Memorandum de alerta al pueblo venezolano

Venezuela post 7-O: ¿cuál escenario ocurrió? ¿Hay seis millones de oligarcas?

“Sólo usted me dijo la verdad pura y limpia, sin la más pequeña mezcla de lisonja. Los demás estaban deslumbrados con los rayos de mi fortuna.”

Simón Bolívar a Fernando Peñalver

(http://www.rebelion.org/docs/155457.pdf; 3 de septiembre de 2012): “Podemos equivocarnos, pero no compartimos la tesis triunfalista que indica que la brecha será de 4 millones de votos (1), más bien creemos que la brecha se define entre 4 % y 12 % de ventaja. Para explicitar los parámetros, nos manejamos comparando encuestas disponibles con tendencias histórico electorales con un piso no menor a aproximadamente 4 % de ventaja favorable a Chávez y con un techo no superior a 12 % de ventaja”.

(http://www.rebelion.org/docs/150733.pdf; 4 de junio de 2012): “Este segundo escenario esta construido con base al promedio de los resultados obtenidos por el la revolución bolivariana y la oposición en los años 2004, 2006, 2007, 2009 y 2010. La opción de Chávez conquistaría la victoria con una brecha de 9,33 %, ganando en 20 Estados del país. Su probabilidad de ocurrencia es más alta que el anterior, acercándose a escenarios realistas si la campaña de Chávez resulta eficaz en sus objetivos políticos. Este escenario implicaría que Chávez ha recuperado una cantidad suficiente de votos perdidos en las elecciones del año 2010 y en el referendo sobre la reforma constitucional del 2007. Es un escenario que permite marcar una meta realista de piso (la menor brecha para neutralizar escenarios de desestabilización política por fuerzas de la derecha nacional e internacional)”.

(http://www.rebelion.org/docs/144907.pdf; 19 de febrero de 2012): “Tenemos que el escenario de techo o más favorable a Chávez sería: Chávez 55,72%, contra-Chávez 44,10%, y el escenario más desfavorable sería: Chávez 48,10%, contra-Chávez 49,36%. (…) Chávez requiere obtener una votación de 8.000.000 de votos para garantizar una brecha cercana al 10% en un escenario de baja abstención.”

(http://www.rebelion.org/docs/150733.pdf; 4 de junio de 2012): “Su modo de existencia como partido-maquinaria sigue repitiendo las inercias de la vieja cultura del aparato de izquierda, etiquetar despectivamente a todas aquellas individualidades, corrientes y movimientos que no se conforman a una línea de pensamiento y acción inflexible y sin matices como si fuesen pro-oligárquicos, contra-revolucionarios o pitiyanquis. Obviamente, a una estructura ideológica de tal naturaleza, le cuesta trabajo aceptar que existen los llamados “no alineados”, que se puede y debe trabajar políticamente para incluir sus demandas y aspiraciones, para que en este mismo proceso se logre democratizar el horizonte ideológico de la revolución bolivariana; es decir, construir con quienes se plantean alianzas, la identificación de los “puntos nodales” del proceso de articulación política para una re-polarización mayoritaria, pues no hay 4 millones y medio de oligarcas (Fidel Castro dixit). Si no se construyen mayorías políticas, ¿Cómo se pretende avanzar en un Socialismo comprendido como revolución democrática constituyente, como democracia socialista, protagónica y participativa?”.

I.- INTRODUCCIÓN:

Desde febrero del año 2012 hemos venido planteando insistentemente acerca de los desastrosos efectos del “triunfalismo” en las filas de la revolución bolivariana. Pero por otro lado, si algo contribuyó a la derrota de la oposición fue contagiarse con la ilusión del triunfalismo, confiando en encuestas con sesgos funcionales al “autoengaño de su propia campaña de derecha”. Esto es problema del campo opositor. A nosotros nos compete transformar esta debilidad en oportunidad para las fuerzas del campo bolivariano.

De manera que tratamos de alertar oportuna y con cierto rigor analítico (19 de febrero 2012) a la alta dirección del proceso bolivariano y al Comando Carabobo sobre los desastrosos usos de las encuestas triunfalistas (efecto de arrastre mayoritario) que daban una victoria bolivariana entre 20-30% de brecha sobre las fuerzas opositoras (uso desproporcionado de encuestas IVAD), o como declararon importantes voceros del Comando Carabobo cuando indicaban que la brecha sería de “4 millones de votos”.

Estos dos hechos deben retenerse en la memoria, para que no sean barridos bajo la alfombra de la “victoria perfecta”: a) ni los pronósticos de IVAD u otras encuestas triunfalistas fueron acertados o se cumplieron, b) la brecha no fue ni de 3 millones ni de 4 millones de votos.

El 2 de agosto de 2012 escribíamos lo siguiente (http://www.rebelion.org/docs/155457.pdf):

“Hay que poner a las encuestas en su lugar, sin subestimarlas ni sobre-estimarlas. Las encuestas no votan, votan venezolanos y venezolanas. Hay que ponerle seriedad a la campaña política, incluso a una desdibujada maquinaría electoral bolivariana. Hay que evitar sorpresas desagradables, aliñadas de servilitud y felicitadores de bajo vuelo argumentativo. La encrucijada a la que se enfrenta la revolución bolivariana, sin exageración alguna, es de extremo riesgo político.”

Disipados los escenarios de derrota y el extremo riesgo político de “Dos Presidentes-Un País”, es conveniente pasar a considerar el resto de los escenarios planteados:

Posibilidad de radicalización socialista;
Profundización de la hegemonía democrática;
Bloqueo de la revolución socialista/ apogeo del reformismo-desarrollismo).

Debemos tomar en consideración, ante los resultados oficiales del 7-O, aspectos de naturaleza político-estratégica y táctica-electoral de las nuevas situaciones que se avecinan para la revolución bolivariana, más allá incluso de restringir el análisis a los “imperativos realistas” de “unidad sin fisuras y movilización contundente” para los próximos encuentros electorales de gobernadores y alcaldías.

Identificados en los “análisis de escenarios” desde junio-2012 la posibilidad de una brecha máxima de 19,81 % favorable a Chávez y una brecha mínima desfavorable de -3,22 %, planteábamos que había una atípica zona de incertidumbre electoral, postulando tres escenarios menos optimistas en contraste con las ilusiones triunfalistas de los 4 millones votos de ventaja: Brecha 1: ventaja favorable en 9,40-10% (ya prefigurado en febrero 2012), ventaja de 6,87 % y escenario desfavorable en -1,98 %.

Tal vez éramos “hipercríticos”, como decían algunos mensajeros del “chavismo oficialista”, y también mucho menos optimistas que los triunfalistas, pero tratábamos de pisar en un terreno firme para evaluar desde allí posibles escenarios de acción política, pues desde ahora el asunto ya no será meramente electoral (ni siquiera por la proximidad de las elecciones de gobernaciones y alcaldías) sino político-estratégico: ¿Podrá cruzar la barrera de la irreversibilidad la revolución bolivariana en el período 2013-1019?:

“Este es un programa que busca traspasar “la barrera del no retorno”. Para explicarlo con Antonio Gramsci, lo viejo debe terminar de morir definitivamente, para que el nacimiento de lo nuevo se manifieste en toda su plenitud. La coherencia de este Programa de Gobierno responde a una línea de fuerza del todo decisiva: nosotros estamos obligados a traspasar la barrera del no retorno, a hacer irreversible el tránsito hacia el socialismo. Ciertamente es difícil precisar cuándo despuntará tan grandioso horizonte, pero debemos desplegar esfuerzos sensibles y bien dirigidos, para decirlo con Bolívar, en función de su advenimiento.” (Propuesta del candidato de la Patria Comandante Hugo Chávez; p.3)

Cuando planteamos en junio de 2012 el escenario de “victoria contundente” con una brecha cercana a 20 %, consideramos que este escenario abría las posibilidades de una lógica política de RADICALIZACIÓN SOCIALISTA. En ese contexto de viabilidad político-electoral era posible plantearse las más ambiciosas tareas políticas de la revolución bolivariana a corto y mediano plazo.

En este primer escenario, la opción de Chávez conquistaría la victoria contundente con una brecha de 19,82 %, ganando en todos los estados del país. Este escenario estaba construido con base a los resultados electorales de los años 2004, 2006 y 2009.

