Si observamos bien, cada corriente de pensamiento tiende a abrir sus propios espacios, buscar sus simpatizantes, y por esto, en algunas ocasiones va perdiendo el contacto con otras posiciones y el intercambio de ideas opuestas, o distintas, que en muchísimos casos, es totalmente útil para el crecimiento integral del ser humano.
Un punto de encuentro y debate entre las ideas es importante para todo recinto universitario, lo nutre, lo renueva. Sin embargo, no nos podemos permitir enfrascarnos en un debate político nacional, ese ha sido un grave error. Debemos discutir el tema universitario a la par de la política nacional, porque también forma parte de nuestra cotidianidad y porque tenemos el compromiso de aportar nuestras ideas en el desarrollo y evolución del sistema universitario y su modelo educativo, su estructura académica, el perfil del profesional egresado, etc. ¿Están estos aspectos en concordancia con lo que la sociedad (no el mercado) necesita, con lo que está exigiendo?.
Desde el punto de vista de la comunidad estudiantil universitaria también caben interrogantes sobre las que vale la pena reflexionar: ¿La calidad de enseñanza en las universidades es la correcta o debería aumentar? ¿Es el sistema administrativo actual el más conveniente cuando de tomar decisiones a favor del estudiantado se trata? ¿Permite realmente conseguir reivindicaciones estudiantiles de manera eficiente? Incluso podríamos ir más allá y preguntarnos si ¿la comunidad estudiantil de las universidades tiene un verdadero poder de decisión en los temas que le atañen con el sistema que rige actualmente en las universidades?.
Si bien es cierto que somos “la generación de relevo”, “el futuro del país”, entre muchos otros adjetivos que recibe la población estudiantil, no es posible que tengamos un discurso compuesto, casi en su totalidad, por la situación nacional y se deje a un lado nuestra realidad directa o más cercana que es la Universidad. Al final, es el lugar donde, durante 5 ó 6 años en promedio, pasamos buena parte de nuestro día a día, donde aprendemos, enseñamos y crecemos. Merece mucho más esfuerzo, análisis, reflexión y acción de nuestra parte.
Actualmente somos la nueva generación de relevo, pero en nuestras manos está el garantizar que las que nos sucedan estén capacitadas, incluso más que la nuestra, y con mayor calidad, para encargarse de un país que se caracteriza por siempre querer salir adelante, por crecer, por evolucionar.
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