el frecuente trato que, desde Cubagua y Margarita, se mantenía con los aruacas, con los que él [Fernández de Serpa] mismo comerció durante la época de mercadeo y rescates años atrás”. Actividades estas de las cuales lo acusaría más tarde Navarrete, porque “va y viene con mercadurías”.
Cuando Fernández de Serpa, apenas llega a Margarita, en su tránsito para Cumaná, en 1569, adquiere un lote de reses, porque, al estar viviendo en Margarita desde antes de 1533 hasta, al menos, 1545, años de los juicios de la Residencia, conocía la fructífera actividad ganadera existente en la isla y poseía, además, conocimiento de su necesidad en el nuevo Reino no siendo nada extraño que, de aquella compra de ganado, harto suficiente para Cumaná, una parte importante hubiese sido llevado para esa región.
Se sabe que, durante la interinidad de aquellos tiempos, dejaba momentáneamente la isla, como en efecto lo hizo, en 1537, al viajar hasta Cabo de la Vela [29] (hoy Guajira colombiana) donde, unos años más tarde, pudo llegar a Tunja, en el Reino de Granada, después de haber dejado el alguacilazgo en Margarita, oficio que tomó, de acuerdo con su propia confesión [30], cuando Cristóbal Jiménez de Pineda, su íntimo amigo, según Navarrete, asumió el tenientazgo en la isla, en 1542, hasta el momento que sería testigo en la Residencia llevada por el juez Juan de Frías, en 1545.
La dedicación comercial de Serpa [31], practicada en la década del treinta e inicios de la cuarta del Quinientos por todas las islas vecinas de Margarita “estaba deslizándose hacia el trato de ganados predominantemente por esa corriente de tráfico… la ruta comercial de Quito a Popayán…”, lo que confirma, posteriormente, las razones por las cuales negoció aquella vacada en Margarita; ora por saber de su existencia en Margarita ora por su participación en esos negocios en el Reino de Granada. Y así lo dice uno de sus biógrafos [32]: “…sabemos que, en 1550, estaba en Margarita con intención de pasar ganado al Nuevo Reino y cobrar allí dineros proporcionados por otros negocios anteriores”.
Quizá, esas cabezas de res serían las que, en ese año, se llevaron hasta el puerto de Borburata, de las cuales nos habla N. María. En estas andanzas comerciales y mercantiles de Fernández de Serpa se hallan la respuesta de la pregunta de Ojer [33] de cómo un carpintero de ribera llegó a convertirse en un mercader exitoso y gobernador de la Nueva Andalucía y su hermano, Ginés, en alcalde ordinario de la Nueva
Zamora (Ecuador).
Otro de los oficios, además del de carpintero, mercader y pleitista, desempeñados por Diego Fernández de Sepa en Margarita se refiere al de Alguacil, en los tiempos del regreso al poder de los Villalobos, en 1542, sin que significara que formaba parte de la facción de estos, sino más bien la de los cubagüenses, explicándose tal nombramiento por el hecho de ser íntimo amigo del teniente de gobernador Cristóbal Jiménez de Pineda, relación constatada por todos los testigos participantes en la tacha de testigos propuesta por Rodrigo Pérez de Navarrete, en la Residencia antes mencionada.
En el cuestionario del juez Juan de Frías, derivado de la pesquisa secreta, en la pregunta décima cuarta, Fernández [34] depuso que se encontraba presente en su toma de posesión:
“por los governadores y este testigo hera Alguaçil en esta ysla y despues torno a tomar la vara del dicho alguaçilazgo por los dichos governadores y despues Juan Vasquez de Ulloa a sido thenyente de governador en esta ysla hasta que vino el señor Liçençiado Juan de Frias por Juez de Residençia a esta ysla…”.