Su probabilidad de ocurrencia era baja, desde nuestro punto de vista, dada la presencia de resultados electorales poco favorables al “triunfalismo” de los años 2007, 2009 y 2010; y llamaba la atención que era perfectamente coherente con los resultados de las llamadas “encuestas triunfalistas” y una línea de acción política que proyectaba la victoria por “10 millones de votos”.

Este escenario implicaría que Chávez había recuperado definitivamente los votos perdidos y adversos de las elecciones del año 2010 y del referendo sobre la Reforma Constitucional del 2007. Así mismo, podría especularse que su recuperación era debida a una poderosa identificación con su figura carismática que se encontraba luchando por una plena recuperación de su situación de salud y por el apoyo decisivo a las recientes políticas que han mejorado las condiciones distributivas para el pueblo venezolano (justicia social).

En este escenario la evaluación de gestión era ampliamente positiva y los principales problemas del país estarían resueltos o en vías claras de resolución. Este escenario de “victoria contundente y perfecta” no ocurrió de ninguna manera; es decir, que nos encontramos muy lejos de los resultados alcanzados en el año 2006, lo que no da espacio al reforzamiento o ampliación de las actitudes triunfalistas, sectarias o favorables a voluntarismos radicales, cuyos contenidos programáticos y estratégicos siguen sin romper con la gramática ideológica del Socialismo Burocrático del siglo XX.

Aunque con los resultados del 7-O hay que celebrar, sentir alegría y cantar a viva voz la victoria bolivariana (dada la extrema importancia y complejidad de las elecciones venezolanas en el contexto geopolítico internacional), no hay que olvidar el eje de reflexión crítica, de evaluación y mejoramiento continuo de lo alcanzado.

Lo que ocurrió realmente no fue una “victoria perfecta” sino una “victoria suficiente”, una “recuperación significativa del voto bolivariano” perdido en los años 2007 y 2010; así como una nueva oportunidad para corregir efectivamente y renovar el rumbo del proceso, oportunidad que no puede ser tirada por la borda bajo el pretexto de “actitudes triunfalistas”.

El peor riesgo interno del campo bolivariano es auto-engañarse y considerar una “victoria suficiente” como una “victoria contundente”, cuando lo que existe es sólo una recuperación del voto bolivariano que nos acerca gradualmente a las brechas alcanzadas en el referendo revocatorio del año 2004 (Chávez: 59 %; Oposición: 41 %; Brecha: 18 %).

De allí el delicado problema de avanzar en un proceso revolucionario en la senda de la recuperación, o retrotraer a un escenario cuya brecha sea menor del 10 %, pues allí se abre una zona de riesgo para la permanencia histórica de la revolución bolivariana.

La apreciación de las brechas, por cierto, no son exactamente iguales, si lo que pensamos es en “criterios de gobernabilidad democrática” ó en “criterios de revolución democrática y socialista”. De allí la importancia de considerar el mayor peligro de un proceso revolucionario que pretenda proyectar el horizonte anticapitalista: la OPCIÓN REFORMISTA-DESARROLLISTA.

De allí la importancia de considerar el tercer escenario planteado en junio 2012, fue aquel que denominamos como OPORTUNIDAD PARA EL REFORMISMO-DESARROLLISMO Y BLOQUEO DE LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA. En este escenario, Chávez ganaría con una ventaja aproximada de 6,80 % de los votos válidos, perdiendo quizás los siguientes estados del país: Nueva Esparta, Mérida, Táchira, Anzoátegui, Carabobo, Miranda y Zulia.

Si analizamos las brechas recuperadas en estos estados del país en el evento 7-O, tenemos un cuadro favorable distinto al escenario anterior con los siguientes resultados (2):

Brechas de Estados 7-O 2012

Estado


Chávez


Oposición


Brecha

Anzoátegui


51,39


47,84


3,55

Carabobo


54,26


45,12


9,14

Mérida


48,13


51,41


- 3,28

Miranda


49,84


49,64


0,20

Nueva Esp.


50,99


48,47


2,52

Táchira


43,11


56,41


- 13,30

Zulia


53,27


46,34


7,93

En estos estados muy disputados electoralmente, podemos analizar cuáles quedarían con menos de 5 % de brecha: Anzoátegui, Mérida, Miranda, Nueva Esparta y Táchira. Es decir, que allí deben analizarse con mucha eficacia política y calidad revolucionaria las candidaturas a las gobernaciones de la revolución bolivariana.

Adicionalmente, con menos de 5 % de brecha tenemos que cierra el grupo el Estado Lara (2.05 % de brecha a favor de Chávez). De manera que el comportamiento electoral de estos Estados contribuye a la viabilidad de un escenario “reformista-desarrollista” para la revolución bolivariana.

Este escenario con un estilo político “reformista-desarrollista” fue construido con base al promedio de escenarios de techo, de piso y de desgaste correspondiente a los eventos electorales de los años 2004, 2006, 2007, 2009 y 2010. Su probabilidad de ocurrencia, era mayor que un segundo escenario que denominamos PROFUNDIZACIÓN HEGEMÓNICA que se ajustó finalmente a los resultados del 7-O, aunque un análisis de la brecha en los estados Nueva Esparta, Táchira y Zulia era en ese momento contundente, lo que permitía concluir que los resultados no eran suficientemente favorables para crear condiciones de un cuarto escenario que llamamos: ESCENARIO-FRACTURA PAÍS, ya que tendría costos políticos muy altos para los actores de oposición, aunque era probable que surgiera una fuerte “matriz de fraude” en este ultimo caso.

Sin embargo, este escenario “reformista-desarrollista” tampoco permitiría profundizar la revolución bolivariana, y más bien se convertiría en el parámetro para una revolución interrumpida o truncada, lo cual favorecería a los sectores social-reformistas en el seno de la revolución, y a aquellos sectores de oposición que pretendieran “ganar estratégicamente aun perdiendo la batalla electoral”. A pesar que se obtuvo una brecha de 11 % favorable, sigue siendo baja para avanzar en una dirección y contenidos revolucionarios de manera contundente. No hay que subestimar la capacidad de bloqueo y maniobra de las fuerzas de oposición.

Ciertamente, a partir de estos escenarios (incluyendo un escenario de derrota poco probable), tratamos de afinar los cálculos de brechas regionales e introducir factores relacionados con la campaña electoral, tanto del campo bolivariano como del campo opositor.

La apuesta política era entonces:

Evitar la derrota bolivariana llamando a no caer en triunfalismos y asumir una movilización masiva,
evitar una brecha que aunque favorable, diera lugar a un plan de desconocimiento de resultados y de desestabilización política; y por último,
evitar el escenario de la victoria (im)-perfecta que consistía en “ganar-perdiendo”, dada una brecha insuficiente para avanzar en las tareas políticas de la revolución democrática, socialista, ecológica y descolonizadora.

Sin embargo, a pesar de que se cumplieron totalmente los objetivos a y b, no se logró completamente superar los riesgos del punto c; lo cual nos coloca en las tareas de construir una política de profundización democrática de la revolución bolivariana para alcanzar escenarios electorales semejantes al año 2006, en los cuales la brecha se acercó a un 29 % de ventaja electoral.

Los escenarios planteados fueron los siguientes:

ESCENARIOS 1: INCLUYE DESGASTE

Escenarios 2012


CHÁVEZ


OPO


VENTAJA

ESCENARIO A


59,1 %


39,3 %


19,8 %

ESCENARIO B


54,0 %


44,7 %


9,3 %

ESCENARIO C


52,7 %


45,9 %


6,8 %

ESCENARIO D


48,8 %


50,9 %


-2,9 %

ESCENARIO F


50,7 %


48, 4 %


2,4 %

De tal manera, que es preciso evitar tanto el voluntarismo radical de considerar que el 7-O se conquisto una “victoria contundente”, como recaer en la tentación de una opción reformista-desarrollista que cancelaría una ruta revolucionaria para el proceso bolivariano.

Si bien está cada vez más planteado el dilema reforma-revolución, las condiciones de viabilidad política no están dadas para una radicalización socialista a corto plazo, sino para una recuperación de la lógica de la profundización hegemónica democrática de la revolución bolivariana, tratando de contener la tentación reformista-desarrollista y fórmulas temerarias o erráticas de radicalización. Este es el “tri-lema” estratégicos de la revolución bolivariana: 1) radicalizar desde un programa socialista revolucionario sin contar con respaldo electoral suficiente; 2) girar hacia una clara dirección reformista-desarrollista basada en el capitalismo de estado, asegurando criterios de gobernabilidad; 3) profundizar la hegemonía democrática y popular, incorporando y recuperando actores, movimientos y sectores a las bases sociales de apoyo, capaces de viabilizar una “re-polarización mayoritaria” favorable a medidas de socialización del poder social: económico, político, jurídico, cultural, científico-tecnológico, militar e ideológico.

