Desde épocas ancestrales, los seres humanos han librado una batalla de autodestrucción entre unos y otros. Bajo la amenaza de subversión, belicismo y ataques violentos por doquier, pretenden crear escenarios en los que reine la desigualdad social, la injusticia moral y una ética cuestionable al servicio de la impunidad.
Aniquilar territorios para reivindicar el caos político, permitió profanar espacios geográficamente naturales, que por siglos han sido el epicentro de guerras, y la antitesis en la sagrada relación que debiera existir entre la población que los habita, y el medio que los alberga. El lado orgánico de ambos personajes, ha hecho que se protagonice una lucha de fuerza dispar en la madre Tierra.
Las iniciativas pro-ambientalistas que han intentado crear un lugar más pacífico y amigable para coexistir entre todos, siempre fueron, son, y peligrosamente serán desestimadas y silenciadas, por quienes necesitan ahogar el per se de sus culpas en indiferencia hacia problemas de envergadura global, y así acreditar más razones para no huir de ese efímero privilegio que muchos se niegan a preservar: la existencia.
Ambientalismo y Conservación Natural
En la actualidad, se establece la Ecología, como una ciencia que busca relacionar y estudiar la manera en que los seres humanos, interactúan con el medio ambiente en el que habitan, tomando en cuenta factores bióticos, como los organismos vivos que nos rodean, sea la flora (plantas, especies vegetales) y la fauna (vida silvestre de animales, mascotas).
La integración, distribución y el comportamiento de estas formas vivas que yacen bajo el entorno natural, requieren de factores abióticos, que determinen el espacio físico en el cual puedan habitar, subsistir y reproducirse, refriéndonos al agua, como liquido vital para la creación de vida; los suelos, que generan la posibilidad de absorber nutrientes en la superficie, la temperatura, y demás condiciones atmosféricas que sean capaces de intervenir activamente en el proceso.
Ambos factores descritos, dependen del ecosistema (sistema natural de orden complejo que alberga a los organismos vivos) y sus características específicas, para mantener o modificar sus condiciones de vida, que con frecuencia, están prestos a variar directa o indirectamente.
Por tal motivo, el respeto a la "biodiversidad", que vincula a la alta gama de seres que conforman la Tierra, bajo patrones naturales y genéticos propios, es quizás el aspecto fundamental a considerar y entender por el Hombre, visto como raza humana capaz de generar cambios leves o drásticos para bien o mal dentro de los ecosistemas.
¿Eco suicidas por naturaleza?
Hoy en día, existen parámetros legales y acuerdos internacionales, para que la tolerancia y el resguardo que concierne a todos esos temas ecológicos, ambientales y conservacionistas, se mantengan vigentes y a Vox populi, en el seno de las sociedades modernas.
La realidad, es que: la gente, las autoridades públicas y los entes responsables en castigar posibles abusos o irrespetos siempre latentes a escala global, muchas veces hacen caso omiso de tales aberraciones, por: sesgos de ignorancia, temor al saber, mera culpa, o simplemente, porque en el pasado nunca les importó, en el presente no les interesa, y una fatal mirada en el horizonte aún por revelar.
La ausencia de conciencia social en los individuos, es provista por la falta de compromiso en reflexionar sobre temas ecológicos, que aunque no parezcan, representan la puerta de enlace, entre la cotidianidad de los seres humanos y la posibilidad de ejercer sus actividades dentro del propio entorno, sea de orden: político, agrícola, cultural, económico, deportivo o afines.
Esa afirmación involucra a todos, sin excepciones, ni siquiera a esos socios preferenciales que necesitan sacar provecho en menoscabo de otros. Parece más importante, pagar una hipoteca, conseguir un empleo, graduar al hijo de bachiller, hacer el mercado semanal o criticar la vivienda del vecino. El problema radica en creer, que el orden de los factores no altera el producto, y que la mesa estará bien servida siempre que nosotros así lo queramos.
Una lista de prioridades en el firmamento, no debería soslayar daños irreparables en nuestro ecosistema, como por ejemplo: dejar abierta la llave del grifo (agua que se desperdicia), no apagar las luces de la casa o la oficina (energía no renovables), lanzar botellas, bolsas de plástico, y alimentos en áreas verdes o a cielo abierto, son apenas el motivo, que genera razones para intentar minimizar las hostiles consecuencias que la Tierra, pudiera no recordar en un futuro inmediato.
En ese sentido, reciclar surge como una alternativa eficaz, práctica y organizada, para llevar un material parcial o totalmente residual, a un proceso químico o mecánico que lo convierta en materia prima o en un nuevo producto. De allí, que su posterior reutilización es también una opción viable para abaratar y ahorrar costos en términos económicos, y así reducir la cantidad de basura que pueda contaminar el medio ambiente. Es tarea obligatoria de las personas: ubicar, emplear y fomentar labores de reciclaje.
