Entrevistando imaginariamente a Marx sobre lo tratado en:

El capítulo XII de “El Capital” (IV)

¿Cuando surge en la manufactura, la verdadera unidad técnica?
Operaciones diferentes requieren lapsos desiguales para su ejecución y en los mismos espacios de tiempo, por ende, suministran cantidades desiguales de productos parciales. Por eso si el mismo obrero debe efectuar siempre, día tras día, sólo la misma operación, tendrán entonces que emplearse diversas cantidades proporcionales de obreros para las distintas operaciones: por ejemplo, 4 fundidores y 2 desmoldeadores por cada pulimentador en una manufactura de tipos de imprimir en la cual el fundidor funde 2.000 tipos por hora, el desmoldeador desmoldea 4.000 y el pulimentador pule 8.000. Reaparece aquí el principio de la cooperación en su forma más simple como ocupación simultánea de muchos obreros que hacen algo similar, pero ahora como expresión de un nexo orgánico. La división manufacturera del trabajo, pues, no sólo simplifica y multiplica los órganos cualitativamente diferentes del obrero colectivo social, sino que además genera una proporción matemáticamente fija para el volumen cuantitativo de esos órganos, vale decir, para el número relativo de obreros o la magnitud relativa de los grupos de obreros en cada función especial. Desarrolla, a la par de la subdivisión cualitativa, la regla y proporcionalidad cuantitativas del proceso social de trabajo.

Si ha sido fijada, fundándose en la experiencia, la cantidad proporcionalmente más adecuada de los distintos grupos de obreros parciales, en correspondencia con la escala determinada a la que ha accedido la producción, sólo podrá ampliarse dicha escala empleando un múltiplo de cada uno de esos grupos obreros particulares. Agréguese el hecho de que el mismo individuo ejecuta tan bien ciertos trabajos en pequeña como en gran escala; por ejemplo el trabajo de supervisión, el transporte de los productos parciales de una fase de la producción a la otra, etcétera. La autonomización de estas funciones, o su asignación a trabajadores especiales, no se volverá ventajosa mientras no aumente el número de los obreros utilizados, pero este aumento habrá de abarcar de inmediato y proporcionalmente todos los grupos.

El grupo individual de cierto número de obreros que cumplen la misma función parcial se compone de elementos homogéneos y constituye un órgano especial del mecanismo colectivo. En diversas manufacturas, empero, el grupo mismo es un cuerpo articulado de trabajo, mientras que el mecanismo colectivo se forma por la reiteración o multiplicación de estos organismos productivos elementales. Examinemos, por ejemplo, la manufactura de botellas. La misma se desglosa en tres fases esencialmente diferentes. En primer lugar la fase preparatoria: preparar la composición del vidrio, mezclar la arena, cal, etcétera, fundir ese compuesto hasta convertirlo en una masa fluida de vidrio. En esta primera fase se ocupan diversos obreros parciales, y otro tanto ocurre en la fase final, o sea el retirar las botellas de los hornos de secado, clasificarlas, embalarlas, etc. Entre ambas fases, en el medio, se encuentra la fabricación del vidrio propiamente dicha, o sea la elaboración de la masa fluida de vidrio. En la misma boca del horno de vidriería trabaja un grupo al que en Inglaterra se denomina agujero, y que se compone del que hace las botellas o las termina, un soplador, un recolector, un estibador o amolador y un acomodador. Estos cinco obreros parciales constituyen otros tantos órganos especiales de un cuerpo laboral único que sólo puede operar como unidad, o sea sólo en virtud de la cooperación directa de los cinco. Si falta un miembro del cuerpo de cinco miembros, éste se paraliza. Pero el mismo horno de vidriería tiene distintas aberturas, de 4 a 6 en Inglaterra, por ejemplo, cada una de las cuales encierra un crisol de cerámica con vidrio fundido y da ocupación a un grupo propio de trabajadores, constituido también por cinco miembros. La subdivisión de cada grupo por separado se funda aquí directamente en la división del trabajo, mientras que el vínculo entre los diversos grupos análogos es la cooperación simple, ésta, mediante el uso en común de uno de los medios de producción el horno, en el presente caso , hace que se los consuma más económicamente. Cada uno de tales hornos, con sus 4 y hasta 6 grupos, constituye un taller de vidriería, y una manufactura de vidrio se compone de cierta cantidad de estos talleres, junto con las instalaciones y obreros destinados a las fases inicial y final de la producción.