Los parámetros de los escenarios construidos en febrero 2012 y junio 2012 fueron los siguientes (http://saberescontrahegemonicos.blogspot.com/2012/09/semanas-35-41-hacia-el-7-0-zona-de.html):

a) Escenarios favorables:

Brecha “victoria contundente”: mín. 12% - máx. 19,81 % favorable a Chávez = radicalización.
Brecha “victoria suficiente”: mín. 6,87 % - máx. 12 % favorable a Chávez = profundización democrática.

b) Escenarios críticos y poco favorables:

Brecha “victoria en zona de riesgo” mín. 3,36 % - máx. 6,87 % favorable a Chávez = reformismo-desarrollismo.
Brecha “victoria en zona de no reconocimiento electoral por parte de la oposición”: mín. 0,1% - máx. 3,36% favorable a Chávez = desconocimiento de resultados electorales.

c) Escenarios desfavorables y de derrota (triunfo de la derecha):

Brecha “derrota mínima” entre -0,1 % a -3,22 % desfavorable a Chávez
Brecha “derrota consolidada” igual o mayor a -3,22 % desfavorable a Chávez

Los resultados del CNE nos dicen que la revolución bolivariana ha alcanzado una “victoria suficiente”, que logró sortear con éxito la “zona de riesgo”, neutralizando los peores escenarios de desconocimiento y desestabilización que podrían haberse activado en el país. Por tanto, hay que ser moderadamente optimistas con relación a los resultados obtenidos el 7-O.

II.- EL DEBATE QUE SE ABRE ES POLÍTICO-ESTRATÉGICO, NO ES SIMPLEMENTE ELECTORAL:

Entiéndase bien: el debate que se abre a partir de ahora es político-estratégico, lo cual impulsa necesariamente a poner sobre la mesa un cuestionamiento radical de la lógica política dominante en la alta dirección del campo bolivariano: sectarismo, triunfalismo, burocratismo, arrogancia, corruptelas, doctrinarismo y caudillismo; para con humildad recomponer y renovar favorablemente una plataforma unitaria de movimientos, fuerzas y partidos en un “frente amplio democrático y socialista” que prefigure efectivamente una conducción colectiva, deliberante, crítica y participativa del proceso revolucionario bolivariano, que acompañe y apoye críticamente una nueva etapa de liderazgo de Chávez, signada por un hecho cuantitativo incontrovertible: Chávez ha obtenido el menor respaldo popular de la historia 1998-2012, por debajo del promedio histórico de su candidatura en eventos similares: 1998, 2000, 2004 y 2006, cuya brecha en promedio fue de aproximadamente 20,75%; mientras un balance del promedio de brecha de elecciones presidenciales, parlamentarias y referendos da una promedio de aproximadamente 13,3% de brecha.

En palabras llanas, el respaldo electoral a Chávez está muy por debajo de su promedio histórico (20,75 %) y todavía por debajo del promedio histórico de elecciones presidenciales, parlamentarias y referendos con alto impacto para el Proyecto Nacional (13,3 %). Este dato hay que procesarlo con rigor crítico y analítico, pues si hay desgaste acumulado, es preciso conquistar desde ahora brechas nacionales superiores a 13,3 % para corregir y recuperar el rumbo electoral. Si no fuese así, la opción reformista-desarrollista estaría a la orden del día, así como aquellas voces tristes que hablan de hacer énfasis en la gobernabilidad y la “institucionalización de la revolución”.

El primer boletín del CNE, ha permitido disipar junto a la actuación del Plan República los planes de desestabilización inmediatamente posteriores al 7-O, y otorga una brecha de aproximadamente de 11 %, igualmente por debajo de ambos promedios mencionados anteriormente. ¿Qué significa esto?

Que aún disminuyendo de manera inédita la abstención (aproximadamente 19 %), el Presidente Chávez ha disminuido su respaldo popular con relación a su promedio histórico, mientras la oposición mantiene un crecimiento gradual de sus fuerzas electorales.

Desde el año 2006 al año 2012 el REP creció en 2.982.831 electores. El crecimiento electoral de Chávez fue de aproximadamente (con 97 % de actas escrutadas) 752.976 votos, mientras el crecimiento del voto opositor fue de 2.175.984 para ese mismo período. Eso significa que Chávez sube por las escaleras, mientras la oposición está subiendo por el ascensor. Esta tendencia a largo plazo conduciría a una derrota asegurada a futuro.

¿Podemos cantar ampliamente “victoria contundente”? Sería un nuevo error político-estratégico hacerlo. No hay victoria contundente, pues a lo sumo nos encontramos en la frontera entre una “victoria contundente” y una “victoria suficiente”, lo cual requiere (insisto) un replanteamiento radical de la noción de hegemonía democrática (en sentido estricto de una lógica de articulación política de demandas populares y democráticas) para el campo de la revolución bolivariana. Renovar, corregir, reimpulsar, incluir a demandas-aspiraciones populares y asimilar la critica-malestar de sectores descontentos son tareas para recuperar las brechas perdidas. No es tiempo para conformismos.

Es preciso desarticular políticamente (a partir de un proceso de inclusión y profundización democrática) la base social de apoyo opositora, incluyendo activamente demandas y aspiraciones de los sectores populares que se inclinaron hacia el mensaje de “triangulación moderada” de la candidatura de la derecha. El peor error de un proyecto de izquierda es entregarle demandas y aspiraciones populares a una candidatura de derecha, que las enmarca en su proyecto ideológico de profundización y modernización capitalista.

La recuperación del “voto blando” en los sectores populares, la corrección del rumbo burocrático de la gestión política, la necesidad de superar cualquier actitud arrogante o sectaria, la proyección de un renovado mensaje socialista democrático son aspectos de las nuevas tareas políticas, junto al castigo ejemplar de la corrupción así como una combinación satisfactoria entre efectividad y la democratización de las decisiones políticas fundamentales.

Quienes estuvimos viviendo de cerca los escrutinios y totalizaciones sabemos que hubo momentos optimistas, momentos de incertidumbre, momentos riesgosos y momentos pesimistas para las fuerzas bolivarianas. Y fue así por la incertidumbre de las brechas conquistadas hasta este momento.

De manera que anunciados los resultados por el CNE, cabe celebrar una victoria importante (pero no contundente) para el pueblo bolivariano y para las fuerzas de izquierda en Nuestra América, que no nuble la reflexión crítica, que asuma con realismo la nueva situación política y que sepa administrar la victoria para fines de un necesario proceso de recomposición política y acumulación de fuerzas signado por tres enunciados claves:

corrección urgente de errores de gestión y dirección política,
profundización democrática;
transición hacia un “nuevo socialismo incluyente, pluralista e insistimos: radicalmente democrático”.

III.- LOS RESULTADOS DEL CNE:

El ultimo boletín publicado del CNE (3) nos informa lo siguiente: a) la participación electoral parece haber roto un record en disminución de abstención (19,28 %); b) Con 97,65 % de electores escrutados: “El candidato presidencial Hugo Chávez Frías obtuvo 8.062.056 votos (55,14 %), y el candidato Henrique Capriles Radonski obtuvo 6.468.450 votos (44,24 %) de los votos escrutados.”. La brecha favorable a Chávez es hasta ahora de 1.593.606 votos, con una brecha relativa de 10,7 %.

Entre los efectos inmediatos de semejantes resultados, el CNE ya había afirmado positivamente que: “Hemos culminado una página brillante dentro de la democracia venezolana. Una vez más hemos tenido un proceso electoral tranquilo, sin sobresaltos, con la alegría de este pueblo que decidió salir a votar masivamente el día de hoy”. Asimismo, EL CNE invitó a los ganadores y las ganadoras a compartir su alegría y a festejar pacíficamente como el pueblo venezolano lo merece.

De esta manera, el CNE se fortalece institucionalmente al dirigirse a los contendores que no obtuvieron el triunfo “siéntanse vencedores. Participar en un proceso electoral como éste, en democracia, es ya una victoria”.”

