Ante los actos de violencia en recintos universitarios, particularmente sobre la agresión fascista de que fuera objeto un grupo de estudiantes revolucionarios en la escuela de Trabajo Social de la UCV, el pasado miércoles 7 del presente mes, considero necesario pronunciarme en mi carácter de docente de la escuela de Sociología, que al igual que Trabajo Social son parte de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de dicha universidad.
En primer término, rechazo categóricamente las criminales intenciones de quienes al mejor estilo nazi, pretendieron convertir la escuela de Trabajo Social en un horno crematorio para incinerar vivos a cientos de estudiantes de esa Escuela, y a activistas estudiantiles que apoyan la propuesta de reforma constitucional que será sometida a referendo el próximo 2 de diciembre.
Si no hubiera sido por la intervención de un grupo armado que rescató a los estudiantes, allí se hubiera presentado una verdadera masacre, aunque esto fue distorsionado flagrantemente por los medios de comunicación privados, presentando a las víctimas como victimarios.
No sólo soy docente universitario, también estoy comprometido políticamente con este proceso revolucionario, y como militante del Movimiento por la Construcción de un Partido de los Trabajadores, afirmó que los revolucionarios no tenemos un doble discurso ni hacemos apología a un supuesto pacifismo que a menudo invocan los capitalistas y sus agentes, en este caso los líderes estudiantiles de derecha, a través de los medios de comunicación golpistas. ¿Acaso no fueron ellos los que institucionalizaron la violencia contra las mayorías, aprobando leyes y normas que garantizan impunidad para los ladrones de cuello blanco, los empresarios y sus antiguos representantes en los gobiernos, así como propiciando golpes de Estado, güarimbas y el paro criminal contra nuestra principal industria?
Desde esta óptica me manifiesto solidario plenamente con los estudiantes y con el grupo que los rescató, que valerosamente arriesgaron sus vidas para preservar la de cientos de jóvenes compatriotas que casi son víctimas de la violencia de claro corte fascista, al interior de la UCV. Frente a este hecho nadie puede guardar silencio ni puede enfrascarse en discusiones bizantinas sobre quien agredió primero. El hecho concreto es que un grupo de compañeros estudiantes iban a ser quemados, y nadie que se precie de revolucionario, o al menos de pensamiento progresista o democrático, puede permitirlo. ¿Acaso esperaban los pirómanos neo-nazis, que los estudiantes que estaban de rehenes en el edificio de Trabajo Social salieran con un ramo de olivo en las manos, una Biblia y un crucifijo pidiendo paz y respeto por sus vidas?
Precisamente por esto, nos preocupa sobremanera la forma en que el gobierno, y en particular el ministro Carreño, asumen el problema, con discursos sobre la paz, el amor y la armonía. En Venezuela no está en discusión quién es violento o quién es pacifista. Hay que tener una posición clara y contundente, desde el punto de vista del dilema revolución y contrarrevolución. Cuando se trata de defender el proceso revolucionario y las conquistas sociales y democráticas del pueblo, los activistas estudiantiles, obreros y populares, no pueden tener la más mínima duda: hay que preservar el proceso revolucionario y la vida a como de lugar. Obviamente esto no implica aupar la acción individual, ni la ley del ojo por ojo, ya que para los socialistas revolucionarios la estrategia fundamental sigue siendo la movilización de masas, la lucha callejera, la toma de empresas, la huelga general y la insurrección hacia la toma del poder para expropiar a los burgueses, que será la única acción que podrá coronar una verdadera revolución socialista, y no simplemente con una reforma constitucional como asegura el gobierno. Es por ello que planteamos que los estudiantes de izquierda en la UCV y en las demás universidades deben tratar de unificar fuerzas, organizarse y utilizar la movilización junto al pueblo y los trabajadores, como recurso fundamental en el enfrentamiento con la derecha, estudiantil o política.
De allí que pensamos que el gobierno está totalmente equivocado invocando en forma permanente el discurso de la paz y el amor, porque eso desarma políticamente a los revolucionarios y a los luchadores y nos deja en estado de indefensión frente a la agresión contrarrevolucionaria. Por ese discurso pacifista burgués muchos combatientes que defendieron el proceso revolucionario entre el 11 y el 13 de abril aún siguen imputados, mientras que los reales asesinos que idearon y promovieron el golpe de Estado, el paro-sabotaje a PDVSA y las güarimbas, siguen libres y campantes, conspirando y organizando acciones contra el pueblo y sus conquistas sociales y democráticas. Es precisamente este discurso de conciliación de clases que el gobierno durante 8 años ha promovido, uno de los responsables fundamentales de que hoy la derecha vuelva a ocupar las calles del país, movilice a miles de estudiantes, y organice acciones fascistas como la que se produjo en la escuela de Trabajo Social la semana pasada.
Es preocupante que los funcionarios de gobierno sólo digan que se trata de una exageración mediática y un intento de los medios de comunicación por desestabilizar y promover el odio entre venezolanos. El problema no se puede reducir a esa simpleza. Los socialistas siempre hemos sido claros y contundentes y lo ratificamos: hay que expropiar los medios de comunicación y entregarlos al pueblo y sus organizaciones legítimas para que los administren. Cuanto duele recordar que hace 5 años el pueblo tuvo al alcance de la mano el control de todos esos medios, así como de los demás medios de producción, pero el carácter conciliador de la política del gobierno echó por tierra esta posibilidad.
La campaña de Globovisión, RCTV Internacional, El Nacional, El Universal y demás medios privados pone nuevamente en el tapete que la decisión de no prorrogar la concesión a RCTV fue limitada, como dijimos en su oportunidad, ya que sólo se circunscribió a un canal y no a todos los que promovieron el golpe, y en segundo lugar, porque la nueva televisora (TVES) terminó siendo un canal de uso exclusivo del gobierno y no un instrumento en manos del pueblo y los trabajadores para promover su movilización y avanzar hacia la expropiación de los capitalistas nacionales e internacionales, grandes y pequeños, golpistas o disfrazados de rojo rojito. Ese es el problema de fondo, por el cual hoy seguimos en una encrucijada política, y al cual, lamentablemente, no da respuesta revolucionaria la propuesta de reforma constitucional, ya que no propicia el avance de verdad hacia el socialismo, a través de la colectivización de los medios de producción y de comunicación, que siguen en manos de multinacionales, empresarios golpistas y boliburgueses recién convertidos en capitalistas, gracias a los privilegios obtenidos a través del Estado.
Pero más allá de las reflexiones que los socialistas revolucionarios tengamos sobre las limitaciones y regresiones de la reforma constitucional, somos categóricos en manifestar que al pueblo, a los estudiantes, a los trabajadores y al gobierno del presidente Chávez, y a las conquistas del proceso revolucionario, los defenderemos ante el más mínimo ataque contrarrevolucionario. Invito a estudiantes y profesores a que hagamos este debate de fondo en las aulas universitarias, de cara al pueblo, porque necesitamos otro tipo de universidad que liquide el modelo elitesco que hoy prevalece y que no desaparecerá con lo que establece la reforma en el artículo 109 de la constitución. La universidad sólo se pintará de pueblo, como dijera el ‘Ché’, cuando los estudiantes, docentes, obreros y empleados, la tengan bajo su control, y todos los medios de producción estén bajo control de los trabajadores, mientras eso no suceda, sólo serán posibles pequeñas reformas y remiendos al modelo educativo excluyente capitalista.
*Docente de la escuela de Sociología de la UCV
miguelaha2003@yahoo.com
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