La bancarrota de la derecha endógena

Elecciones y violencia en las universidades autónomas

Respondiendo a la solicitud de un amigo, quien me pide que escriba sobre el problema de la reciente violencia en la Universidad del Zulia, aprovecho para reiterar nuevamente las reflexiones que durante diez años de revolución hemos publicado en diferentes medios sobre la ausencia de política revolucionaria hacia las universidades autónomas.

 La situación de las fuerzas revolucionarias dentro de las principales instituciones de educación superior de Venezuela no puede ser peor. Las recientes elecciones de autoridades rectorales de la UCV, en las cuales los candidatos bolivarianos llegaron detrás de la ambulancia, son la punta del iceberg de una correlación de fuerzas que se ha venido construyendo en la última década.

 En LUZ también está en desarrollo un proceso electoral. Las fuerzas bolivarianas ni siquiera tenemos candidatos propios al cuerpo rectoral. Eso no tiene ninguna justificación si se considera que en estos diez años más de diez profesores de LUZ han sido diputados a la Asamblea Nacional. El Ministerio de Finanzas, el Banco Central de Venezuela, la Oficina de Planificación del Sector Universitario, la Comisión de Educación de la Asamblea Nacional y la Subcomisión de Educación Superior, todos estos cargos han estado en algún momento en manos de profesores de LUZ. Toda esta fuerza institucional no ha repercutido para nada en el desarrollo de planes académicos que dentro de LUZ enfrenten a la amplia ofensiva tecnocrática que la derecha impulsa desde todos los espacios de nuestra alma máter.

 Lo que pueda existir dentro de LUZ como referencia académica alternativa, propulsora de una universidad vinculada a las necesidades populares y a la promoción del desarrollo independiente del país en lo económico, científico y cultural, como ocurre con las experiencias académicas que impulsamos una serie de profesores comprometidos con la causa revolucionaria, no tienen nada que ver con esa burocracia chavista que ha usufructuado la representación universitaria de esta revolución. Más bien, nuestras pequeñas y aisladas experiencias académicas existen a pesar de las trabas y saboteos que la derecha endógena nos ha colocado en las instituciones nacionales.

 A nivel estudiantil ocurren situaciones que tal vez sean más graves aún. Hasta donde sabemos, el control administrativo del pasaje estudiantil ha sido otorgado al sector estudiantil, por parte de FONTUR, institución adscrita al MINFRA. Este mecanismo ha pervertido a la dirigencia estudiantil, y ha fomentado una enorme red de corrupción que se disputa a sangre y fuego en los terrenos universitarios, con saldo de varios muertos y decenas de heridos. Este mecanismo ejecutado por Fontur desde la época en que ese sector era influido por Diosdado Cabello, y luego por Ramón Carrizales, ha convertido a los dirigentes estudiantiles en multimillonarios, que poseen varias camionetas Trail Blazer y Tahoe, entre otras, que manejan múltiples negocios como ventas de carros usados, y que se reparten cantidades que oscilan en el millardo de bolívares viejos al mes.

 La dirigencia estudiantil de LUZ, que hace unos cinco años eran bandas delictivas que controlaban el narcotráfico, robo de vehículos y cobro de vacunas dentro de la universidad, han subido de categoría, y ahora sus manejos financieros se desarrollan en bancos y otras instituciones respetables. Su capacidad financiera es tan grande que ya no actúan directamente en los actos violentos, sino que contratan a sicarios y hampones comunes para atentar contra la comunidad universitaria, tal como ocurrió el 2 de noviembre de 2007 cuando fue asesinada una estudiante de periodismo, y como acaba de ocurrir en esta última semana de terror con el estallido de bombas lacrimógenas en todas las facultades, encerrando con candado previamente a profesores y alumnos.

 La gran mayoría de estos grupos “estudiantiles” están bajo la influencia política de los sectores de derecha que controlan la universidad. Pero una pequeña fracción de estas bandas delictivas, dividida de las mafias originales, ahora se reclaman como “bolivarianas”, y no han faltado los profesores que bajo el disfraz de revolucionarios le den protección a estos vulgares delincuentes. Es decir, ahora tenemos, para completar la torta, nuestras propias bandas de delincuentes bolivarianos, como si no bastara con todas las calamidades que tenemos aquí adentro.

 La violencia de esta última semana busca generar terror en la comunidad estudiantil, para que no acuda a la universidad el día de las votaciones para designar nuevos representantes estudiantiles. Esa táctica la han aplicado desde hace más de diez años, situación que hemos denunciado en multitud de documentos anteriores. El terror permite que a la votación sólo acudan los pequeños grupos estudiantiles amparados por las bandas delictivas, y los resultados están cantados de antemano. Una nueva mafia siciliana se ha venido apoderando de la representación estudiantil de LUZ, y estas elecciones serán el golpe final para controlar totalmente los cargos de la FCU y centros de estudiantes.

 Hemos alertado antes que en las universidades autónomas han egresado aproximadamente 300.000 profesionales en estos diez años de revolución. Todos ellos formados en base a los modelos tecnocráticos y neoliberales que imponen la mayoría profesoral de derecha que controla férreamente estas instituciones. El impacto sociocultural de las universidades es determinante sobre toda la vida del país, sobre las instituciones públicas y privadas, sobre los núcleos familiares de las 400.000 personas que están directamente vinculadas a las universidades autónomas, como estudiantes, profesores, empleados y obreros.

 Toda esta realidad es ignorada olímpicamente por el gobierno bolivariano, y vemos como ministros y viceministros del sector educativo repiten una y otra vez “que el gobierno bolivariano no se va a meter con las universidades”, que su línea de acción se reduce a la Misión Sucre y a la UBV. Lo que está ocurriendo actualmente es la bancarrota de esta política reformista y conciliadora desarrollada por el gobierno chavista. El resultado de esta falta de visión revolucionaria es que casi todo el sector profesional del país se ha dejado en manos de la derecha.

