Ya desde los primeros socialistas científicos, se establece una clara relación entre la superación del patriarcado y la construcción del socialismo. Claramente en “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado” de F. Engels observamos que para la teoría marxista, el patriarcado no es una cuestión sólo de “mujeres”, sino que es un obstáculo esencial en la construcción teórico-práctica del socialismo. El patriarcado no es tratado por Engels como “un problema ético de inclusión”, como parecen comprenderlo en la actualidad algunos camaradas, sino en su relación directa con las bases esenciales constitutivas del capitalismo. Es decir, en su relación con el mantenimiento de la propiedad privada, de las clases sociales y de la contradicción “producción social vs. consumo privado”, que sustenta el régimen del trabajo asalariado y, por tanto, la reproducción del capital.
Por desgracia, no todos los y las marxistas comprendieron el alcance radicalmente transformador de la obra de Engels, si bien tuvo una fuerte incidencia tanto en los inicios de la revolución bolchevique, como en el feminismo marxista de los años 60 y 70. Lamentablemente, el oscurantismo neoliberal de las últimas décadas también caló con fuerza en el feminismo, mermando drásticamente las corrientes marxistas e impulsando el transito del movimiento feminista desde la esfera de lo reivindicativo popular, hacia la esfera de lo académico-institucional. En lo teórico, a través de la consigna de lo “personal es político”, o quizá de una perversión de la misma, se transitará de una interpretación general e integral de la realidad social, como reclama el marxismo, a una segmentada e individual, tan en sintonía con el auge del postmodernismo. De “lo personal es político”, se pasará a reducir “lo político a lo personal”, y una parte del movimiento feminista quedará confundido por un discurso liberal, que a veces, ni tan siquiera llegará al ámbito reformista.
Afortunadamente, en el momento actual del proceso revolucionario venezolano y del renacer de un movimiento feminista combativo y con carácter de clase, existen todas las condiciones y, por supuesto, la necesidad revolucionaria de deslastrarnos de todas las nefastas influencias de esa “larga noche neoliberal”. Ese importante esfuerzo, que ya se viene dando desde muchos colectivos e instancias de articulación, es necesario que se plasme con valentía en las propuestas a la LOT.
1. Ahora bien, ¿por qué es tan importante que la reivindicación histórica del marxismo y del feminismo marxista de socializar el trabajo doméstico quede incluida en el marco político de la LOT?
a. En primer lugar, porque es fundamental para la conquista del derecho real para todas las mujeres de disfrutar de una jornada laboral no mayor de 8 horas (o de 6 cuando se consiga).
El feminismo socialista, a la vez que ha apoyado las reivindicaciones de las organizaciones obreras por la reducción de la jornada laboral legal, ha recalcado que las mujeres nunca hemos podido disfrutar de esas conquistas sociales, debido a que la carga del trabajo doméstico nos implica una doble jornada laboral que nos supone doce, catorce y hasta más horas diarias de trabajo. ¡Hay que tener claro que el grueso de las mujeres, ni hemos podido disfrutar hasta ahora de la jornada laboral de 8 horas, ni podremos disfrutar la de 6 horas cuando se conquiste, mientras sigamos atadas a la cocina!
Por tanto, mientras continuemos inmersas en relaciones de producción capitalista, la lucha por la socialización del trabajo doméstico será imprescindible para reducir la explotación de las mujeres de la clase proletaria del campo y la ciudad. Tristemente, dentro del capitalismo, el estar explotadas al mismo nivel que los hombres, es decir, pasar de la doble explotación a la explotación a secas, es ya para nosotras un avance. Pero este avance implica que tanto desde la LOT como desde el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación se apunten políticas concretas que permitan liberar a las mujeres del trabajo doméstico en la esfera privada.
No nos podemos contentar con que nos den una palmadita en la espalda reconociendo: “Sí, compañeras, lo que ustedes hacen también es trabajo y crea valor social”, ya que eso deja el problema real en su misma dimensión. Es decir, ganamos el reconocimiento social, pero seguimos trabajando 12, 14 o 16 horas diarias. [1]
Un socialista profundamente comprometido con la emancipación de la mujer, como fue el camarada Lenin, advertía que “La mujer continúa siendo el esclavo doméstico a pesar de todas las leyes liberadoras puesto que la pequeña economía doméstica la oprime, la ahoga, la embrutece, la humilla, atándola a la cocina, a la habitación de los niños, obligándola a gastar sus fuerzas en tareas terriblemente improductivas, mezquinas, irritantes, alelantes, deprimentes. La verdadera liberación de la mujer, el verdadero comunismo comenzará allí y cuando comience la lucha de masas (dirigida por el proletariado que posee el poder) contra esta pequeña economía doméstica o, más exactamente, durante su transformación masiva en gran economía socialista.” Han pasado casi cien años, y algo que debería ser absolutamente claro para cualquier socialista y para cualquier feminista, a veces parece que todavía no se comprende bien.