La manufactura, por último, así como en parte surge de la combinación de diversos oficios artesanales, puede transformarse en combinación de diversas manufacturas. Las mayores vidrierías inglesas, por ejemplo, fabrican ellas mismas sus crisoles de cerámica, porque de la calidad de éstos depende en lo esencial el éxito o fracaso del producto. La manufactura de un medio de producción queda aquí ligada a la manufactura del producto. Puede ocurrir, a la inversa, que la manufactura del producto se asocie con manufacturas en las cuales aquél sirve a su vez de materia prima, o con cuyos productos posteriormente se lo ensambla. De esta suerte, por ejemplo, encontramos que la manufactura de cristal se combina con el esmerilado del vidrio y la fundición de latón, esta última para el montaje metálico de múltiples artículos de vidrio. Las diversas manufacturas combinadas constituyen entonces departamentos de una manufactura global, más o menos separados en el espacio, y a la vez procesos de producción recíprocamente independientes, cada uno con su propia división del trabajo. A pesar de las diversas ventajas que presenta la manufactura combinada la misma no adquiere, sobre su propio fundamento, una verdadera unidad técnica. Dicha unidad sólo surge cuando la manufactura se transforma en la industria maquinizada.

El período manufacturero, que no tarda en proclamar como principio consciente la reducción del tiempo de trabajo necesario para la producción de mercancías, esporádicamente desarrolla también el uso de máquinas, en particular para ciertos procesos primarios simples que hay que ejecutar masivamente y con gran desgaste de energías. Así, por ejemplo, en la manufactura papelera pronto se utiliza el molino de papel para desmenuzar los trapos y en la metalurgia el llamado molino quebrantador para triturar el mineral. Con el molino hidráulico, el Imperio Romano nos legó la forma elemental de toda maquinaria. El período artesanal nos deja los grandes inventos de la brújula, de la pólvora, de la imprenta y el reloj automático. En líneas generales, sin embargo, la maquinaria desempeña ese papel secundario que Adam Smith le asigna junto a la división del trabajo. De gran trascendencia fue el esporádico empleo que de las máquinas se hizo en el siglo XVII, pues ofreció a los matemáticos eminentes de esa época puntos de apoyo y alicientes prácticos para la creación de la mecánica moderna.

La maquinaria específica del período manufacturero sigue siendo el obrero colectivo mismo, formado por la combinación de muchos obreros parciales. Las diversas operaciones que el productor de una mercancía ejecuta alternativamente, y que se entrelazan en la totalidad de su proceso de trabajo, le plantean exigencias diferentes. En una de aquéllas debe emplear más fuerza, en la otra más destreza, en la tercera más atención intelectual, etc., y el mismo individuo no posee estas cualidades en grado igual. Tras la separación, autonomización y aislamiento de las diversas operaciones, se distribuye, clasifica y agrupa a los trabajadores según sus cualidades predominantes. Y si bien sus peculiaridades naturales constituyen la base en la que se injerta la división del trabajo, la manufactura, una vez implantada, desarrolla fuerzas de trabajo que por naturaleza sólo sirven para desempeñar una función especial y unilateral. El obrero colectivo posee ahora, en un grado igualmente elevado de virtuosismo, todas las cualidades productivas y las ejercita a la vez y de la manera más económica puesto que emplea todos sus órganos, individualizados en obreros o grupos de obreros particulares, exclusivamente para su función específica. La unilateralidad e incluso la imperfección del obrero parcial se convierten en su perfección en cuanto miembro del obrero colectivo. El hábito de desempeñar una función unilateral lo transforma en órgano actuante naturalmente seguro de la misma, mientras que la interconexión del mecanismo total lo obliga a funcionar con la regularidad inherente a la pieza de una máquina.
 

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Nicolás Urdaneta Núñez


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