Las empresas y trasnacionales con presencia a nivel internacional, llevan sus productos y servicios hasta los más altos índices de toxicidad, destrucción ambiental y canibalismo corporativo, siempre en busca de satisfacer a sus clientes, quienes esperan con ansías, aprovechar los recursos naturales previamente cercenados, moldeados y publicitados a imagen y semejanza del dinero, para así lucir como los únicos bastardos que ha engendrado la naturaleza.
No les interesa revelar, que en la actualidad menos del 5% del agua que componen: océanos, mares, lagos y cuencas hidrográficas a escala global, son en términos químicos: potable. Tampoco aceptan que muchos de los residuos, desechos y basura en general de empresas de consumo o de laboratorios, son echados en dichas porciones de H20. O que las emisiones de ciertos gases al fabricar artículos afectan el ambiente. Nada de lo aquí mencionado es juicio de valor, son las implicaciones que conllevan, el punto de inflexión en aspectos de la vida diaria.
El llamado "Cambio Climático", no es más que un término cliché, simplificado hasta su máxima expresión, por quienes realmente entienden los efectos nocivos que un mal uso de los recursos naturales, puede llegar a afectar al planeta Tierra. No sólo los científicos y pro-ambientalistas, sino ciudadanos con sentido común, coadyuvan día a día a que la gente actúe de forma activa en propiciar logros positivos que nos alejen de ese indeseable flagelo, en la toma de decisiones e intrínsicamente, en el modo de vida.
Otras aristas que explican el problema, se relacionan con el desarrollo sustentable, asociado al Informe Brundtland (1987), que hoy se vincula a la necesidad que tienen los países en crear propuestas y poner en marcha planes que eviten el deterioro del medio ambiente. Crear proyectos mancomunados entre naciones, para trabajar en labores de rescate de zonas geográficas que padecen del voraz proceso industrial, que lleva consigo la consigna de expropiar espacios naturales por el lucro.
Un aspecto que se intenta erradicar: el Efecto Invernadero, que es el resultado de la retención de gases en la atmósfera, asociado a la fuerza de gravedad de la Tierra, y al calentamiento global, que las empresas crean al quemar ciertos combustibles fósiles y producir químicos que se acumulan en forma de gases invernaderos, como: el dióxido de carbono CO2, H2O y el metano CH4.
Se observa con preocupación, como Cumbres y reuniones de Alto Nivel, promovidas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en distintas ciudades y países, no terminan de generar cambios concretos para erradicar estas problemáticas. Surgen como astucias diplomáticas al servicio de intereses capitalistas, que sólo buscan favorecer a quienes llevan con honoris causa, una carrera destructiva a lo largo de este mundo.
Pese a ello, el tratado de Kioto, es visto como un plan de índole internacional, que busca reducir precisamente los mencionados gases que destruyen el medio ambiente. Fue reconocido en Japón, para el 16 de febrero de 2005. La iniciativa forma parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que se suscribió en 1.992.
El instrumento pro-ambiental fue puesto en marcha con la aceptación de muchos países, salvo por aquella nación, que como ya muchos saben, es pionera en ataques subversivos, intromisiones políticas y chantajes a escala global.
El gobierno estadounidense, se niega a participar en muchas de las iniciativas ecológicas que se crean. Sus propios legisladores le dan la espalda, por ejemplo, a crear una ley que ayude a minimizar el cambio climático, aunque la Cámara de Representantes no se opuso a su inclusión, los representantes del Senado, se negaron a llevarla al debate congresista. Y aunque al final, por presión política de otras naciones, terminen acordando algún proyecto disuasivo, simplemente, ya la comunidad internacional sabe de la despiadada y aberrante ética de aquel anárquico parlamento.
El Acuerdo de Copenhague, que busca suplantar a Kioto en 2013, fue asumido por EE.UU. en 2009, como carta de presentación, para seudo-erradicar problemas en el medio ambiente. Hasta la fecha, ya se conocen los vicios y manipulaciones que dicho país, se ha encargado de ocultar en la opinión pública, en relación a sus responsabilidades en el incremento del cambio climático, y a la ausencia de propuestas concretas para minimizarlo.
No importa quien lo revele, por cual motivo, ni en que argumentes se sustente, lamentablemente la nación americana, casi siempre se niega a formar parte de organizaciones que monitorean y castigan a las empresas que no reducen las emisiones de gases tóxicos a la atmósfera. Y los sumisos aliados que cuentan con la ayuda de EE.UU., tampoco atacan y cuestionan la manera de obrar de su infame y disociado colaborador.
