Paulo Freire nace en Recife, Brasil un 19 de septiembre de 1921, realizó estudios de derecho y psicología del lenguaje. En 1961 es uno de los fundadores del movimiento de cultura popular de Recife, luego de haber realizados sus primeras experiencias que le sirvieron de base para desarrollar posteriormente su método de alfabetización, cuyo objetivo no solo a enseñar a leer y escribir, sino también, provocar un cambio profundo en la conciencia del ser humano respecto de sí mismo como “sujeto histórico” y de la realidad que lo rodea. Su propuesta es estimular en el hombre el desarrollo de una conciencia crítica, que deje atrás la pasividad para asumir en comunión con los otros, la transformación de su entorno social a través de la participación política.
Freire se nutre de la teología de la liberación y de las corrientes progresistas humanistas cristianas que descollaron en los 60 en el contexto del Concilio Vaticano II. Del marxismo asume la visión dialéctica de la histórica para formular las bases conceptuales de su “pedagogía del oprimido”, cuyo punto de partida es el desarrollo de una “educación liberadora”. Una educación entendida como un instrumento de liberación individual y colectiva, que impulsa la formación en el pueblo de una conciencia de sujeto protagónico, hacedor de su propia historia, con la fuerza y la capacidad de transformar su propia realidad social, económica y política, haciéndolo apto para vivir una auténtica democracia, una democracia real y no simplemente formal, una democracia participativa que va muchos más allá de representativa.
La pedagogía de Freire es una pedagogía comprometida que rechaza la neutralidad en el proceso educativo. El decía que “la neutralidad no es posible en el arte y en el acto educativo. Mi punto de vista, es el de los excluidos, el de los condenados de la tierra”, solía afirmar sin medias tintas.
Para Paulo Freire “enseñar no es transferir conocimientos sino crear las posibilidades de su producción o de su construcción”. Para él, el objetivo fundamental del proceso educativo es contribuir al desarrollo de un hombre nuevo, consiente de sí mismo y de su entorno social, de sus potencialidades y derechos, con una conciencia crítica pero a la vez responsable, solidaria y societaria, que se asume así mismo como un agente de cambio.
Esta nueva concepción de la educación se opone a la educación alienante tradicional que él denomina “bancaria”, que asume al educando como un mero receptor y repetidor de conocimientos, como un objeto y no como un sujeto creador.
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