Ciertamente, cuando se produce el traspaso de poder por parte del juez ejecutor Juan de Frías, el 30 de junio de 1542, Diego Fernández [de Serpa] fue uno de los vecinos de la isla que actuó como testigo en ese acto oficial junto con los señores Francisco de Reyna y Pedro de Cádiz, siendo Rodrigo Pérez de Navarrete, el escribano público de Margarita [35].
¿Acaso Navarrete conoció, en Margarita, dos Diego Fernández? Aún más, la amistad de Fernández con Pineda se evidencia en un hecho que le costaría ser arrestado, junto con este, por los nuevos alguaciles designados por el teniente sucesor Juan Vásquez de Ulloa cuando se produjo una alteración popular en la Villa del Espíritu Santo, provocada por Jiménez de Pineda al intentar recuperar el tenientazgo de la isla, arguyendo que había sido destituido injustamente por Pedro de Herrera.
Este acto pasó por ante el escribano Rodrigo de Navarrete. Montemayor señaló que vio cuando se produjo el gran alboroto entre los vecinos y los alcaldes Diego Suárez y Francisco Reyna procedieron, juntamente con el alguacil mayor Fernando de Vegel, al arresto de Cristóbal Jiménez de Pineda, su hermano Bartolomé Jiménez de Pineda, el escribano Sancho del Castillo y el alguacil Diego Fernández [de Serpa] [36].
En estos personajes coinciden tantas cosas que permiten confirmar de que se trata de una misma persona: los dos se llamaban Diego Fernández; ejercieron el mismo oficio artesanal; practicaron este trabajo en Cubagua y Margarita; se dedicaban a la actividad comercial en las islas vecinas, incluida La Española (Santo Domingo), vendiendo mercancías; de allí su buen ganado calificativo de “mercader”. Por haber vivido en Margarita, estos “dos” personajes sabían la existencia de la actividad ganadera y su necesidad en el nuevo Reino; conocieron muy de cerca al escribano y procurador Rodrigo Pérez de Navarrete tanto por El Dorado como por sus andanzas mercantiles, conjunción esta que reafirma la certeza de que se trata de una única persona.
¿Qué Diego Fernández, carpintero, comerciante, vecino de Margarita, acusado y engañado por Rodrigo Pérez de Navarrete en la Residencia de 1545 y la entrega de la provisión con la suspensión de la expedición de Guayana (además, conocedor oficialmente de su arresto), llegaría a tener esa posición política en la isla no tanto por llegar a ser uno de los alguaciles menores, sino por presenciar, como uno de los testigos, el acto formal de la toma de posesión de los Villalobos sin que tuviera nada que ver con el conquistador de la Nueva Andalucía del mismo nombre y vecino de la isla? En fin, dos personas muy públicas con tantos pareceres, en la Margarita de la primera mitad del siglo XVI, que ningún morador de la isla ni investigador le ha llamado la atención esa “homonimia”.
Los incrédulos pudiesen contrariar esas afirmaciones, alegando que Diego Fernández, en la Residencia de 1545, respondería que “es de hedad de mas de 50 años [37]” que, de ser cierta, pondría en duda su identificación como Diego Fernández de Serpa, porque, en esa fecha, debió ser un hombre de aproximadamente cuarenta (40) años si tomamos como verídica la versión de que llegó a Cubagua con apenas 16 años [38], en el año 1524.
Pero, en esta aparente contradicción, nada pudiera resultar extraño, por cuanto Diego Fernández [de Serpa] cuando fue sometido a la tacha de testigo por parte del procurador Navarrete se hizo precisamente con base en el muy poco tiempo que tenía en Margarita; es decir Navarrete trató de invalidar su participación en el juicio, porque sabía que él (Fernández) y otros “no son antiguos vezinos desta ysla [Margarita] sino que se pasaron a ella con sus casas de dos o tres años a esta parte” [39], probablemente por los efectos del huracán de 1541. Conviene decir que Diego Fernández estaba del lado de la facción de los cubaguenses versus los Villalobos, siendo tomado como testigo de la pesquisa secreta por el juez Frías, quien demostró estar en contra de los Villalobos.