El árbitro electoral felicitó a todas las electoras y a todos los electores que salieron a votar, destacando “la extraordinaria labor de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, del Plan República, de los hombres y de las mujeres del Poder Electoral, hizo extensiva su felicitación a los operadores y coordinadores de centros de votación, a los miembros de mesa y a todas las personas que trabajaron incansablemente en el proceso electoral.”

Una verdadera “fiesta democrática” que dejó por fuera a quienes pretendían empañar el proceso con escenarios desestabilizadores, focos de violencia y “profecías de muerte”, tal como nos las dibujo desde el exterior del país, un vocero de la oposición como Yon Goicochea (4), cuya opinión previa al acto electoral reproduciremos en su totalidad como un texto sintomático de las ilusiones desestabilizadoras de cierta oposición de derecha radical:

“Chávez tiene pueblo y Capriles tiene más pueblo. Los efectos políticos de la elección del 7 de octubre no estarán determinados por el hecho, hoy conocido, de que Henrique ganará esta contienda. Lo que habrá esa noche será una decisión militar que, de ser equivocada, generará una masacre. La oposición saldrá a la calle si la atropellan, pero ese no será el fin sino el comienzo de la jornada. Si el CNE comete fraude, lo que vendrá será horrendo. En minutos, las calles del centro de Caracas se llenarán de gente celebrando el triunfo de Chávez. Del otro lado de la ciudad, Capriles dará una rueda de prensa y convocará a los venezolanos a la calle. En cuestión de horas, habrá dos masas humanas contrapuestas y radicalizadas, en cada ciudad de Venezuela. El 7 de octubre será un reto para la FAN, porque la seguridad estará seriamente comprometida. Para Chávez el asunto es complejo. Matar a la oposición no le garantiza el triunfo y supone deslegitimar la elección. Además, esa es siempre una orden peligrosa porque presiona a la FAN al límite del desconocimiento. Le queda, entonces, recurrir a la misma estrategia que tanto le ha servido en momentos críticos (¿se acuerdan del paro?), desgastarnos por cansancio. Sabe Dios cuantos días, semanas o meses pasará la gente en la calle. Los procesos pacíficos de liberación de Europa del Este pueden ser más ilustrativos que los del Medio Oriente, porque nosotros no estamos armados. Si yo fuese usted, Rectora Lucena, me lo pensaría dos veces. Es muy fácil que al chavismo se les salgan de control sus grupos armados, lo que generaría un caos que acabaría para siempre con el PSUV. No tienen ninguna garantía de sus paramilitares no comentan tonterías, porque ustedes se encargaron de que la FAN no mantuviese el monopolio de las armas. Los generales rojos tienen que decidir si masacrarnos y pasar el resto de sus vidas en prisión o reconocer y esperar a las próximas elecciones. Al fin y al cabo, el país no se acaba el 7 de octubre.”

No exageramos cuando señalamos en contraste lo siguiente: “La reunión del CEOFANB dejó en claro que la Fuerza Armada conoce su rol como garante y apoyo de las instituciones del Estado, y en especial, del CNE y el sistema electoral venezolano. No se repetirán los maquiavélicos planes del 11 de abril del año 2002 de enfrentar a “masas de maniobra” como “carne de cañón”. El liderazgo de Capriles Radonsky se pondrá a prueba en su responsabilidad y madurez para demostrar que merece ser un líder confiable que apuesta a la lealtad constitucional y a la paz democrática. Si Capriles convoca a los venezolanos a protestas de calle ante un escenario de su derrota, demostrará por qué en las recientes encuestas de DATANALISIS aparece como un líder que no proyecta confianza para casi un 60% de los llamados no alienados, y que no tiene capacidad de manejar con prudencia situaciones de alta tensión política. Hablemos en su lenguaje de mercadeo político: ningún actor social y político con experiencia democrática puede depositar sus activos en una marca que se maneja con fines de incertidumbre e inestabilidad política aguda, con llamados desesperados a desconocer las instituciones de un país. Las opiniones de Goicochea son la punta de un iceberg de desespero opositor. No basta llamar a “procesos pacíficos de liberación de Europa del Este pueden ser más ilustrativos que los del Medio Oriente, porque nosotros no estamos armados”. No basta intimidar o amenazar a la Rectora Lucena, con aquello de “me lo pensaría dos veces”. Los generales y comandantes de la FANB no son estúpidos para caer en un plan calculado de provocaciones y de incitaciones de grupúsculos violentos que quieren victimizarse bajo las banderas de la “resistencia civil”. Hay que saber esperar la oportunidad de las próximas elecciones, Yongo. Cuando aprendas que se gana con votos y no con atajos, podrás salir de la pesada estupidez humana que apuesta a la fuerza para imponer un resultado. Al fin y al cabo, el país aprende, madura y crece con cultura democrática, con tolerancia y civismo frente a la diferencia legítima en el marco constitucional desde el 7 de octubre. Todavía hay tiempo para aprender, a menos que le vendas tu alma al envejecido y piromaniaco demonio de la violencia.” (5)

IV.- MIRANDO LOS SESGOS:

Así mismo, cuando entrábamos a los apasionantes últimos metros de la recta final de la campaña en el país, convenía reconocer que había puntos ciegos, inclinaciones, acentos y auto-engaños en el clima electoral venezolano, sesgos que debían someterse al más descarnado debate público a pocas horas de las elecciones del 7-O. Sin embargo, el reglamento del CNE impedía hacerlo, porque podría confundirse con una suerte de campaña encubierta.

Ahora es tiempo de analizar los mismos, con la finalidad no de otorgarle validez a aquellos “pronósticos”, sino para comprender su papel en los climas de opinión dominantes en la escena electoral del país, fenómeno que seguirá teniendo gravitación en la escena política del país.

IV.1) EL SESGO IMPERIAL

El ex embajador Patrick Duddy () y Roger Noriega () dieron opiniones ampliamente emblemáticas de lo que aquí llamamos el sesgo imperial. Roger F. Noriega en un artículo titulado “El intento desesperado de Hugo Chávez” habló directamente de fraude el 30 de septiembre de 2012:

“El líder venezolano enfermo de cáncer, Hugo Chávez, aparenta estar perdiendo terreno ante el candidato opositor Henrique Capriles Radonski, por lo que el partido de gobierno está tomando medidas drásticas para intimidar a la oposición y para blanquear los resultados de la votación del 7 de octubre. Venezuela es el único lugar donde es posible que las pandillas callejeras y un ex presidente americano estén en el mismo equipo.”

En el imaginario Imperial de Noriega, el ex presidente Carter y los “colectivos armados” del Chavismo forman una sola llave. También hablo de desmoralización en las filas bolivarianas: “(…) una serie de encuestas sugieren que los seguidores de Chávez están desmoralizados por su actuación vacilante.”

Haciéndose eco de la publicación del periódico español ABC del sábado 21 de septiembre donde se publicaron una serie de “documentos filtrados” que detallan los planes para desplegar “comandos armados”, Roger Noriega habló de una supuesta organización de “manifestaciones callejeras de resistencia”, que se encargarán del control territorial y supervisarán las actividades de la oposición.

El periodista Blasco de ABC citó “a un coronel venezolano quien dijo que 8,000 fusiles de asalto rusos fueron distribuidos a las REMI comenzando en junio”. Y por si fuera poco, también Noriega deslizó las hipótesis de perdida de apoyo de Chávez en la FANB:

“En años recientes los comandantes militares han jugado otro papel en dos ocasiones: al insistir que Chávez aceptara su derrota tras el referéndum constitucional de 2007 y al aceptar una victoria de la oposición en las elecciones de la Asamblea Nacional en 2010. A pesar de que Chávez ha asegurado la presencia de miembros leales a su régimen en las Fuerzas Armadas, se mantiene a la guardia por la posibilidad de retos como estos.”

Pero donde más énfasis hizo Noriega fue en acusar directamente a Carter y a la Comunidad Internacional de avalar un supuesto fraude de Chávez:

“Chávez también está tomando medidas para garantizar que la comunidad internacional acepte su victoria, sin importar cual sea el resultado. Para lo anterior cuenta con el apoyo del ex presidente estadounidense Jimmy Carter y del político retirado y miembro del gabinete de Clinton, Bill Richardson. El 11 de septiembre, Carter describió al sistema electoral de Venezuela “como el mejor en el mundo”. (8)”.

