Décadas atrás la publicidad ARS desplegó en todo el país una sistemática campaña a través de carteles, prensa escrita, radio y televisión con la frase aparentemente ingenua e inocente de “Permítanos pensar por Usted”. Tal vez la ciudadanía en ese momento, con algunas excepciones por supuesto, no reparó el contrabando mefistofélico que lo acechaba a cada instante, el cual finalmente logró el anhelado propósito de posesionarse como un fragmento de la realidad universal, en cuanto a su concordancia con el diseño del patrón globalizador de las comunicaciones.
Continuaba así, adentrándose por los confines de esta tierra de gracia llamada Venezuela y en pleno marco de la guerra fría, la estrategia de consolidación del capitalismo con la incorporación de las novedosas herramientas técnicas y tratamiento de la psiques colectiva, en lo que definimos como ganancia por exponencial partida. En el denodado afán por subyugar lucrándose, las formulas del conocimiento trastocaron en festín. Sigmund Freíd con su Tratado sobre el Psicoanálisis o los niveles en que se manifiestan los estados mentales del ego, el yo y el súper yo y los aportes de Iván Petrovich Paulov con sus experimentos sobre los reflejos condicionados, constituyeron el punto de partida, al que se agregarían las más avanzadas teorías contemporáneas en el campo de la Psicología, la Mercadotecnia, Sociología y disciplinas afines especializadas en la conducta humana.
Conjuntamente con el proceso de alienación cultural, por lo demás inmanente a la génesis del capital en cuanto a la necesaria correspondencia entre infraestructura y supraestructura, se dinamiza el grado de concentración corporativa de los medios de prensa, radiales, televisivos, y de las redes de internet, lo que comporta el mayor secuestro en la historia de la información, la opinión, el entretenimiento y, en general, de la cultura de masas como totalidad, por parte de un puñado de magnates.
Para corroborar este rasgo singular que da cuenta del vertiginoso crecimiento y expansión experimentado en el área comunicacional por la vía de la constitución de carteles o macroempresas, encargadas de lavar cerebros y moldear comportamientos, basta señalar los casos de Estados Unidos con la omnipresencia de 10 conglomerados, a Televisa de México y la 1BC de Venezuela, extendidas hacia toda la gama de servicios, ramas y bienes vinculados con la transmisión de antivalores en aras de blindar la dominación sobre la opinión pública. Los documentos de Santa Fe I y II descubiertos en 1.990 son inequívocos, al plantear la necesidad de inyectarle presupuesto a la campaña cultural que tienda a captar la élite intelectual del continente y de la mente humana en general, como objetivo supremo de la verdadera guerra.
El gran reto de hoy de los pueblos del mundo que luchan por su liberación es, precisamente, derribar la colosal maquinaria de la manipulación de conciencias, mediante la búsqueda de sus raíces originarias, organizarse en función de ello y emprender la larga batalla de las ideas con el fin de desmontar lo ya definido por McLuham como la “aldea global”, esto es, tomar puntería para disparar certeramente sobre el corazón y cerebro del imperio. En esa perspectiva Venezuela da un paso al frente cuando decide soberanamente liquidar la renovación del canal con la mayor concentración de poder mediático y financiero, concitando la reacción de la oligarquía cipaya, farisea, hipócrita y manipuladora, ante lo cual es un deber patriótico templar nuestras convicciones, si en verdad aspiramos a hacer realidad los sueños bolivarianos y empezar a construir nuestra propia historia.