Pareciera evidente que mintió al señalar que tenía más de 50 años, porque se quería demostrar que se trataba de un antiguo vezino de la isla para así evitar que fuese pedido su tacha en el proceso, como en efecto sucedió. No es menos cierto que la edad del afamado conquistador ha sido desde siempre un misterio, en parte, a causa de él, porque en una oportunidad dijo que había llegado a Cubagua en 1524, como hemos dicho, y, en otra, señaló que tenía tres años en Nueva Cádiz cuando llegó Diego de Ordaz llegó a esta la isla [40], es decir, en 1532 [41], lo que indica que habría arribado en 1529, significando que, si arribó a la edad de 16 años, “siendo mancebo”, para el 1545, tendría 32 años y no 50 como diría en la Residencia.
Pero, si tomamos en cuenta que, ciertamente, tenía 50 años en el momento del proceso judicial contra los Villalobos, entonces, nacería en 1505 y entraría a Cubagua, según él, a la edad de 32 años. Dijimos que nada extraña en sus propias confesiones sobre la edad, porque, al parecer, otras veces ha asumido esta conducta mendaz, sobre todo, en la “Información de Diego Fernández de Serpa ante el Alcalde de la Corte, Madrid, 15 de junio de 1565” [42], donde una investigación posterior demostraría “la falsedad de todo lo aducido por Serpa”. Mentir descaradamente ante la Corte en aquellos tiempos resultaba ser una mayúscula temeridad; no obstante, la Corona le permitió la conquista y el poblamiento de la Nueva Andalucía unos años después, en 1659.
REFERENCIAS
[1] Cfr. Martín, José-Luis. (1998: 42).
[2] Cfr. Morón (Tomo IV, 1995: 11 y ss). Expediente de un juicio en la Villa del Espíritu Santo el 15 de octubre de 1561. Véase en ANG (Archivo, II-15m folio 99 y ss).
[3] Cfr. Oviedo y Baños (2004:220).
[4] Aguado (1987, II: 219).
[5] Ojer (1966:225).
[6] En Morón (Tomo IV, 1995: 13).
[7] Cfr. Martínez M. (1965: 58).
[8] Acta de Fundación de Nueva Córdova (AGI. Santo Domingo 71). También en Gómez, J. M. (1992:154-158).
[9] Elección y Nombramiento de las Autoridades de la Nueva Córdova (AGI. Santo Domingo, 71, libro I, folio 172). Véase también en Gómez, J. (1992: 151) y Castillo Hidalgo (2005). Nota. En este último autor, debe corregirse libro I en vez del II.
[10] Boulton (cfr. 1981:50) afirma que Francisco Fajardo nació en Palguarime, un caserío localizado, hoy en día, próximo al estadio Nueva Esparta, camino hacia La Asunción (Estado Nueva Esparta).
[11] Castillo H (2005:89).
[12] Ojer (1966:66).
[13] Montenegro (1974: 32).
[14] Ayala y Wilbert (2011: 26)
[15] AGI. Justicia. Legajo 53A, folios 829-831. También en Pinto (1967: 95 y ss).
[16] N. María (1988, T-II: 136-137).
[17] Cfr. Ojer (1966:188).
[18] Serpa comenzó su fama como carpintero, en Cubagua, desde que aderezó el bergantín, con el cual los cubagüenses pudieron enfrentar al pirata Diego Ingenios, convirtiéndose en la primera batalla naval de América, según Otte (1977:287).
[19] Declaraciones de Baltasar de Villafranca. AGI. Justicia. Legajo 53A, folio 797. Declaraciones de Alonso Carreño, en el folio 831.
[20] Ojer (1966:186). Véase también en López, R. (1974: 47). Esta información está en AGI. Patronato 156, Ramo 1, Santo Domingo 13 y 51.
[21] Diego Fernández [de Serpa] en AGI. Justicia. Legajo 64. N° 2, Ramo 2, folio 31. AGN. Traslado 613, 2ª. Pieza: 76.
