¿Expropiar es sinónimo de Socialismo?

Mis queridos lectores, una vez más vuelvo al ruedo, esta vez para tocar un tema muy de moda, sin embargo, no lo haré desde una perspectiva estrecha, de si tal o cual expropiación de alguna empresa está bien o mal. Trataré de ir un poco más profundo, intentando razonar si las expropiaciones son en sí un instrumento para construir el socialismo y que tipo particular de socialismo.

Una respuesta afirmativa o negativa a la pregunta que sirve de título a este artículo dependerá de lo que uno entienda por socialismo, lo cual parece fácil, pero no lo es en absoluto. Es un hecho, que el socialismo tiene muchas caras, han existido y siguen existiendo muchas corrientes de pensamiento socialista a lo largo de la historia, desde los socialistas utópicos hasta los anarquistas, pasando por los socialdemócratas, los marxistas, los maoístas, los leninistas, los guevaristas, y hasta he visto que alguien ha escrito un libro titulado “El socialismo Cuántico”. Como se puede observar, declararse socialista no ha sido nunca suficiente, siempre ha sido necesario adherir a una corriente y hasta una modalidad dentro de la misma. Cabe destacar que este amplio espectro de pensamiento, no se da de la misma forma, en el lado de aquellos que se manifiestan partidarios del capitalismo. Una pregunta válida sería ¿Por qué el capitalismo tiene prácticamente una visión ideológica única y el socialismo no? La respuesta la podemos encontrar quizás, en el hecho de que el capitalismo nació de una forma casi natural (pero no confundir con exenta de contradicciones y sangre), podríamos decir que por el desarrollo de las fuerzas productivas se fueron moldeando unas relaciones de producción cónsonas. Los ideólogos del capitalismo estudiaron un fenómeno que ya estaba instaurado en la práctica. No existió, por decir así, una ideología capitalista previa a la instauración de un modelo económico capitalista real, no se vieron marchas de partidarios del capitalismo con pancartas a favor de la instauración de este modelo económico. Muy diferente fue la historia del socialismo, el socialismo antes de convertirse en un modelo económico real en funcionamiento, tuvo una ideología que a partir del siglo XIX luchó combativamente por su instauración. La lucha política previa a la instauración del socialismo en la Unión Soviética incluso llevó a darle un mentís a Marx, quien preveía que esta lucha sólo daría frutos en las naciones de mayor desarrollo capitalista, Inglaterra y Alemania. Por lo tanto, en el debate ideológico previo a la instauración del modelo económico soviético, se dieron divergencias en el movimiento socialista, de ahí que algunos como los social demócratas (algunos los llaman revisionistas o reformistas) propugnaron la lucha por la justicia social dentro de un esquema democrático y de reivindicaciones de los trabajadores que les permitiera mejorar sus niveles de vida.

Volviendo al tema central, la expropiación de los medios de producción privados y su traspaso al Estado, como un método propio del socialismo, está atado a la concepción marxista del mismo y la teoría de la plusvalía como su eje central. Si en el capitalismo, la propiedad privada de los medios de producción posibilita la apropiación de la plusvalía generada por los trabajadores, y esta es la característica fundamental del capitalismo (lo cual pongo en duda en un artículo muy leído que publiqué, casi 12 mil lectores - http://www.aporrea.org/ideologia/a32595.html), es lógico concluir que el socialismo como modo de producción opuesto al capitalismo deberá expropiar a los expropiadores capitalistas. Ahora, el único poder que puede expropiar la propiedad privada de los medios de producción, no es otro que el Estado, de esta manera, se vincula también el concepto de socialismo con el concepto de Estado. En este sentido el socialismo real del siglo XX, hizo de la expropiación total de los medios de producción privados y su traspaso al Estado el eje de la economía socialista. En ningún momento, se planteó el traspaso del Estado a los trabajadores de la propiedad de los medios de producción expropiados. De esta manera, la plusvalía generada por el trabajo humano se transfirió a las arcas del Estado, y la dirección de las empresas estatizadas quedó en manos de una burocracia que se convirtió en una nueva clase privilegiada. Muchos defensores del socialismo marxista, señalan que lo que se dio en el socialismo real del siglo XX, fue una deformación de los principios socialistas, a mi modo de ver fue la consecuencia lógica de la aplicación en la práctica de la teoría de la plusvalía.

Siguiendo esta línea de pensamiento, debemos llegar a la conclusión que la instauración del socialismo sólo puede lograrse por la vía de la expropiación total de todos los medios de producción, aquí no pueden haber medias tintas, porque no será posible reivindicar a algunos trabajadores, mientras otros seguirán siendo expoliados por el capital privado. Por lo tanto, a mi modo de ver un esquema mixto traicionaría la esencia de esta línea de pensamiento.

