Subvirtiendo el mundo al revés

Un efectivo antídoto contrarrevolucionario

La validez de esta inferencia es irrefutable: Si ladrón juzga por su condición, entonces, honrado juzga por su condición. Inicio este artículo de esta manera porque estoy convencido que las personas que militamos en la revolución bolivariana debemos tomar muy en cuenta que el capitalismo es una sociedad con tan alto grado de irracionalidad como para llegar al extremo de poner en peligro la vida humana en nuestro planeta Tierra.

Los resultados de las elecciones del recién pasado 26 de septiembre ratifica esta afirmación, ya que, tal como lo señaló Fidel Castro hace bastante tiempo, los votos de la contrarrevolución sólo podemos comprenderlo si partimos de la premisa que en nuestro país el capitalismo nos ha dejado como herencia un significativo deterioro del sentido común, si lo concebimos como Trout y Rivkin, como la facultad que posee la generalidad de las personas, para juzgar razonablemente las cosas.

Basta un análisis basto de los resultados de dicho evento electoral para darnos cuenta que hoy -cuando la gestión revolucionaria ha dado incontables y evidentes muestras de su identificación con los intereses de las clases que han sido víctimas de la contrarrevolución- sólo si nos ubicamos en el terreno de la irracionalidad seremos capaces de comprender que la votación contrarrevolucionaria ascienda a una cifra que supera los 5 millones de venezolanos y venezolanas, ya que si suponemos que entre la clase media y la clase alta sumen el 20% de nuestra población, entonces sólo 2,2 millones de los votantes pertenecen a dichas clases sociales. Nos debemos responder, entonces, al preguntarnos ¿De donde surgieron los otros 3,1 millones de venezolanos y venezolanas que votaron por la contrarrevolución?, debemos escudriñar el territorio tutelado por la irracionalidad o sea en el escenario de las personas que carecen de la facultad de razonar. En consecuencia, estamos retados a aprehender las raíces de dicha irracionalidad.

El comportamiento racional exige como fundamento el carácter integral de quien lo practica y éste se alcanza sólo cuando existe consistencia, coherencia, congruencia, etc., entre lo que se piensa, se siente y se hace. Y esto se conquista a través del desarrollo físico, mental y espiritual que el capitalismo cotidianamente debilita en virtud de la exaltación del individualismo que genera como secuela la soledad que a su vez forja la inseguridad nacida de la ruptura de la esencia comunitaria que poseen las personas. Por tanto, el establecimiento y la práctica de la integración comunitaria se convierten así en un magno reto para la socialista revolución bolivariana.

Integración comunitaria que encuentra su hábitat más adecuado en el ámbito de los más humildes sectores sociales donde la solidaridad tiene la presencia cotidiana resultante de unas condiciones de vida que los ha incitado a resolver su problemática recurriendo a una mancomunidad de esfuerzos que, por un lado, ha sembrado las semillas de la solidaridad como nutrientes y, por otro lado, al debilitar el ego, fortalece la efectividad de los antídotos del individualismo.

Sembrar integración comunitaria abonándola con solidaridad y fumigándola con mata ego: He aquí un efectivo antídoto contrarrevolucionario.


alejandro.nuez973@gmail.com


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