“En cuanto a Richardson, el jefe de la Organización de Estados Americanos (OEA) ha pedido permiso al régimen de Chávez para que este pueda encabezar una misión electoral. Richardson ya ha pasado el mensaje a Chávez de que tiene un gran cariño por Venezuela y que está dispuesto a hacer lo que pueda para legitimar las próximas elecciones.”

Estas opiniones, obviamente sólo pueden enmarcarse en la propia campaña electoral interna de los EE.UU, así como en la dinámica de grupos de opinión y presión cercanos al “Pentagonismo”.

Sobre Carriles Radonsky, Noriega señaló “es muy posible que los chavistas le roben la victoria que tanto le ha costado a él y a su pueblo.” Y cierra Noriega con una acusación completamente infundada: “En cuanto a Washington, si la violencia llega a marcar las elecciones venezolanas, que se sepa que fue completamente premeditada y ejecutada por Chávez y sus seguidores. Carter y Richardson deben saber que el papel deliberado que continúan jugando en esta situación no se puede pasar por alto.”

Por su parte, Patrick D. Duddy, ex embajador de EE.UU en Venezuela hablo de “Tensiones Políticas en Venezuela” que “conduzcan a mayores restricciones democráticas en el país”. Duddy se atrevía a dibujar un escenario en el que Chávez moría: “Esto casi seguramente provocaría una crisis política en el hemisferio occidental donde se enfrentarían los países que buscan restablecer la democracia y el estado de derecho en Venezuela—incluyendo Estados Unidos—en contra de aquellos que apoyan a Chávez y al principio de no ingerencia en la política interior de otras naciones. Los esfuerzos que desde hace mucho tiempo lleva a cabo EEUU para promover la buena gobernabilidad en América Latina, así como la cooperación en varios desafíos políticos, económicos y de seguridad en la región estarían amenazados como consecuencia.”

No podemos perder de vista una lectura entrelineas de semejante escenario, pues gravita sobre una hipótesis incierta y con un procedimiento de injerencia directa sobre la situación política del país. La recomendación de Duddy para las elecciones 7-O era:

“(…) Estados Unidos debería buscar lograr que las elecciones en Venezuela se lleven a cabo libremente y de manera justa. Si Chávez o un candidato sustituto terminan derrotados, EEUU debería ofrecer apoyo para promover una transición ordenada y pacífica. Si Chávez resulta reelegido en un proceso que se juzgue como libre y justo de forma aceptable, Estados Unidos debería buscar restaurar la relación bilateral con miras a la renovación eventual de comunicación de alto nivel en áreas de interés mutuo. Si los resultados de las elecciones parecen ser fraudulentos, o si se invalidan resultados aparentemente legítimos, Estados Unidos debería fomentar la presión internacional sobre Venezuela para restaurar la democracia y suspender los asuntos bilaterales tradicionales hasta que se restablezca un gobierno legitimo.”

De manera que EE.UU proyectan en cualquier caso una política de “transición democrática” definida desde los intereses geopolíticos de Washington:

“Si Chávez puede participar en la campaña y ganar de manera convincente en lo que se reconoce como elecciones libres y limpias, mientras se mantiene lo suficientemente sano para gobernar, es probable que la oposición reconozca los resultados y se evitaría la violencia.”

“Aunque Chávez ha señalado que respetará los resultados de la elección, los escenarios más plausibles para la inestabilidad y los conflictos en Venezuela se derivan de la premisa de que los chavistas no entregarán por voluntad propia el poder y estarían dispuestos a provocar la violencia, desobediencia civil, o dedicarse a varias formas de resistencia armada. Este es el peligro verdadero que rodea la campaña actual y se extiende más allá de la elección misma dado las cuestiones en cuanto a la salud de Chávez.”

Para Duddy es clave que el asunto no es electoral sino político-estratégico. La variable clave de la transición es la salud del Presidente y la viabilidad de su proyecto estratégico que en lectura de Duddy tiene las siguientes coordenadas:

“Para complicar aun más el asunto, Chávez ha anunciado un plan económico para su próximo mandato que acelerará el desmantelamiento de la economía del sector privado, dándole aviso a los que defienden el pluralismo democrático, la libre empresa y la propiedad privada de su intención de concluir la transformación de Venezuela hacia un Estado socialista. Hace más de un año, su hermano Adán Chávez, gobernador del estado Barinas, públicamente notificó a los partidarios de Chávez que posiblemente tendrían que defender la revolución bolivariana por la fuerza de las armas.”

Los escenarios dibujados por Duddy estaban marcados por la violencia política y una posible derrota de Chávez, lo cual contrasta con un proceso electoral pacífico, libre y justo, con una victoria importante de Chávez el 7-O:

1) “La derrota de Chávez parece probable antes de la elección. Estalla la violencia en la calle, bien sea espontáneamente o a instancias de los aliados de Chávez dentro del Gobierno. El Gobierno declara un estado de emergencia y pospone la elección.”

2) “Chávez gana la elección—o afirma haber ganado de manera convincente—y casi de inmediato muere o se retira de la vida pública por razones de salud. Se declara un estado de emergencia. Se requiere nuevas elecciones pero también nuevos candidatos. Como ninguno de los tenientes principales de Chávez parece gozar de suficiente apoyo popular para asegurar su elección, se empiezan a ver las fracturas dentro del movimiento chavista que resultan ser difíciles de reconciliar.”

3) “Se realiza la elección y gana Capriles. Los trabajadores del Gobierno y los beneficiarios de las misiones ocasionan motines antes de que se pueda la toma de posesión de Capriles. Un Chávez aparentemente saliente declara un estado de excepción y pospone la toma de posesión.”

Como es posible constatar cada uno de estos escenarios desconoce completamente el proceso constitucional, pacífico, electoral y democrático de la revolución bolivariana. En todos hay violencia. En todos se habla de divisiones y fracturas. Se menciona constantemente la muerte de Chávez o su decisión de violentar el marco constitucional.

Entre los ingredientes extra-legales que plantea Duddy y que ahora aparecen en las guarimbitas de ciertos sectores radicales de oposición se señala lo siguiente:

“(…) la mayoría de los observadores anticipan que el conteo de los votos en buena parte será preciso dada la experiencia de las elecciones legislativas de 2010 y los referéndums de 2007 y 2009. La gran pregunta sin respuesta es cómo reaccionará el Gobierno si Chávez pierde.”

Es decir, que Duddy aparece como mentor de la extralegal tesis del re-conteo, en contraste con todas las auditorias previas, durante y posteriores presentes en el sistema electoral venezolano. En todo el relato de Duddy los agentes incitadores y provocadores de la violencia son “chavistas” o el propio gobierno de Chávez; en ningún caso son opositores o factores políticos asociados a la oposición.

Pero Duddy insiste en colocar con factor detonante de la violencia el fallecimiento de Chávez: “Chávez muere o se anuncia que su muerte es inminente. La posibilidad de violencia es alta si Chávez muere o anuncia su renuncia por razones de salud después de ser reelecto.”

Tampoco Duddy descarta el asesinato político como factor detonante de la violencia: “Alguna figura prominente cercana a Chávez o a Capriles pudiese ser asesinada. Aunque la tasa de homicidio en Venezuela es alta, el asesinato político es poco común.”

¿Que estará dibujando Duddy en sus escenarios?

“El fracaso de la OEA de jugar un rol efectivo, en el caso de que la democracia en Venezuela se viera perjudicada, pudiese afectar la credibilidad de la organización y de Estados Unidos. La manera como Estados Unidos manejaría la relación con Venezuela, si surgen actos de violencia, probablemente afectaría las relaciones de EEUU con otros países del hemisferio, especialmente Brasil, que tiene relaciones cordiales con Chávez y no ve con buenos ojos los esfuerzos estadounidenses de darle lecciones a América Latina.”

Entre las llamadas “opciones preventivas” el ex embajador Duddy señala lo siguiente:

“Dos factores parecen tener más probabilidad de disuadir a los principales actores venezolanos de la violencia: el escrutinio del proceso electoral y una clara sensación de que el resto del hemisferio occidental no toleraría un intento de subvertir o dejar de lado el resultado de una votación legítima.”

“Estados Unidos podría instar a Brasil, Colombia y otros países de la región a presionar por el cumplimiento y la transparencia con el estándar más alto posible de la administración electoral así como presionar a Venezuela para que permita que se lleven a cabo encuestas a boca de urna, conteos rápidos, y otros mecanismos por la validación independiente de los resultados electorales.”