 LUZ, para seguir poniendo ejemplos de nuestra región, gradúa a todos los maestros y educadores que trabajan en la educación básica y diversificada a nivel de todo el Estado Zulia e incluso en Estados vecinos como Falcón y Trujillo. Toda la juventud del noroccidente del país es educada por maestros y profesores formados en la Universidad del Zulia. Toda esa amplia realidad educativa ha sido dejada en manos de la derecha, en estos diez años de revolución. Igual cosa ocurre en otras regiones con el resto de universidades autónomas.

 El gobierno no ha realizado el menor esfuerzo por conformar movimientos profesorales y estudiantiles que actúen políticamente dentro de las universidades por modificar la correlación de fuerzas dentro de estas instituciones. No ha modificado por ley cuestiones fundamentales como el mecanismo de elección de autoridades, y el mecanismo de ingreso y evaluación del personal docente universitario. El gobierno no ha promovido planes académicos audaces para fortalecer los nichos bolivarianos dentro de las universidades autónomas, en contraste con los ingentes recursos que sectores de oposición como Manuel Rosales invierten anualmente en planes académicos desarrollados desde LUZ (cinco millardos en el 2007 para el programa Francisco Ochoa, otro tanto en el 2008 para el programa de maestría en comunicación social, etc).

 Lo poco que ha hecho el gobierno ha sido para poner peor las cosas. Diferentes instituciones como Corpozulia y Alcaldías han puesto como empleados suyos a supuestos dirigentes estudiantiles bolivarianos, para no reiterar sobre el macabro experimento de Fontur con el pasaje estudiantil. El resultado ha sido la corrupción absoluta de quienes aparecen públicamente como representantes bolivarianos en el sector estudiantil. Es obvio que ese tipo de personajes jamás ganará unas elecciones dentro de LUZ.

 En el sector profesoral, de igual forma han predominado quienes buscan cambures dentro de diversas instituciones, relegando totalmente a quienes desarrollamos una práctica académica alternativa en nuestro diario quehacer profesional. Lo que ha pasado en LUZ igual ha ocurrido en la UCV. Sé que numerosos ministros, alcaldes, y demás funcionarios del gobierno han salido del cuerpo profesoral de la UCV, pero sus cargos no han servido para que las fuerzas revolucionarias crezcan dentro de la universidad. Ponemos pensar que así serán de malos como profesores que el poder que han detentado no ha permitido siquiera que se fortalezcan las líneas de investigación que ellos desarrollaban antes de entrar en el gobierno. ¿O será que no tenían líneas de investigación alguna? ¿Será que estos profesores eran unos maulas como profesionales, que llegaron a esos cargos más por su viveza personal que por sus méritos académicos y revolucionarios?

 Esta bancarrota de la derecha chavista en las universidades autónomas constituye un peligro inminente para el futuro de la revolución. Desde que Venezuela se urbanizó gracias a la explotación petrolera, la clase media ha jugado un papel estelar como definidora de los procesos políticos, sobre todo en la medida en que los trabajadores industriales y campesinos son escasos y están mal organizados, y los sectores urbanos depauperados no trascienden del reclamo clientelar y populista. Aunque eso haya cambiado un poco en la última década, todavía no ha surgido otro grupo social organizado que pueda jugar un papel similar al que jugó la clase media entre 1928 y 1998. Mientras no surja ese otro movimiento social, el hacer todo lo posible por disputar el control ideológico de las clases medias venezolanas es una necesidad de supervivencia para esta revolución.

 El trecho recorrido en dirección equivocada no puede corregirse con medidas administrativas que pretendan cambiar esta realidad en pocos meses. Pero es obvio que las medidas administrativas son necesarias para comenzar a corregir esta equivocada política. Medidas como la salida inmediata de todas las autoridades ministeriales relacionadas con la política gubernamental hacia las universidades autónomas, y su sustitución por personas que provengan de los grupos profesorales que mantienen la lucha revolucionaria dentro de la vida académica de nuestras universidades autónomas, son necesarias en lo inmediato. En aporrea publicamos en 2007 un documento sobre propuestas para cambiar la Ley de Universidades que puede ser consultado. Lo principal es abrir un amplio debate acerca de las nuevas políticas a desarrollar para enfrentar académica y políticamente a los sectores de derecha dentro de las universidades. El futuro de la revolución depende, en buena medida, de lo que se avance en este campo universitario (el otro sector determinante del futuro del bolivarianismo es el sector sindical, en el cual pese a los cambios ministeriales aún no se vislumbra la luz al final del túnel).



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Roberto López Sánchez. Profesor de LUZ.

Roberto López Sánchez (Caracas, 1958). Profesor Titular de la Universidad del Zulia (LUZ) con ingreso en 1994. Licenciado en Educación (LUZ, 1994). Magister en Historia (LUZ, 2005) y Doctor en Ciencias Políticas (LUZ, 2013). Actualmente dicta 6 materias en la Licenciatura de Antropología en LUZ: Historia de América; Historia de Venezuela; Intercambios Económicos; Poder y Movimientos Sociales; Culturas Afroamericanas; y Modo de Vida e Identidad Nacional. Ha dictado seminarios a nivel doctoral y nivel maestría en universidades venezolanas; y seminarios de Historia de Venezuela en universidades de Chile y España. Actualmente coordina la Unidad Académica de Antropología. Ha dirigido proyectos de investigación a través del CONDES-LUZ, y CLACSO. Línea de investigación: estudio de los movimientos sociales. Ha publicado más de 50 trabajos científicos. @cruzcarrillo09

 @cruzcarrillo09

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