[22] AGI. Justicia. Legajo 64. N°2, Ramo 2, folio 32. AGN. Traslado 613, 2ª. pieza: 196.
[23] AGN. Residencias de Nueva Cádiz. Traslado 231.
[24] Río Negro (Actuaciones. Cap. XII: 173) en Morón (1954:196).
[25] Cfr. López R. (1974:58).
[26] Ojer (1966:190).
[27] Idem: 192. Ojer señala que la provisión de la Real Audiencia llegó el 25 de febrero de 1550, “cuando hacía unos días que Serpa había partido para Santo Domingo. Rodrigo Pérez de Navarrete vino a intimarle [requerimiento oficial] en Margarita la suspensión de la jornada el 10 de octubre de 1550.”. (NOTA: Esta sería una victoria de Las Casas en el debate con Sepúlveda, que interrumpió temporalmente las conquistas en las Indias). Véase en el Expediente sobre Los Méritos y Servicios de Diego Fernández de Serpa en el descubrimiento, población y defensa de la isla de Cubagua y con Diego de Ordaz del río Marañón y el de Viaparia…”. AGI. Patronato 156, Ramo 1.
[28] Cfr. Navarrete (1964:81-94).
[29] López R. (1974:49).
[30] En respuesta a la décima cuarta pregunta del interrogatorio del juez Juan de Frías. AGI. Justicia. Legajo 64, folio 32. AGN. Traslado 613, 2ª. pieza: 77.
[31] López R (1974:51).
[32] Idem: 57.
[33] Cfr. Ojer (1966:188).
[34] AGI. Justicia. Legajo 64, N°2, Ramo 2, folio 31v- 33. AGN. Traslado 613, 2ª. pieza: 77 y 78.
[35] AGI. Idem: 109. AGN: Idem: 265.
[36] AGI. Idem: 29v. AGN. Idem: 60 (o 58).
[37] AGI. Justicia. Legajo 64. N°2, Ramo 2, folio 31. AGN. Traslado 613: 76.
[38] Cfr. López R (1974:47). Véase en AGI. Santo Domingo 13 y 51. Patronato 156, Ramo1 (Información que envió la Audiencia de Santo Domingo sobre lo que toca a Diego Hernández de Serpa, Santo Domingo, 2 de noviembre de 1565, folio 9v. y 14.
[39] AGI. Justicia. Legajo 64, N°2, Ramo 2, folio 80. AGN. Traslado 613, 2ª. pieza: 197. Pregunta N° 7 del cuestionario sobre la tacha de testigos.
[40] Cf. López R (1974:47). En AGI. Patronato 156, Rmo 1, “Información hecha por Serpa ante las justicias de Nueva Zamora del Perú, 15 de septiembre de 1565, folio 61v.
[41] Debió ser en esta fecha, porque, en 1532, sucedieron estos dos hechos importantes: uno, la Corona extendió una cédula real, en la cual exige que “le nombreis e señaleis los terminos” de la Ciudad de Nueva Cádiz (Cédulas de la Monarquía Española Relativas a la Parte Oriental de Venezuela. N°. 91 del 13 de enero de 1532) y, el otro, cuando el alcalde Pedro Ortiz de Matienzo lo arrestó en Cumaná y fue llevado a Cubagua, bajo la presunción de que se entremetía en la jurisdicción neogaditana.
[42] AGI. Patronato 156, Ramo 1, folios 48-50, en López R (1974: 48). Véase en Gallo (1946, libro II, folios 175-183).
NOTA
Este artículo fue tomado del libro del mismo autor: "Más allá de Tierra firme. El asentamiento fundacional. Cumaná en el siglo XVI”. (Obra inédita). Propongo formalmente la posibilidad de publicar la presente obra. En: https://www.aporrea.org/regionales/a306951.html
¡Que se abran cien flores y florezcan cien escuelas de pensamiento… ¡