b. En segundo lugar y sobretodo, la socialización del trabajo doméstico es importante para alcanzar la meta de todos y todas las socialistas, que no es sólo la reducción de la explotación capitalista, sino la erradicación absoluta de este perverso sistema y de todas las relaciones de explotación y opresión. La socialización del trabajo domestico (como parte de una política más profunda de generalizar los bienes y servicios de consumo colectivos no mediados por el intercambio mercantil) contribuye a superar la contradicción entre el carácter social de la producción y el carácter mayoritariamente privado del consumo, que se apuntaba al inicio del artículo. No debemos olvidar, que el problema central a combatir es que la fuerza de trabajo sigua siendo una mercancía que las trabajadoras y trabajadores se ven obligados a vender a cambio de un salario, con el que satisfacer de forma privada sus necesidades.
La separación entre la esfera de la producción y la esfera del consumo, mediada por la propiedad privada y por el mercado, es absolutamente esencial para el sistema capitalista. Por el contrario, la generalización de los bienes de consumo colectivo y la socialización de la economía doméstica son fundamentales para superar el régimen del trabajo asalariado y hacer avanzar el socialismo.
2. Por ultimo, para evitar interpretaciones incorrectas, es importante enfrentarse a la siguiente pregunta ¿defender la socialización del trabajo doméstico significa estar en contra del reparto de tareas en el hogar?
No, el reparto de tareas en el hogar es importante porque ayuda a que no tengamos la carga exclusiva de ese trabajo esclavizante.
Sin embargo, esta medida por si sola no elimina el carácter servil y atrasado del trabajo doméstico y, lo que es peor, no hace nada por superar una de las contradicciones fundamentales en las que se basa el sistema capitalista, como es la escisión entre el carácter social de la producción y el carácter privado del consumo. Por eso el reparto de tareas sin más, no es en absoluto, la solución socialista al problema.
La cualidad revolucionaria de las propuestas socialistas radica en que no se contentan con colocar pequeños parches a los grandes problemas que impone el sistema de explotación capitalista patriarcal, sino que buscan su superación radical. Como genialmente propone Lenin, no sólo la verdadera liberación de la mujer, sino, el verdadero comunismo va de la mano de la transformación masiva de la pequeña economía doméstica en gran economía socialista. O lo que es lo mismo, de la socialización del trabajo doméstico convirtiéndolo en servicios e industrias socialistas, en las que trabajemos hombres y mujeres conjuntamente.
“Los restaurantes colectivos, las guarderías infantiles, los jardines de infancia, -he ahí unos ejemplos de estos brotes, he ahí los medios simples, cotidianos, que no suponen nada pomposo, de extraordinario ni majestuoso y que, en los hechos, son capaces de liberar a la mujer (….) Estos medios no son nuevos, han sido creados (como todas las premisas materiales del socialismo en general) por el gran capitalismo, pero en este régimen eran, para empezar, una excepción, y luego –lo que es particularmente importante- una empresa comercial con todos sus peores aspectos de especulación, de lucro, de engaños, de falsificación,(…). – señalaba Lenin.
En nuestra realidad diríamos, que esas dos o tres horas de sobrejornada laboral que la mayoría de las mujeres venezolanas emplean en hacer las arepas del desayuno y la cena, no desaparecen porque una ley establezca la jornada laboral de 8 o 6 horas, pero sí se pueden evitar, si en las comunidades hay areperas socialistas, en las que el precio es igual o menor que los costos de hacerlas en casa.
La socialización del trabajo doméstico y la generalización de los bienes y servicios colectivos no sólo ahorran recursos naturales, sino que economiza doblemente el tiempo social de trabajo, ya que ahorra tanto el trabajo presente como el trabajo pasado, al racionalizar el uso de los medios de producción. Pero, sobre todo, ayuda a liberar a los trabajadores y trabajadoras de la tiranía del capital, al acabar con la contradicción entre producción social y consumo privado, que les hace absolutamente esclavos del régimen de salario y del mercado.
Colectivo INSUMISAS- Carabobo.
insumisas@hotmail.com
[1] Aquí no se pretende desconocer el enorme avance de la conquista social de la seguridad social universal, sin embargo, su inclusión en la ley va a la zaga de su materialización por el gobierno revolucionario a través de las misiones. ¡Esto es muy importante de valorar, ya que cuando la voluntad política de garantizar los derechos sociales va por delante de su reconocimiento legal es que podemos advertir que sí hay intenciones serias de superar el estado burgués y construir el socialismo!
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