Nos encontramos en un Capitalismo de consumo. Esto, lo podemos visualizar en las actitudes y motivaciones de muchos ciudadanos que se dirigen a los centros comerciales para ponerse en movimiento y abrirse a sus vivencias, nuevas realidades y necesidades donde podemos expresar a nuestra sociedad, como una colección de múltiples experiencias. De esta manera, se suscitan distancias entre el dicho como el hecho, ya que predicamos una conducta que resulta se un arma letal para nuestras propias convivencias. De allí, surge el irrespeto a la ley, porque, sentimos que nuestro vecino es un invasor de nuestros propios caprichos.
Por esta razón, nos atrincheramos en los centros comerciales para atrevernos a decir que somos alguien, como diferente a los demás. Es el nuevo tema urbano, en una ciudad convulsionada y poblada de muchas historias, donde todos nos atrevemos a reclamar nuestros derechos, a la vez. Es una reacción abusadora que se convierte en una defensa activa para lograr defendernos de todo un contexto sociopolítico.
El problema no es el consumo en sí. Es el continuo gasto, que, no tiene relación con la actividad laboral y, de repente el ciudadano mediatizado cae en una terrible arena movediza, donde el consumidor es el observador de su propia satisfacción, teniendo que vivir del emprestado y prestamistas.
Lo importante, es cumplir con nuestra actividad diaria y el desarrollo nuestro como individuo. Debemos estipular unas pautas para reencontrarnos en nuestras actividades y vocación de nuestro mundo interior.
El deber ser, es una realidad compleja en este sentido, ya que debemos asumir diferentes actitudes en una sola personalidad. La industria solo esta abocada a superar un limite: sus ventas y la mediatización de la información publicitaria. Es una transposición de términos de carácter fenomenológico. Solo desea que el individuo perfile su vida atado a un grupo de tiendas, que, en su conjunto lo mantienen maniatado a un dominio que no trasciende, porque, el amarre a un universo que evade nuestras operaciones juveniles y cognoscitivas es total estando transcritas en el pasado. Mostrándonos un mundo no compatible con lo que suponemos es nuestra felicidad. Lo que indica, una diferencia muy grande con nuestra realidad y los instantes de una pasión por vivir, lo que indica vivencias temporales de un carácter pasivo en nuestra cotidianidad.
Lo importante, es tener cuidado con nuestra memoria del pasado y no escondernos en un centro comercial para ocasionar gastos engañosos que dañan nuestro vivir al día. En efecto, ese pasado solo existe en forma de interiorización y requiere de la fuerza del espíritu para lograr un equilibrio emocional y destruir ese pasado. Es evidente, el aprender y responder a cada acción cotidiana para eternizar nuestras vidas en una existencia básica como progresiva que vaya al tono de nuestra verdad. Ir a un centro comercial nos llena de ocurrencias, porque, nos devuelve un conjunto de instantes que pueden ser engañosos a nuestros sentidos y hacernos poder nuestra propia realidad.
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