“La inestabilidad, la violencia, o la interrupción de la democracia en Venezuela perjudicarían las ambiciones geopolíticas de Brasil, así como sus amplios intereses comerciales. También sería problemático para el Mercado Común del Sur (Mercosur), que recientemente admitió a Venezuela como miembro pleno. (Mercosur obliga a los miembros a mantenerse como democracias en pleno funcionamiento y recientemente suspendió a Paraguay después de que el Senado de ese país imputó al presidente en ejercicio, en circunstancias que los otros miembros consideraron cuestionables).”

“La Unión Europea (y especialmente España), Japón y China tienen importantes inversiones en Venezuela que estarían en riesgo en caso de estallar un conflicto interno. Los países interesados ​​podrían ser alentados a dejar en claro que las elecciones libres y justas en Venezuela, y una transición ordenada si Chávez pierde, son importantes para la comunidad global.”

Entre las “Opciones de mitigación” se señala lo siguiente:

“En el caso de que el Gobierno orqueste o se aproveche de una violenta reacción popular ante la derrota, la muerte o la incapacitación de Chávez para suspender las libertades civiles y gobernar bajo un estado de excepción renovable, Estados Unidos podría tomar o promover varias medidas con el fin de acelerar el retorno de la democracia. La probabilidad de éxito de los esfuerzos unilaterales de Estados Unidos es baja, por el contrario, actividades multilaterales que incluyan otros actores regionales importantes tienen mucha más probabilidad de influir en el comportamiento de Venezuela.”

Entre las “opciones diplomáticas”:

“(…) Estados Unidos podría exigir que la OEA declare a Venezuela en contravención de sus obligaciones como signatario de la Carta Democrática Interamericana y fomentar una misión a Caracas dirigida por el secretario general.”

“Estados Unidos podría llevar el tema de la democracia en Venezuela al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas e instar a la ONU a que apruebe una misión de investigación o a que explícitamente apoye los esfuerzos regionales para restaurar la democracia. Junto con otros socios internacionales, incluida la Unión Europea, Estados Unidos podría apoyar las ofertas de mediación. Si resulta difícil conseguir que la OEA o la ONU se involucren en los esfuerzos de mitigación, Estados Unidos podría proponer una delegación de ministros de relaciones exteriores para que viaje a Caracas a dialogar con las autoridades venezolanas.”

Entre las sanciones que alentaría Duddy se encuentran:

“Estados Unidos podría suspender los visados ​​para todos los individuos (funcionarios y no funcionarios, tanto del Gobierno como de la oposición) que se perciben como participantes en el desencadenamiento de la violencia o el menoscabo de la democracia.”

“Estados Unidos podría suspender los servicios normales de adjudicación de visas de su Embajada en espera de una resolución de la crisis.”

“Estados Unidos podría congelar cuentas de bancos individuales de figuras claves envueltas o responsables y embargar bienes en Estados Unidos. También podría disponer de los ingresos del Gobierno venezolano, entidades corporativas propias del Gobierno como CITGO que han tenido las cuentas en depósitos de garantías hasta que se restaure la democracia y alentar a los socios comerciales (Canadá, España, Francia, Brasil) que hagan lo mismo.”

“Si otras formas de presión no pueden tener un efecto, Estados Unidos podrían bloquear el acceso a las instalaciones de refinación de CITGO en Estados Unidos y considerar prohibir la venta de petróleo de PDVSA a Estados Unidos, mientras el estado del Gobierno sea incierto.”

Y para completar el cuadro, tenemos las opciones militares:

“Estados Unidos podría alentar a otras fuerzas armadas latinoamericanas, así como tal vez a los españoles, para comunicarle a los militares venezolanos acerca de la importancia de cumplir con los mandatos constitucionales, respetar los derechos humanos y preservar la democracia.”

“La participación militar directa parece inapropiada. Estados Unidos nunca ha intervenido unilateral y militarmente en un conflicto interno de América del Sur (críticas al Plan Colombia no obstante) y hacerlo ahora con seguridad uniría a la mayoría de países suramericanos a favor de Chávez o su sucesor. La mayoría de los países latinoamericanos son renuentes profundamente a intervenir o incluso comentar sobre los asuntos internos de sus vecinos del hemisferio. Incluso intervenciones militares multilaterales son impensables, excepto en circunstancias absolutamente mayores (Haití).”

Todo este cuadro de opciones parten de una supuesta opacidad electoral, que es una premisa completamente falsa: “Se debe enfatizar la importancia de la transparencia en la administración de las elecciones y la verificación de los resultados. Al mismo tiempo, las autoridades de Estados Unidos deben evitar acciones que propicien la narrativa chavista según la cual Estados Unidos está planeando el derrocamiento de la revolución bolivariana.”

También se plantea una suerte de presión a dos bandas sobre Venezuela: “Será especialmente importante involucrar a Brasil y sus socios del Mercosur lo más pronto posible debido a sus estrechas relaciones con Chávez para minimizar la posibilidad de malentendidos que surjan entre ellos y Estados Unidos. Esto debe incluir la información compartida de manera pro-activa que sería una señal de la preparación de los venezolanos a la violencia o la manipulación de los resultados electorales.”

Finalmente, Duddy nos ofrece un condicionamiento del proceso electoral en el país:

“Continuar subrayando directamente al gobierno venezolano, así como públicamente que Estados Unidos aceptará y estará preparado para trabajar con un gobierno legítimamente electo, entre ellos uno encabezado por Hugo Chávez o un sucesor chavista, siempre que la elección sea libre, justa y constitucional.”

Así mismo, esto supone utilizar como elemento de arbitraje al factor militar:

“Aprovechar los contactos del Departamento de Defensa en las fuerzas armadas de América Latina y de España para comunicarle al liderazgo militar venezolano que ellos están obligados a defender su constitución, respetar los derechos humanos y proteger la tradición democrática de su país.”

Un verdadero “paquetazo geopolítico imperial” para propios y extraños. ¿Por que este sintomático texto paso prácticamente por debajo de la mesa en la agenda mediática de propios y extraños? ¿Acaso no es suficientemente grave que se propongan diversas modalidades de injerencia directa sin respetar la constitución y la soberanía del pueblo venezolano? Aquí quedan claros donde están ubicados los sesgos imperiales.

IV.2) LOS SESGOS DE LAS ENCUESTADORAS:

Si hay algo que atravesar para analizar el cuadro de polarización en el país, son precisamente los sesgos de las encuestas de opinión en las actuales circunstancias, no para tratar de encontrar la “verdad objetiva”, sino para dar cuenta de cómo la realidad histórico-social se teje justamente a partir del entrelazamiento conflictivo de diferentes perspectivas.

Uno de los elementos de información más relevantes post-7-O es la clarificación del panorama de los datos de las empresas encuestadoras, las cuales plantean serias dudas sobre la confiabilidad de sus resultados, sus potenciales pronósticos y escenarios, dada el área de incertidumbre que generan por las brechas disonantes planteadas. Por ejemplo, si observamos el cuadro siguiente con las mediciones del mes de septiembre 2012, entre el 19,2 % de brecha a favor de Chávez planteado por la empresa Consultores 30-11, y la brecha desfavorable a Chávez de -3,2 % de la empresa Consultores 21 (asociada al Comando de Campaña de HCR), tenemos nada más y nada menos que un área de incertidumbre de la brecha de 22,4 % entre ambas empresas encuestadoras.

Una diferencia de 22 puntos implicaría lo siguiente: para una encuestadora “A” la brecha sería aproximadamente 2.688.000 votos favorables a Chávez, mientras para otra empresa encuestadora “B” sería aproximadamente 448.000 votos a favor de Capriles Radonsky, si tomamos que 1% es igual a 140.000 votos, bajo un parámetro de abstención de 20 %.