La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), ha criticado activamente estas irregularidades, como por ejemplo, en la Cumbre de Copenhague o más recientemente en Cancún. Se viene buscando contribuir a la desigualdad social, aprovechando los recursos naturales de otros países, los explotan y lo rentabilizan en usufructo para ellos mismos, soslayando el desarrollo sustentable entre cado uno de los países, sin considerar los derechos humanos y cercenando las leyes de cada país.
A su vez, la nación asiática China, que ha falta de parámetros legales concretos para solventar problemas en el medio ambiente, decidió crear tras la discusión en su Asamblea Nacional, una ley que regule la emisión de gases de invernadero en la atmósfera. China es uno de los principales emisores dióxido de carbono (principal gas causante del calentamiento global). Aunque se pone en duda, si podrá llegar a minimizar de forma drástica estos problemas, es una alternativa real y que se pone en marcha para atacar la situación.
En Venezuela, se vienen llevando a cabo campañas en preservo de los ecosistemas e intentar la búsqueda de conciencia social en la población. Creando brigadas ambientalistas, que junto al pueblo, participan de manera activa y llevan el mensaje "verde" a la gente. Se han inaugurado colegios que priorizan el reciclaje y la cultura ecológica entre los alumnos. Además, la Asamblea Nacional, crea proyectos y aprueba leyes para proteger los recursos naturales (evitar la minería ilegal), la flora, fauna silvestre (patrimonios naturales) y afines.
La nación venezolana, es pionera a nivel internacional, en enfatizar los temas ecológicos dentro de un proyecto sustentable de vida, que se asocie con temas financieros, de infraestructura, de recreación, salud y educación. En la actualidad, se habla del "Mundo pluripolar", que integra a los países que fomentan los principios de cooperación y solidaridad entre las regiones geográficas. En ese nuevo orden de base ideológica, también se halla: Rusia, Siria, Argentina y China.
El Estado, realiza de manera activa campañas pro-ambientalistas en la sociedad, empleando de manera adecuada los medios de comunicación (impresos, radioeléctricos o telemáticos), para informar con un sentido humanitario y responsable, a diferencia de los sistemas de medios privados, que no sólo distorsionan el eje informativo de los hechos, sino que soslayan la acción social y el servicio público que obligatoriamente deberían ofrecer a las comunidades.
Reforestar el pensamiento
Llega entonces el turno de la doctrina ecosocialista, que surgió a finales del siglo XX, y que se observa como un modelo político integrador, en asociar distintos ámbitos de la vida cotidiana, dentro de un marco de respeto a la naturaleza, sus recursos y la manera en que se aprovechan con fines pacíficos y de funcionamiento endógeno en beneficio de los ciudadanos, quienes participan activamente en el proceso de su construcción ideológica.
En la praxis ecosocialista, se busca replantear la manera de ejercer la política, con un enfoque democratizado en la necesidad de crear y poner en marcha proyectos que devengan en un idóneo uso de las potencialidades de cada nación. Con el interés de emplear estrategias mancomunadas, prontas a establecer un desarrollo sustentable. En este punto, la gente incide como agentes de cambio, capaces de intervenir en la creación de ese modo de vida, sea para adaptarlo o reorientarlo.
Los hechos punibles que irrumpen en las sociedades modernas, tienden a ser esgrimidos por actos de corrupción. La inequidad en el seno de los estratos sociales, propicia el delito, el crimen organizado y la ausencia de valores éticos. El modelo ecosocialista, intenta minimizar esas problemáticas que inciden gradualmente, atacando el medio, visto como lugar de interacción entre los individuos, su entorno y la posibilidad de redimensionarlo para un desarrollo sustentable.
Por ejemplo, el país latinoamericano Bolivia, teorizó para el año 2009 en su Constitución Nacional, una Ecología Política y de reivindicaciones sociales, que impulsa proyectos de usufructo nacional. Lo relevante, es que no sólo aparta estos temas a un plano ambientalista o cultural, sino que los incluye dentro de los procesos socio-económicos que gesta el país. A esta aceptación ecosocialista, en términos de ley, se anexan otros países como: Ecuador, Venezuela y Argentina, que manifiestan públicamente el interés en generar cambios agradables para el planeta Tierra.
Otro punto a resaltar, es el uso de energías renovables por parte de los senderos ecosocialistas, tal es el caso de la eólica, generada por efectos de las corrientes de aire, y que puede ser modificada para actividades humanas. Es un recurso limpio que ayuda a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, y de emplearse de manera sistematizada, coadyuvaría a mejorar las relaciones entre el Hombre y el medio.
