La educación es uno de los principales derechos. Es esencial para poder ejecutar todos los demás, pues nos permite la posibilidad de consolidar la democracia y el ejercicio de los derechos humanos, ya que fomenta la libertad, la autonomía personal, aportando beneficios a las sociedades. Las premisas que lo regulan son la no discriminación, la igualdad de oportunidades y la solidaridad (López, S., 2016).
La educación que recibe cada una de las personas debe ser de calidad, sin exclusión, ni discriminación. En el año 2008, la UNESCO en su Conferencia Internacional, trabajó en la transformación de las políticas públicas educativas, a fin de modificar las estructuras y sistemas educativos para integrar a más estudiantes en la enseñanza convencional y, también, transformar los entornos de aprendizaje, buscando responder a la diversidad; que los docentes y alumnos se sientan cómodos, percibiéndola como un desafío (López, S., 2016).
Para una mayor integración educacional es necesario el desarrollo de escuelas o contextos pedagógicos en los que se acojan los individuos de la sociedad, independientemente de su procedencia social, características particulares o culturales, fortaleciendo la cohesión, lo que es uno de los objetivos (López, S., 2016): "es necesario cambiar nuestras prácticas docentes y abrir las fronteras de la educación-investigación para adoptar las mejores prácticas inclusivas" (p.1).
Educar es fundamental en el desarrollo social, así como en la construcción de sociedades más equitativas, siendo imprescindible en el sostenimiento de la democracia. Se puede afirmar que sin educación de calidad no será posible el crecimiento económico, ni la democracia (Levinson y Berumen, 2007; Tedesco, 2012, citados por González, T., 2019). Por esto, desde hace varias décadas se habla de la capacidad transformadora que tiene la educación y de mejorar su calidad, asegurar la equidad para enfrentar las desigualdades sociales y la pobreza.
Todos los países deben garantizarla, ya que esta incide en la situación económica, la cultura, decisiones políticas y en la vida social de las ´personas desde edades tempranas. Por lo que se puede afirmar que no será posible subsanar "el daño infligido a la persona en el curso de su vida por la falta de educación; quien carece de ella en su infancia y juventud queda (…) excluido de la sociedad, expuesto a la pobreza y relegado" (Latapí, 2009: 258, citado por González, T., 2019, p. 5).
Por lo antes dicho, aseguramos que la educación es un fenómeno sociocultural atravesado por diversas determinaciones estructurales, que expresan las relaciones que se manifiestan en el conjunto de la vida social, dando lugar a un campo de estudio y acción determinados. Su abordaje abre posibilidades para generar nuevos sentidos en lo que se refiere a educación, estado y sociedad, políticas educativas y responsabilidades de los poderes públicos, buscando afirmar el ejercicio pleno del derecho de todos los ciudadanos (Ruiz, 2012, citado por González, T., 2019).
Bibliografía
Silvia Patricia López González (2016). El Derecho Humano a la Educación, Universidad de Guadalajara, https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2448-51362016000300010
González Luna Corvera, Teresa (2019). La educación es un derecho, no es un privilegio, Diálogos sobre educación. Temas actuales en investigación educativa, vol. 10, núm. 19, 2019, Universidad de Guadalajara, Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=553461754018