Resultados Encuestadoras 2012

Encuestadora


Sept

2012


Feb

2012


Mar

2012


Abr

2012


May

2012


Jun

2012


Jul

2012


Ago

2012



Datanalisis


CH


49,4%


49,5%


44,4%


42,9%


43,6%


46,1%


46,8%


46,8%

HCR


39,0%


34,5%


31,5%


25,7%


27,7%


30,8%


34,2%


34,3%

Brecha


10,4%


15,0%


12,9%


13,2%


15,9%


15,3%


12,6%


12,5%



Varianzas


CH




49,7%



49,2%



49,3%



50,7%


46,3%


49,3


47,9%

HCR


47,7%


46,3%


45,1%


45,5%


44,8%


47,2


44,5%

Brecha


2,0%


2,9%


4,2%


5,2%


1,5%


2,1%


3,4%



Hinterlaces


CHA


50%


49%


52%


53%


51%


52%


47%


48%

HCR


32%


37%


34%


34%


34%


31%


30%


30%

Brecha


18%


12%


18%


19%


17%


21%


17%


18%



Consultores 21


CHA


45,7%


46,3%


47,9%

44%

45,9%

HCR


48,9%


44,8%


44,5%


48%


47,7%

Brecha


- 3,2%


1,5%


3,4%


-4%


-1,8



IVAD


CHA


50,3%


56,5%


54,8%


52,3%


55,0

HCR


32,2%


26,6%


26,3%


32,0%


34,4

Brecha


18,1%


29,9%


28,5%


20,3%


21,6%



Cons. 30-11

CHA


57,0%


57,0%


56,8%


57,8%


58,6%


57,0 %

HCR


37,4%


27,4%


27,1%


29,7%


31,3%


33,7 %

Brecha


19,6%


29,6%


29,7%


28,1%


27,3%


23,3%


GIS 21


CH

56,5 %


54,8%


56,5%


57,8%


56%


HCR

43,5 %

22,2%

21,3%


23%


30%


Brecha


13,0 %


32,6%


35,2%


34,8%


26%

Si estos datos generan incertidumbre sobre la realidad electoral del país, tampoco está claramente definido un pronóstico de abstención, a pesar que se esperaba un record histórico de participación electoral ante la significación histórica de la presente elección.

Lo cierto es que la mayoría de las encuestas triunfalistas favorables a la revolución bolivariana se equivocaron. También lo hicieron las empresas encuestadoras que daban ganador a HCR. Usted, querido lector o lectora, tiene la última palabra. Juzgue usted mismo a las empresas encuestadoras.

IV.3) LOS SESGOS DE LA ABSTENCIÓN:

Otro dato relevante será despejado: el dato de la abstención que hasta ahora en promedio ha sido superior al 30 %:

ABSTENCIÓN

AÑO


ABSTENCIÓN

2004


30,08

2006


25,30

2007


43,85

2009


29,67

2010


33,59

PROMEDIO


32,50

Lo interesante de este dato es que su comportamiento histórico plantea nexos con el crecimiento del voto opositor o con el crecimiento del voto bolivariano de suma importancia.

Hasta ahora, mientras más disminuye la abstención electoral, más probabilidades tiene a que este dato favorezca a la candidatura de Chávez. También esta correlación histórica fue despejada post-7-O: la disminución de la abstención fue clave para lograr una victoria de Chávez, pero en menor medida que en el año 2006. Esta menor medida nos plantea un reto analítico. ¿Comenzará un período donde el aumento de la participación también contribuya a la opción opositora?

IV.4. LOS SESGOS DE LOS ACTORES POLÍTICOS:

En principio, ningún actor político que participa en una campaña electoral reconoce públicamente que va perdiendo o que va a perder. El primer autoengaño es intencional, calculado, estratégico y consiste en expresar a viva voz que “se está ganando”.

Lev Nocolayevich Tosltoy escribió alguna vez lo siguiente: “Perdimos porque nos dijimos a nosotros mismos que perderíamos”. La conclusión que extraen algunos actores políticos, imbuidos en una asesoría que los seduce en el uso abusivo de “profecías auto-cumplidas” es la contraría: “creemos que ganaremos porque nos decimos a nosotros mismos que ya ganamos”.

Sin embargo, esto no es más que un acto performativo de campaña, un auto-engaño necesario. Pero, hay autoengaños que nublan. Aquí hay que recordar el síndrome del “Barón de Münchhausen”.

Karl Friedrich llegó a exagerar tanto sus hazañas en los campos de batalla, que no pudo dejar de llamar la atención de escritores contemporáneos que se encargaron de dejar por escrito su historia como las enunciaciones de un “mentiroso compulsivo”. Si hay una imagen plebeya sobre el comportamiento de los candidatos en las campañas electorales es su diarrea de promesas, su acercamiento casi patológico a la conducta de los “mentirosos compulsivos”, su apelación a soluciones mágicas para los problemas acumulados y agravados que aquejan a los “potenciales electores”.

Aquí tengo la impresión, a riesgo de equivocarme, que tanto las ilusiones triunfalistas en el campo bolivariano como los dispositivos mediáticos de derecha que han participado en exaltar en exceso la llamada “campaña pueblo por pueblo”, pueden estar generando efectos paradójicos en sus simpatizantes, pues la “ilusión del triunfalismo” es visible tanto en la dirección del Comando Carabobo (http://www.rebelion.org/docs/144907.pdf; 19-02-2012), como en el propio Comando político-electoral de la candidatura de Capriles Radonsky.

Como ya hemos analizado los efectos desastrosos del triunfalismo en el campo bolivariano, nos detendremos a analizarlos en el campo opositor. En la percepción de los votantes de oposición domina el mito de la derrota final de Chávez avalada por un imaginario electoral: los resultados electorales de 2007 y 2010. Los relatos de fantásticas hazañas de la campaña y del futuro gobierno de HCR se asemejan al viaje que realizó Münchhausen a la Luna montado a lomos de una bala de cañón, o cuando pudo rescatarse a sí mismo de morir engullido por una ciénaga pantanosa recurriendo a la feliz idea de tirar de su propia coleta de la cabeza para conseguirlo, o cómo mató a un oso para cubrirse con su piel y pasar desapercibido entre otros osos. Incluso el Barón contó cómo pudo vivir durante meses en el estómago de una ballena.

Cuando nos hablan de David y Goliath desde el “Comando de Campaña Venezuela”, uno no sabe si tomarse en serio semejante comparación, pues nadie puede establecer un vínculo directo entre el gran capital nacional e internacional que apoya a Capriles como el rol de David, y la lucha por la afirmación de la soberanía sobre sus recursos estratégicos de un pequeño Estado-Nación periférico (con Chávez) en el rol de Goliath.

El único modo de tragarse el relato es tergiversar completamente la significación de las palabras y de la historia, victimizar a un héroe sin extracción de clase, sin pasado ni memoria, sin trayectoria política, sin adscripción ideológica, hablando de “progreso y libertad”, identificándose con las promesas no cumplidas de Chávez y encarnando ahora una “candidatura de izquierda”.

Por analogía, el relato del extraordinario cierre de brecha de HCR, ha colocado en 5 % de desventaja al candidato del gobierno, convirtiendo a Capriles en un fenómeno electoral inédito que en 3 meses remontó la importante brecha que favorecía a Chávez (en al menos 15 %) de acuerdo a una batería de encuestas de empresas reconocidas en el campo de los estudios de opinión como IVAD, Datanalisis e Hinterlaces.

Se trata, sin embargo, de la oferta de sentido engañosa, una mentira que repetida hasta el cansancio, “se dicen a ellos mismos para mantenerse en el juego electoral hasta el final”. Dado el carácter inverosímil de las aventuras electorales de la oposición, como aquella del fraude del 2004 y del año 2006, éstas pasarán a la historia como narraciones infantiles cargadas de fantasías omnipotentes, ya que su poca credibilidad y aceptabilidad no da para que ningún persona con un manejo de información electoral rigurosa y satisfactoria pueda considerarlas como otra cosa que relatos de aventuras o de viajes mentales fantásticos.

Más irreal es trazar tendencias lineales a partir de la siguiente imagen:

El autoengaño opositor pronosticaba la derrota final de Chávez extrapolando tendencias desde los peores resultados obtenidos por la opción bolivariana.