Hasta ahora lo que he leído y escuchado en declaraciones, indica que la estrategia del modelo socialista venezolano apunta hacia la existencia de un modelo mixto, con preeminencia del sector productivo estatal. Con miras al logro de este objetivo, la herramienta a utilizar serían las expropiaciones de empresas y tierras.

En este orden de ideas y adentrándonos en un análisis económico, podemos especular acerca de la posibilidad de éxito de esta estrategia. En primer lugar, resulta difícil imaginar que el sector productivo que no sea nacionalizado pueda estar dispuesto a invertir y generar incrementos en la productividad y la producción si tiene la percepción que eventualmente también podría pasar al sector estatal. Por lo tanto, es posible pensar que se refuerce una situación de inflación crónica y escasez de productos, así como también, una insuficiente generación de empleos, a no ser que el Estado asuma este compromiso.

Algunos, se preguntarán si tengo alguna base concreta para señalar lo anterior. Pues resulta que sí la tengo, el fenómeno de las expropiaciones no es algo nuevo en América Latina, el ejemplo más relevante lo puso Cuba en la década de los 60, pero también se dio en el Chile de los 70, durante la presidencia de Salvador Allende. En Chile se habló de un proceso de creación de un área social de la economía que implicó la expropiación de algunas grandes empresas. También, se dio en ese gobierno, algo llamado el plan Vuskovic (por el nombre del ministro que lo concibió), en esencia, este plan apuntaba hacia el estímulo del consumo de las masas chilenas empobrecidas, se suponía que esto crearía una presión en la demanda que haría que se propiciara un crecimiento de la producción y la productividad (más que una iniciativa de corte socialista, este plan tenía una clara inspiración keynesiana). Sin embargo, como dice el dicho, el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones. Como sabe cualquier economista que se respete, una medida económica puede ser contrarrestada por situaciones no previstas o por falta de otras medidas económicas concurrentes. En este caso, las expropiaciones – y hay que señalar que el proceso se le fue de las manos al gobierno chileno, cuando los trabajadores de muchas empresas medianas y pequeñas, en forma anárquica y a motu propio, decidieron proceder a expropiar las empresas donde laboraban - hicieron que los sectores productivos chilenos opuestos a Allende, paralizaran toda inversión y limitaran la producción. Un poder adquisitivo del pueblo incrementado y por ende una mayor demanda de bienes y servicios se enfrentó con una oferta disminuida, lo que disparó la hiperinflación, la especulación (que no pudo ser controlada con procedimientos administrativos) y una escasez generalizada de bienes y servicios. Por lo tanto, hay antecedentes históricos, salvando por supuesto, las distancias en el tiempo y las peculiaridades de cada país, que nos obligan a una reflexión serena.

Siguiendo en la perspectiva económica, hay que hacer notar que las expropiaciones de empresas no conducen automáticamente a un incremento del Producto Interno Bruto, es decir, por sí solas no generan mayor riqueza, pues sólo se trata de un traspaso de una capacidad productiva existente, del sector privado al estatal, siempre y cuando las empresas expropiadas mantengan los niveles de producción y no lo disminuyan.

También, desde una óptica económica, las expropiaciones son una carga financiera adicional para el Estado por concepto de pagos de compensación, el volumen de dinero en juego es elevado, y cabe destacar, que ese monto pagado por compensaciones, implica que ese dinero no pueda ser usado, por ejemplo, en el gasto social. También, puede implicar un incremento del endeudamiento público, lo que a la larga significa que el país debe sacrificar mayores recursos para el servicio de la deuda y no en proyectos sociales o de infraestructura.

Desde una perspectiva social, las empresas nacionalizadas enfrentarán posiblemente (y creo que esto ya se ha presentado en Guayana y otros sitios) una presión de los trabajadores por reivindicaciones salariales y firma de convenios colectivos atrasados. El pago de estas reivindicaciones será otra carga financiera adicional para el Estado en el caso de que las quiera honrar, y si no lo hace, generará un malestar en los trabajadores de dichas empresas, que los puede llevar a acciones que repercutan negativamente en la productividad y los volúmenes de producción.

Desde una perspectiva política, el traspaso al Estado de empresas privadas pudiera no dar los dividendos políticos que se pudieran esperar, lo que podría ocurrir, si la población no puede vincular una mejoría de la economía en general, y de su situación económica en particular, a la política de estatización de empresas.

A modo de conclusión, creo que es importante debatir acerca del tema en cuestión, debido a que las expropiaciones son una política trascendente en la construcción del socialismo, sobre todo, para aquellos que están convencidos que no puede existir un verdadero socialismo sin que haya un proceso de traspaso de la propiedad privada de los medios de producción al sector social. En un próximo artículo, tocaré el tema de otras visiones de socialismo que no se basan en la expropiaciones de empresas del sector privado, en este sentido, podemos volver la vista hacia el Brasil de Lula, y también tocaré el tema de que una política de nacionalización requiere una cuidadosa planificación para evitar algunos de los problemas que he previsto en este artículo.

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Hernán Torres N.


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