La energía solar, también se puede aprovechar para no depender de la toma eléctrica, lo cual reduciría gastos financieros, siendo en la actualidad una alternativa ecológica que se continúa adaptando a escala global. El empleo de células fotovoltaicas, que actúan junto a paneles solares, que se encargan de transformarla, y por ejemplo: hacer al agua potable, evaporar o destilar líquidos, en estufas y se siguen creando proyectos para su utilidad.
Tenemos otras energías renovables, sean por facultades naturales o por su capacidad de regenerarse: la geotérmica, que aprovecha el calor del interior de la Tierra, originan menor riesgo ambiental que el carbón, además de sus bajos costos para establecer los terrenos de las plantas. La hidráulica, que aprovecha energías cinética y potencial de la corriente del agua, saltos de agua o mareas, presentan costos de operación bajos, no queman combustibles fósiles, por lo que es limpia.
Incluso, la energía nuclear si se usa de manera pacifica y responsable, es una alternativa a tener en cuenta, pues presenta bajos índices en la emisión de gas invernadero, y permite realizar investigaciones químicas o de biotecnología, que pueden ayudar a los seres humanos, y crear proyectos geopolíticos para su puesta en marcha. El factor "desecho nuclear", es el riesgo ecológico latente al hablar de esta energía, por lo que su fisión es objeto de debates a escala global.
Por otro lado, el Ecosocialismo busca que los seres humanos tengan acceso a los medios de comunicación, y que sean capaces de interactuar con las herramientas informáticas en un proceso de aperturar el conocimiento a la ciudadanía en general. En Venezuela, el llamado "Proyecto Canaima", es una iniciativa que alberga organismos públicos del sector educacional y ambiente, para que los niños y jóvenes, puedan explorar la esfera virtual en las aulas de clase, y que junto a la supervisión de los docentes, trabajen en el Pc, utilicen los programas y conozcan el hardware de los equipos.
Esa misma iniciativa, busca replantear el interés de los infantes en temas ambientales y de conservación de los ecosistemas, por eso hasta la fecha, se han venido incluyendo contenidos relacionados a: la necesidad de: ahorrar el agua, respeto a la diversidad biológica, y cuidar los parques. El "Proyecto Canaima", es parte de un acuerdo bilateral entre el gobierno venezolano con la República de Portugal.
A su vez, los padres y representantes, así como la población en general, pueden tener mayores posibilidades de entrar en la "Sociedad de la Información", esto gracias a la construcción de aldeas virtuales en varias regiones de Venezuela, que buscan generar una soberanía tecnológica no dependiente de la empresa privada. Se puede nombrar, el Sistema de Biblioteca Virtual, las Aldeas Universitarias, y los Infocentros, que ayudan sobre todo a las comunidades más rurales del país.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, (1.999), decreto 825, artículo 1, señala que: "Se Declara el acceso y el uso de Internet como política prioritaria para el desarrollo cultural, económico, social y político de la República Bolivariana de Venezuela". Mientras que en el decreto 3390 (Gaceta oficial #38095), se expresa: "La Administración Pública Nacional empleará prioritariamente Software Libre desarrollado con Estándares Abiertos, en sus sistemas, proyectos y servicios informáticos".
La llamada "Liberación tecnológica", se enfoca en las consideraciones anteriormente expresas, para crear políticas públicas que realmente puedan crear un modelo de país sostenible, que minimice la dependencia no sólo en el sector informático, sino en la manera que la gente poco a poco reorienta su estilo de vida, hacia un proceso político que dignifique y reafiance la ética social.
Eso no quiere decir, que los países que integran el discurso ecosocialista como régimen político, deban aislarse de las relaciones internacionales y diplomáticas que cada nación, ha de asumir y preservar con otros territorios. Lo que sí se exige, es un alto nivel de respeto, que enfatice la ayuda humanitaria, sin "segundas intenciones" ni "ajuste de cuentas", que genere cambios positivos y de bienestar social para la gente. Para que luego, no sea un "Wikileaks", el que filtre y revele a la opinión pública, lo que otros inicuos gobiernos, intentan silenciar y ocultar a la ciudadanía.
Es fundamental para el Ecosocialismo, fomentar un entorno más agradable entre los seres humanos y el medio ambiente. Con el deber de señalar y castigar a quienes intenten desequilibrar y alterar negativamente el proceso socio-cultural de una nación. La palabra, es la retórica de quienes intentamos crear algo de conciencia ecológica en los demás. Una lucha diaria por una alternativa ideológica que no excluye a nadie.
Tal
parece, que si queremos preservar lo "verde", en asociación
con la naturaleza, y no con promesas de anarquía, habrá que entender
los cambios drásticos que se vienen agudizando en el planeta Tierra,
y el comprometerse a respetarla, termina siendo el eje principal en
las relaciones: interpersonales, laborales y sobre todo: eco sociales.