¿Cuál es la tercera ley de la masa de plusvalía?
Una tercera ley es la que se desprende del hecho según el cual la masa de plusvalía producida está determinada por los dos factores: cuota de plusvalía y magnitud del capital variable desembolsado. Dados la cuota de plusvalía o grado de explotación de la fuerza de trabajo y el valor de ésta o la magnitud del tiempo de trabajo necesario, es evidente que cuanto mayor sea el capital variable tanto mayor será también la masa del valor y la plusvalía producidos. Dado el límite de la jornada de trabajo y dado también el límite del tiempo de trabajo necesario, la masa de valor y plusvalía que puede producir un capitalista determinado depende exclusivamente, como es natural, de la masa de trabajo que ponga en acción. Y esta, a su vez, depende siempre bajo los supuestos de que partimos, de la masa de trabajo o del número de obreros que explote, el cual está, por su parte, condicionado por la magnitud del capital variable que este patrono desembolse. Dada la cuota de plusvalía y dado también el valor de la fuerza de trabajo, las masas de plusvalía producida se hallan, pues, en razón directa a las magnitudes del capital variable desembolsado.
Ahora bien, sabemos que el capitalista divide su capital en dos partes. Una la invierte en medios de producción. Es la que llamamos parte constante del capital. Otra la aplica a comprar fuerza de trabajo viva. Esta parte es la que forma el capital variable. Aún siendo el mismo régimen de producción, la división del capital en parte variable y constante difiere según las distintas ramas de producción. Y, dentro de la misma rama de producción, la proporción cambia al cambiar la base técnica y la combinación social del proceso de producción. Pero, la ley que dejamos sentada no se altera, cualesquiera que sean las proporciones en que se descomponga un capital dado en constante y variable, sean éstas de 1 : 2, 1 : 10 o de 1 : x, ya que según nuestro análisis anterior, el valor del capital constante reaparece indudablemente en el valor del producto, pero no en el producto de valor de nueva creación. Para dar empleo a 1000 hilanderos se necesitan, evidentemente, más materias primas, más husos, etc., que para emplear a 100. Pero no importa que el valor de estos medios de producción adicionales suba, baje, permanezca invariable, sea grande o pequeño, pues ello no influye para nada en el proceso de valorización de las fuerzas de trabajo que lo ponen en movimiento.
Por tanto, la ley formulada más arriba reviste esta forma: las masas de valor y de plusvalía producidas por capitales distintos están, suponiendo que se trate de valores dados y de grados de explotación de la fuerza de trabajo, en razón directa a las magnitudes de la parte variable de aquellos capitales, es decir, de las partes invertidas en fuerza de trabajo viva.
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