Pero el auto-engaño también era propio del campo bolivariano. Quienes hablaban desde el triunfalismo también partían de su propio autoengaño en la figura del siguiente gráfico:

El Comando de Campaña bolivariano no estaba exento de cometer errores semejantes. Incluso Jorge Rodríguez, el 22 de mayo decía lo siguiente:

“Jorge Rodríguez, el jefe del Comando de Campaña Carabobo, ofreció una rueda de prensa para dar a conocer detalles de las líneas estratégicas que seguirá este comando con miras a las elecciones presidenciales del 7 de octubre (…) aseguró que el Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) obtendrá 10 millones de votos para el 7 de octubre.” (9)

Si recordamos también el 24 de junio del año 2012, momento donde uno pudo leer lo siguiente:

“De acuerdo a las últimas encuestas, Hugo Chávez ganará las próximas elecciones presidenciales con una diferencia a su favor de 4 millones de votos por encima del candidato de la derecha. Lo expresó el coordinador de la Comisión de Organización Técnica Electoral del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), Francisco Ameliach, consignó AVN. Durante el programa dominical José Vicente Hoy, Ameliach explicó que esta cantidad se obtendría sobre la base de un 75% de participación en el proceso electoral del 7 de octubre, es decir, 14,2 millones de electores. Destacó que tanto los recientes estudios del Instituto Venezolano de Análisis de Datos (Ivad) y de GIS XXI, entre otras empresas dedicadas al estudio de opinión pública, manifiestan que existe una ventaja del presidente Chávez de más de 4 millones de votos frente al candidato de la derecha, Henrique Capriles Radonski. Comentó que en elecciones anteriores las mismas encuestas que dieron como ganador al presidente Chávez en elecciones pasadas establecieron proyecciones similares y muy cercanas a los resultados que finalmente se dieron luego del proceso comicial.” (10)

Sin embargo, en fecha 26 de septiembre de 2012, ya sabemos que las expectativas son distintas:

“Jorge Rodríguez, jefe de campaña del Comando Carabobo, aseveró este miércoles en rueda de prensa desde el estado Falcón, que el candidato Hugo Chávez mantiene una ventaja de 2 millones de votos y que la tendencia para el 7 de octubre ya es irreversible. “La brecha es de dos millones de votos y si se incluye la polarización la brecha es aún mayor. Dejen quieto el voto oculto, el porcentaje que hay de personas que no revelan por quien van a votar, por lo general, se distribuye en forma equitativa entre ambos candidatos, así que dejen de creer en pajaritos preñados”. (11)

¿Pajaritos preñados? Se trata más bien de sesgos y autoengaños de campaña. Hay dos mitos que se derrumbaron el 7-O

Mito 1: El ascenso irreversible de Chávez.

Mito 2: El derrumbe final de Chávez.

¿Qué ocurre cuando miramos el proceso desde un cuadro de tendencias alejados de los autoengaños de lado y lado?

En fin, no es posible determinar una tendencia con un solo resultado, sino escenarios. Por ejemplo, los escenarios promedios nos permitían orientarnos con ciertos parámetros de comportamiento, atribuyéndoles grados de probabilidad y verosimilitud:

De manera tal, los escenarios promedio considerados correlacionados con el análisis riguroso del comportamiento de las tendencias electorales, adicionalmente con una valoración cualitativa de las encuestas consultadas, junto al seguimiento de un período no menor a tres meses de campaña nos ofrecía un panorama bastante preciso que se ubicaba en un parámetro de 4-12%, considerando simultáneamente los parámetros de abstención y participación, así como potenciales tasas de desgaste, seguimiento de arritmia electorales e identificación del voto blando. De manera que el escenario más ajustado a los resultados del 7-O lo denominamos PROFUNDIZACIÓN DEMOCRATICA de la revolución bolivariana:

Queda claro en las líneas de tendencia como se conectaban valles y montañas; para efectos didácticos, una correlación inversa entre aumento de abstención y aumento del voto bolivariano. Al ser previsible un aumento extraordinario de la abstención, este factor generaba un factor de peso favorable para una victoria bolivariana.

Lo que ha sucedido efectivamente el 7-O es lo siguiente:

Esto indica que la zona de alto riesgo político para el gobierno bolivariano estaba activándose a partir de una brecha pequeña, con un voto en porcentajes favorable entre 51% a 53%.

Como quedaba manifiesto en cada uno de los escenarios no sólo se trataría de asegurar una zona de riesgo político bajo, lo cual requería como mínimo estabilizar un 53,36% de votos favorables a Chávez, sino además pasar a la ofensiva política, lo cual requiere un piso mínimo de brecha favorable al gobierno de 8 %.

Una correcta interpretación de los escenarios proyectados a escala nacional con base a resultados de eventos electorales, y no con base a encuestas de opinión, planteó lo siguiente y fue rigurosamente correcto:

Chávez requería obtener una votación no menor de 8.147.824 votos para garantizar una brecha cercana al 8 % en un escenario donde se proyecta una baja abstención (20-25 %).
Si la oposición se traza una meta de 8.000.000 votos es porque maneja con certeza el dato de que este resultado significará una victoria incuestionable frente a Chávez.
La diferencia o ventaja a favor de Chávez no podrá ser en ningún caso inferior a 3,27 %, pues esto supone entrar en una zona de alto riesgo político. De esta manera, es imperativo conquistar 7.800.000-8.200.000 como piso mínimo en cualquier escenario que se pretenda óptimo para consolidar el proceso.
Para un escenario de fractura país, la oposición puede aprovechar un escenario con una ventaja favorable a Chávez de 2,4 %. Esto implica que aun ganando por esta diferencia, a la oposición se le ofrece una estructura de oportunidades políticas para utilizar sus áreas electorales claves para impulsar una estrategia de desobediencia y resistencia civil.

De manera que se ha neutralizado eficazmente el escenario de desconocimiento de resultados, pero existen planes latentes de desestabilización como queda claramente expresado en el análisis de los sesgos imperiales.

Lo fundamental es hoy, abrir un debate político-estratégico y llamar a una reconducción profundamente democrática de la revolución bolivariana, en función de consolidar la independencia y proyectar nuevas formas de socialismo democrático, alejado tanto de las erráticas figuras del socialismo burocrático como de las opciones reformistas-desarrollistas que tratan de truncar que se amplíe la brecha favorable a la opción de la revolución democrática, socialista, ecológica y descolonizadora.

Por otra parte, queda claro que no hay 6 millones de oligarcas, sino una dirección errática, con graves fallas de gestión que le ha brindado a la oposición de derecha la oportunidad de crecer electoralmente, incorporando a sus bases sociales de apoyo, bastiones populares y territoriales que son potenciales actores, fuerzas y movimientos de apoyo a un cambio radicalmente democrático, con justicia social e inclusión social como bandera central de la revolución constituyente originaria articulada al proyecto bolivariano. Una posibilidad histórica que no debería perderse. Corregir, renovar y democratizar el poder. He allí las tareas de la dirección política del proceso, si no se quiere caer en la emboscada que prepara sigilosamente ante cualquier oportunidad los poderes imperiales.

NOTAS:

1 http://espanol.upi.com/Politica/2012/06/24/Hugo-Ch%C3%A1vez-ganar%C3%A1-por-cuatro-millones-de-votos-de-diferencia/UPI-30681340571810/; http://www.dailymotion.com/video/xqzwdf_jorge-rodriguez-nos-estamos-preparando-para-obetener-10-millones-de-votos_news.

2 http://www.noticias24.com/fotos/noticia/2490/en-infografia-asi-quedo-la-votacion-presidencial-de-este-domingo/

3 http://www.cne.gov.ve/web/sala_prensa/noticia_detallada.php?id=3051

4 http://www.eluniversal.com/opinion/120925/el-fraude-no-es-gratis

5 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=156811

6 http://www.cfr.org/venezuela/political-unrest-venezuela/p28936#cid=soc-twitter-at-other_report-political_unrest_in_venezuela-090112

7 http://www.elnuevoherald.com/2012/09/30/v-fullstory/1310548/roger-f-noriega-el-intento-desesperado.html

8 Http://www.globalatlanta.com/article/25788/

9 (http://www.dattv.tv/portal/noticias/nacionales/item/10200-jorge rodr%C3%ADguez-el-psuv-obtendr%C3%A1-10-millones-de-votos-para-el-7-de-octubre.html).

10 (http://espanol.upi.com/Politica/2012/06/24/Hugo-Ch%C3%A1vez-ganar%C3%A1-por-cuatro-millones-de-votos-de-diferencia/UPI-30681340571810/)

11 (http://www.panorama.com.ve/portal/app/vista/detalle_noticia.php?id=36467)

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Javier Biardeau R.

Articulista de opinión. Sociología Política. Planificación del Desarrollo. Estudios Latinoamericanos. Desde la izquierda en favor del Poder constituyente y del Pensamiento Crítico

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